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CULTURAL MADRID 11-03-2017 página 12
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  • EdiciónCULTURAL, MADRID
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Libros 12 Le Guin, fervores anarquistas Ursula K. Le Guin es una de las autoras de referencia de la cienciaficción. Ganadora de todos los premios 1974. En el relato que nos ocupa, Odo es ya una anciana con problemas de salud, pero con la misma poderosa personalidad que le hizo liderar el movimiento revolucionario al que dio nombre. Aquí es más importante el perfil humano de Odo como mujer que como ideóloga de la revolución, en la idea de que detrás de cada personaje histórico o novelesco hay, agazapado, un ser humano, con sus miserias, sus grandezas, su vivir cotidiano, sus fantasías y sus desengaños. LUIS ALBERTO DE CUENCA sus ochenta y siete años, Ursula K. Le Guin (Berkeley, 1929) es un nombre mitológico en la historia de la ciencia ficción contemporánea. Sus ciclos de Ekumen y de Terramar, sus muchos premios Hugo, Nebula, Buenista y aburrido Locus y Prometheus los más La verdad es que el relato es importantes en el campo de la poca cosa. Tiene el tono infaCF hacen de su escritura un tuado y pagado de sí mismo lugar inevitable de paseo para que suele exhibir la prosa nalos flâneurs del género. La K rrativa de Le Guin. Yo creo que que precede a su apellido de ca- obtuvo los premios Nebula y sada es un tributo a su padre, Locus por mero hábito de triunel célebre antropólogo Alfred fo, porque no hay año en que Kroeber (1876- 1960) que, jun- Ursula publique un libro que to con su madre, la también an- no obtenga con él un reconotropóloga y escritora Theodo- cimiento importante por parra Kroeber (1897- 1979) comba- te de la crítica, no ya benévola tió con ahínco a lo largo de toda con su producción literaria, su vida a favor de las lenguas sino abyectamente entregada y culturas amerindias, sobre- a la causa de la escritora calisaliendo sus traforniana. Lo mebajos de campo jor del libro puLA VERDAD ES con Ishi, el últiblicado por NórQUE EL RELATO mo miembro de ES POCA COSA. LO dica en su la tribu yahi, de preciosa colecMEJOR ES LA California, sobre ción de libros TRADUCCIÓN Y el que trazaría ilustrados no es LAS Theodora una inel texto buenista ILUSTRACIONES teresante biogray aburrido de la fía titulada Ishi in hija de Kroeber. Two Worlds. De tal palo tal as- Lo mejor es la excelente tratilla, dice el refrán, porque Ur- ducción de Enrique Maldonasula salió listísima, con una do y las espléndidas ilustraciogran capacidad inventiva, una nes de un Arnal Ballester en su facilidad asombrosa para los habitual estado de gracia, pero idiomas y un diseño mental con un punto más, si cabe, de muy por encima de la media. genialidad que de costumbre. Aunque no sea más que por Feminista y taoísta el trabajo gráfico de Ballester, Feminista y taoísta confesa, el documentadísimo y genial, tercer ismo que configura el re- vale la pena discurrir por las trato robot de Le Guin es el páginas de este Día antes de la anarquismo, del que tiene una Revolución. En él, Ursula K. Le imagen idealizada y al que Guin nos cuenta las vicisitusiempre ha rendido culto con des de su heroína Odo en su fervor. Fruto de sus debilida- vejez y nos plantea algunas de des o fortalezas, allá cada las constantes que abruman cual por el anarquismo es este con su pesadumbre ideológirelato, El día antes de la Revo- ca el hilo conceptual de su nalución, publicado originalmen- rrativa. te en la revista Galaxy Science Fiction en 1974 y ganador de los premios Nebula (1974) y Locus El día antes de la revolución (1975) La protagonista del Ursula K. Le Guin Trad. de E. cuento es Odo, la líder de la reMaldonado volución ácrata que dio lugar Ilustración: al odonianismo, movimiento Arnal inspirador de una sociedad Ballester anarquista imaginaria que la Nórdica, 2017 propia Ursula describió en su 64 páginas novela Los desposeídos: una 18 euros utopía ambigua, también de A Dos tipos sombríos John Connolly y Benjamin Black son dos maestros indiscutibles de la novela policiaca contemporánea. Creadores de dos detectives con vida propia, con tramas y dramas personales RODRIGO FRESÁN E n el principio en bibliotecas victorianas cerradas por dentro en las que yacía un cuerpo aristocrático lo que importaba era el quién y el cómo y el por qué había sucedido aquello que estaba muy mal hecho pero muy bien ejecutado. Se imponía, sí, la persecución del crimen y del criminal perfecto. Y el detective llegaba o pasaba por ahí o de casualidad se encontraba hospedado en esa mansión y la trama se organizaba en una enumeración de sospechosos de siempre. El investigador era casi una herramienta mecánica, una máquina de interrogar hasta llegar a un último acto (recordar esos fina- les con Poirot como ángel exterminador exponiendo frente a los entre temerosos y extenuados habitués de costumbre esperando que se les concediera el permiso de salir de una buena vez de allí) y se sabía de él apenas lo indispensable del mismo modo en que poco y nada sabemos de nuestro médico de cabecera. Sólo los posteriores discípulos y pasticheurs de Holmes profundizaron a fondo en las patologías del héroe de Conan Doyle. Y recién a la altura de ese MacGuffin que fue El halcón maltés o de aquella Llave de cristal de Hammett comenzamos a conocer algo más de aquellos sufridos y curtidos individuos que cobraban por día o estaban a sueldo de gánsteres. Así, en El largo adiós, Chandler le obsequió a su Marlowe el bendito karma de una sentimental vida íntima y el alzheimer que golpeó a Ross Macdonald nos privó de un último caso de Lew Archer dedicándose a investigar su propio pasado. Ahora y tras sus pasos, la vida privada del investigador privado es lo que sostiene buena parte de la trama; y el ocasional enigma a develar es, apenas, una circunstancia pasajera, mientras el héroe permanece cada vez más curtido y experimentando una creciente fatiga de materiales. Y el patólogo dublinés Quirke creado por Benjamin Black, también conocido como John Banville (Wexford, 1945) y el detective Charlie

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