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CULTURAL MADRID 29-10-2016 página 18
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  • EdiciónCULTURAL, MADRID
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Libros 18 De red en red Ajuste de letras Inesperadas consecuencias JUAN GÓMEZ- JURADO El delirio blanco POR JAIME G. MORA stos días la discusión en el mundo del libro digital ha girado en torno a la detención en Valencia de un hombre que se dedicaba a piratear libros en formato electrónico para después subirlos a distintas webs, como la difunta Ex Vagos, Fiuxy y otras. El señor en cuestión había subido más de 11.000 libros. 11.000. No me imagino las ingentes horas de trabajo que hay detrás de esos 11.000 títulos. ¿11 millones? Teniendo en cuenta que un libro se sube en un minuto, echen cuentas de la proporción entre el esfuerzo de uno y otros. El señor en cuestión llegaba a comprar los libros en su cuenta el mismo día en el que salían, para subirlos minutos después a la red. Esto es realmente lo más doloroso de todo. Entiendo las quejas sobre el precio de los libros, aunque hace mucho tiempo que quienes se quejan no pisan una web legal, ya que los precios han bajado muchísimo en los últimos meses. Entiendo a quienes exigen que la cultura sea accesible, y por ello los libros electrónicos bajan de precio hasta uno o dos euros en unos meses. Pero pretender, exigir y conseguir que el libro esté gratis a los pocos minutos de su lanzamiento, privando a autor y editorial de cualquier posible ingreso, no tiene excusa alguna. La persona que participa de esto sabe muy bien lo que está haciendo. Y es un acto moralmente deleznable, tanto en la subida como en la bajada. Ahora nos hemos encontrado con que, por primera vez en la Historia de nuestro país, este acto ha tenido unas inesperadas consecuencias. Y es que esta persona que obtenía un beneficio de la labor de otros, con dedicación plena, como si fuera un trabajo, ayudado por la complicidad de unas webs que se financian por publicidad, ha sido arrestado. Seguramente el juez le imponga una multa. O nada. Pero es un consuelo saber que el Grupo Antipiratería de la Policía Nacional vela por los intereses de los autores y que estos distribuidores masivos del trabajo de otros no actúan con total impunidad. E Hugo- Bader no explora, como Kapuscinski, el alma de la URSS. Él se cuela en las alcantarillas del viejo imperio N o hace falta decir que si se viaja de f o r m a convencional, solo se puede reunir material convencional: lo ordinario, lo previsible, lo mediocre, lo mismo que todos los demás. Eso no me interesa. No me voy al otro extremo del mundo solo para tener posibles experiencias. Las posibles historias ocurren delante de la pantalla de un ordenador, así que planeo mis viajes en busca de la suerte, para que haya oportunidad de que ocurra lo imposible Con esta filosofía, expuesta en una entrevista, el reportero y escritor polaco Jacek HugoBader (Sochaczew, 1957) decidió emular el viaje de Mijaíl Vasíliev y Serguéi Gúschev. Así se llamaban los reporteros del Pravda a quienes en 1957 les encargaron anticipar cómo sería la vida en la Unión Soviética 50 años después, en el 90 aniversario de la Revolución Socialista. Investigaron en los laboratorios de la Academia de las Ciencias en Moscú, hablaron con expertos y en Reportaje desde el siglo XXI describieron una Rusia paradisiaca, sin contaminación, sin la oscuridad de la noche y libre de enfermedades. Con coches voladores y almacenes de muertos vivientes cuyos órganos servirían para ponérselos a los vivos. Jacek Hugo- Bader, autor de El delirio blanco RAFA KOMOROWSKI dido, dos o tres para luego y unas cerillas; a veces también una botella con un poco de vodka, que probablemente fue lo que lo mató EL TÍTULO DEL LIBRO en el que Hugo- Bader narra su viaje, El delirio blanco (Dioptrías) hace referencia al