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CULTURAL MADRID 20-10-2018 página 20
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  • EdiciónCULTURAL, MADRID
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20 ARTE Pintura y escultura SÁ BA D O, 2 0 D E O C T U B R E D E 2 0 1 8 ABC CULTURAL Leone, óxido y esperanza El patio del Palacio de Gaviria se transforma en una domus romana llena de colorido y materiales recuperados MANUEL MUÑIZ DONATIVOS PARA RESTAURAR UN TAPIZ DE MIRÓ El maestro diseñó tres gigantescos tapices, uno de ellos se encuentra en la Fundación Miró en proceso de una compleja restauración La italiana Francesca Leone (Roma, 1964) es la nueva artista que Arthemisia compañía responsable de las exposiciones del Palacio de Gaviria ha traído al aristocrático edificio de la madrileña calle del Arenal. Para la ocasión, Leone ha creado una instalación en gran medida site specific, que aprovecha las características del patio del palacio para sugerir la distribución de una domus romana, lo que da título a esta muestra. Con el espacio central del patio haciendo las veces de atrio, la italiana aprovecha el resto de ámbitos que se abren a éste para sugerir distintas habitaciones, desde las más públicas de la domus hasta los espacios más privados e íntimos. Sus obras ocupan estos diversos entornos, que sirven para contextualizarlas y canalizar su fuerza emotiva. UNA REJILLA METÁLICA en medio del patio intencionadamente llena de colillas, restos de envases, papeles y plásticos es la primera obra que recibe a los visitantes. Por un lado, sirve como crítica de la acumulación de detritus del mundo moderno; pero, por otra parte, los colores de la basura sobre el soporte intentan evocar los de un jardín florido. Esa mezcla de crítica y esperanza es explica Leone una constante en todas las piezas de esta exposición, que emplean el color y la composición para crear poesía y ligereza y compensar el brutalismo de los materiales. Este concepto continúa en la primera de las habitaciones que se abren al patio, en la cual una chapa metálica recuperada (como todos los materiales que emplea Leone en su obra) y pintada sugiere una ventana que se abre al exterior, con hendiduras que permiten al espectador mirar más allá. Otra muy similar se emplea en una segunda estancia con un doble propósito: duplicar el friso del propio palacio y dar la sensación de una apertura por la que poder ver el cielo. En esta misma sala, Leone ha instalado varios de sus Monaci, piezas de hormigón y materiales de construcción que ya presentó en una exposición en el Real Albergo dei Poveri de Palermo. Lo que en el austero espacio italiano evocaba a monjes con sus hábitos, aquí asemeja también una mirada al interior de las paredes de la casa. El último grupo de obras son las Voliere pajareras o aviarios en las que rejillas metálicas abren huecos en una superficie de hormigón, a través de las cuales se pueden vislumbrar ojos, bocas, orejas... Estas piezas se reparten por dos salas, lo que permite que en la más interior, las estructuras sean más grandes, permitiendo penetrar más en la intimidad tras los muros. í Francesca Leone Domus Palacio de Gaviria. Madrid. C Arenal, 9. Comisario: Danilo Eccher. Hasta el 30 de noviembre LAURA REVUELTA iró nació en 1893 y murió en 1983. Este curioso baile de números en las fechas de nacimiento y defunción equivale a una longeva vida, noventa años, trabajando hasta casi el final de sus días. Fue, precisamente, a los ochenta cuando se embarcó en la producción de tapices de grandísimas dimensiones y de un peso más que pesado, toneladas de materia (hilos, lanas, colores... Miró, como cuentan quienes lo conocieron bien y le han estudiado hasta en los más mínimos detalles, era extremadamente perfeccionista y no se conformaba con hacer siempre las mismas filigranas como si lo suyo fuera un sencillo juego de niños. Tres son los tapices que diseñó en la década de los setenta en colaboración con el artesano tarraconense Josep Royo, que tenía tan solo 24 años. Maestro y alumno. El primero de los tapices tiene una historia trágica, pues desapareció en al atentado del 11 de septiembre junto a una gran escultura de Calder. M Miró fotografiado por Brassaï Presidía el vestíbulo del World Trade Center; para allí fue ideado por el maestro con sus once metros de altura por seis de ancho, y sus 3.000 kilos de peso. Del Calder caído en la batalla (en la segunda torre) se recuperaron algunos trozos. Del tapiz, ni un hilo y, pese a que se guardan cerca de 10.000 bocetos en los almacenes de la Fundación Miró de Barcelona, nunca se ha pensado en volver a tejerlo. Darle una segunda oportunidad. Curiosamente, este tapiz, antes de su viaje a Nueva York, fue expuesto en París en una gran re- ABC trospectiva que se celebró en el Grand Palais en 1974. Ahora, el Grand Palais vuelve a mostrar a Miró en todo su esplendor pero no cuenta ni con este tapiz desaparecido ni con ninguno de los otros dos aún en pie. Los otros dos El segundo lo realizó en 1977 tras un encargo de la National Gallery of Art de Washington, y el tercero en discordia se encuentra en la Fundación Miró de Barcelona, está fechado en 1979, y es el que protagoniza esta historia de restauración y La poesía de los sueños JOSÉ JIMÉNEZ Detalle de una de las obras de la serie Monaci Organizada en 16 secciones, con un orden cronológico, la exposición de Joan Miró (1893- 1983) en el Grand Palais de París, donde ya en 1974 se presentó otra gran exposición de sus obras, es quizás la más completa y de mayor alcance por la calidad de las piezas reunidas, entre las numerosas muestras que se han ido sucediendo en el tiempo del trabajo de este artista referencial. Si les es posible, no se la pierdan. El comisario, Jean- Louis Prat, amigo personal de Miró y director de la Fundación Maeght entre 1969 y 2004, consigue transmitirnos su deslumbrante fuerza creativa. Y lo hace a través de 147 obras o series, con las múltiples modalidades y soportes utilizados por Miró, que se complementan, en un excelente montaje, con textos de pared de gran interés y tres proyecciones. Joan Miró decidió dedicarse a la pintura en 1911, y años más tarde, en 1918, presentó su primera exposición en la galería Dalmau de su ciudad natal. Entre 1920 y 1924, reparte su tiempo entre París y la granja familiar de Montroig. Se fue adentrando en los planteamientos de las vanguardias, primero en la onda del Fauvismo y del Cubismo, pero a partir de 1924 en el Surrealismo. Fue ahí donde encontró su itinerario, como él mismo señaló en 1968: El Surrealismo me abrió un universo que justifica y apacigua mi tormento. El Fauvismo y el Cubismo no me habían aportado más que disciplinas formales, severas. Había en mí una revuelta silenciosa Miró estuvo presente en la primera exposición surrealista, en París en 1925. Es por ello habitual caracterizarlo como un artista surrealista. Pero es importante introducir algunos matices. En Maqueta del Arco de la F. Maeght (1966)

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