vodka. El reportero se detiene en el distrito de Amur, en el este de Siberia, donde se retiraron 17 pastores de una tribu evenka. Cuando Hugo- Bader llegó allí, ninguno de ellos seguía vivo. El primero murió en 1991, tras ceder bajo sus pies el hielo helado que cruzaba con su rebaño. Otro murió en medio de una zona de caza, después de correr sin detenerse durante dos días y dos noches. Cuando lo encontraron tenía las pupilas extrañamente dilatadas: era el delirio blanco. Otros se suicidaron. Los rusos beben una barbaridad, pero los indígenas... Es tremendo. Es un holocausto le dice un narcólogo a Hugo- Bader Beben y se pegan un tiro, se ahorcan, se tumban en las vías del tren. Es una epidemia de suicidios. Y de asesinatos. Se caen por la borda, se pegan fuego, se mueren de frío o simplemente de tanto beber El delirio blanco llega después de pasarse con la bebida, cuenta la lavandera de un hospital, que lo vivió con su exmarido: Veía cosas, oía cosas... Una vez le dolía muchísimo la cabeza y algo empezó a susu- rrarle en el oído: Coge un arma y hazte un agujero en la cabeza, todo el dolor se irá por ahí O una voz, que le decía: Sal fuera y corre, corre, corre... Se volvía como loco y empezaba a disparar contra animales invisibles. Veía demonios. Solía ver a su padre, que había muerto tiempo atrás Cuando Rimma, la lavandera, le dijo a su marido que eligiera entre ella y el vodka, él se quedó con el vodka. COMO YA HABÍA LLEGADO EL AÑO 2007, Hugo- Bader se regaló por su 50 cumpleaños un viaje por toda Rusia, desde Moscú hasta Vladivostok. Le pidió 700 euros a su mujer (su periódico, la Gazeta Wyborcza, no le costeó todo el viaje) compró un viejo 4 x 4 y empezó a conducir en un país en cuyas carreteras mueren tantas personas como en toda la Unión Europea. Cada pocos metros se ve un altar al borde del camino. De vez en cuando se para algún camionero a dejarle a su colega un cigarro encen- EN RUSIA SER UN BORRACHO ES LO NORMAL, escribe Hugo- Bader, pero en El delirio blanco no hay solo historias de borrachos. Por sus páginas des- HUGO- BADER TAMBIÉN filan también hippies, heroinó- CONSIGUE ENTREVISTAR, manos y Jesucristos: De los seis años antes de que muriera, al esquivo Mijaíl seis Jesucristos Timoféyevich Kaque hay actualLAS VOCES mente en el SUSURRAN: COGE láshnikov, el disemundo, tres esUN ARMA Y HAZTE ñador del fusil más utilizado en tán en Rusia UN AGUJERO EN las guerras. No Desaparecido el secretario gene- LA CABEZA, TODO creo que se pueEL DOLOR SE IRÁ da decir que, si ral del Partido mi fusil no exisComunista, tres POR AHÍ tiese, no habría encarnaciones del Mesías destacan en una tampoco esas guerras. ¿No es constelación formada por to- cierto? Después de todo, yo hice das las grandes religiones del ese fusil para defender las fronmundo, todas con presencia en teras de nuestra patria dice. Por ser polaco y por escribir Rusia, y las más de ochenta secsobre Rusia, a Hugo- Bader lo tas en funcionamiento. Los autores del Reportaje des- han comparado con Ryszard de el siglo XXI, recuerda Hugo- Kapuscinski. No tienen nada Bader, no usaron en su libro pa- que ver. Kapuscinski exploró el labras como Dios o religión alma de la URSS. Hugo- Bader Nada queda de lo que imagina- se ha colado en las alcantariron en su panfleto. La Rusia del llas del viejo imperio. delirio blanco es un país devastado por las drogas y las enfermedades. ¿Has contagiado a la mujer que amabas? le pregunta Hugo- Bader a un enfermo de sida. Ella quería tener la enfermedad. Porque yo la tenía ¿Qué gilipollez es esa? insiste el reportero. No es ninguna gilipollez. No tienes ni idea de cómo son las mujeres rusas Irían hasta el fin del mundo, incluso darían la vida por el hombre al que aman. Aquí es lo normal. ¡Les encanta sacrificarse, entregar su vida como ofrenda! ¡He conocido a docenas de mujeres así!

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