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CULTURAL MADRID 06-02-2016 página 16
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  • EdiciónCULTURAL, MADRID
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Libros 16 De red en red La popularidad del e- book sigue subiendo JUAN GÓMEZ- JURADO Ajuste de letras De fiesta con George Plimpton POR JAIME G. MORA n el mercado editorial, la pregunta más importante que todo editor se hace ahora mismo es ¿hasta dónde va a crecer el libro electrónico, y cuánto debo modificar mis políticas editoriales considerando esa cifra? Parece que ha habido un estancamiento en Estados Unidos en cuanto al crecimiento de la lectura digital, al cual ha seguido Canadá. En estos momentos nos encontramos en un descenso moderado en cuanto al consumo del libro electrónico. Las cifras caen un 11 por ciento en el acumulado global en 2015, y un 44 por ciento en el mercado de Young Adult. Sin embargo, la popularidad del libro electrónico a nivel global sigue subiendo, a medida que los países que se han incorporado más tarde a la nueva tecnología van superando las barreras de expansión. En Alemania, Polonia, Rusia y el Reino Unido la demanda de libros electrónicos ha subido considerablemente en los últimos años. Una cuarta parte (25,3 por ciento) de los alemanes lee libros electrónicos a diario según datos de 2015, una subida del 2 por ciento respecto al año anterior. En Polonia el crecimiento ha sido espectacular, casi un 30 por ciento en los últimos dos ejercicios, a pesar de que el elevado IVA de Polonia, un 23 por ciento, sigue lastrando el libro digital. En el Reino Unido, las compras unitarias totales de libros registran 3 libros en papel de cada 10 que se venden, el guarismo más alto de toda la UE. Y en Rusia, Deloitte realizó una encuesta a más 1.600 lectores: un 88 por ciento de las personas entre 16 y 19 años habían probado un ebook, y un 44 por ciento del total prefería el ebook al papel. No quiero finalizar sin analizar otro dato extraordinariamente relevante: los 17 millones de horas que más de 6 millones de africanos emplearon en sus teléfonos móviles para leer a lo largo del año pasado. Un dato pequeño pero esperanzador. La economía de escala hace posible que los libros se abran camino a través de los dispositivos más baratos y asequibles, que son los móviles. Incómodo, poco práctico, pero un indicativo de que existe una vía de esperanza. E Si Warhol daba fiestas, el salón literario del director de The Paris Review no se quedó atrás. Plimpton fue El hombre que estuvo allí eorge Plimpton saludó a su vieja amiga: ¡Jackie! Jacqueline Kennedy acababa de llegar a la fiesta. Eran los años 60: John F. Kennedy ocupaba la Casa Blanca y su esposa acudía con naturalidad al salón literario del director de The Paris Review, la revista que ha publicado las mejores entrevistas a escritores. Plimpton guardó el abrigo de la primera dama, le presentó a Ved Mehta, a William Styron y evitó cruzarla con Norman Mailer, que acababa de publicar en Esquire un artículo que la dejaba en mal lugar. Cuando 15 minutos después la señora Kennedy se marchó muchos de los 70 invitados ni se habían enterado de su llegada. Gay Talese, el reportero que contó esta escena, recordó años después cómo Plimpton movía sus ojos de un lado a otro eligiendo a quién presentar a Jackie Plimpton se comportaba como un editor de su propio salón literario y alejó a la primera dama del macho Mailer Cualquiera sabe lo que podría haberle dicho Las fiestas que organizaba Plimpton en la calle 72 de Nueva York eran la alternativa literaria y heterosexual a las de Andy Warhol. Fueron cientos de veladas a lo largo de 45 años. George veía su casa como un lugar de encuentro para todo el mundo dijo Sarah Plimpton, su mujer. PLIMPTON CONVOCABA sus fiestas con solo unas horas de antelación: cubría la mesa de billar y la llenaba de canapés. Para beber, encargaba 38 botellas de whisky escocés, una de vino blanco y otra de Dubonnet. Odiaba hacer listas de invitados, así que las puertas estaban abiertas para casi cualquiera, ya fuera un cantante o una conejita del Playboy Club. Cualquier excusa servía: que G LARRY FINK un autor había publicado por primera vez en The Paris Review o que una editorial quería presentar un libro. La firma pagaba las copas y Plimpton ponía su salón. Truman Capote y Gore Vidal eran habituales. También Philip Roth, Lillian Hellman o Robert Silvers. Plimpton tenía esa capacidad de seducción. CON ESTA HOJA DE SERVICIOS, la cadena pública de televisión de Filadelfia pensó que sacar a subasta salir una noche con Plimpton sería una buena forma de recaudar fondos. Un tal Jerry Spinelli pagó 425 dólares, todos sus ahorros, por conocerlo. Plimpton lo cuenta en El restaurante Elaine s uno de los artículos recogidos en la antología El hombre que estuvo allí (Contra) Porque Plimpton también escribía. Publicó unos treinta libros y acuñó el término periodismo participativo el reportero no debía conformarse con contar los hechos, debía vivirlos en primera persona. Dos semanas después de la subasta, Spinelli y su mujer George Plimpton, en el centro de la imagen, viajaron a Nue Hubo amables sentado a una de las va York. La cosa saludos con la camesas del Elaine s era invitarlos a beza y apretones (Nueva York, 1999) casa a tomar de manos En la algo; jugaríamos siguiente mesa un poco al billar, y luego, sin estaban Gay Talese y A. E. Hotprisas, cenaríamos en algún chner: Sr. Talese, Sr. Hotchner, restaurante cerca del centro permítanme presentarles a Jerry Spinelli, el escritor de Filadice Plimpton. Pero su invitado era escritor. delfia El escritor de Filadel ¡Cielos! Spinelli estaba tra- fia. Eso entusiasmó a Spinelli. bajando en una novela y llevaba un tiempo bloqueado. Pen- CADA VEZ ESTABAN MÁS saba que si conocía a alguien CERCA de la mesa más desearelacionado con el mundillo li- da, la que ocupaba Woody Allen. terario superaría su crisis. En- El restaurante tenía prohibido tonces tendremos que conver- acercarse ahí. Plimpton estuvo tir esto en una velada literaria a punto de pasar de largo. Enle dijo Plimpton a su mujer. tonces pensó en el largo viaje Tendremos que ir al Elaine s en tren de Spinelli, a quien solo Cerrado en 2011, el Elaine s le quedaban 5 dólares en su era un punto de encuentro de cuenta corriente. Woody, dijo, artistas, deportistas y políti- este es Jerry Spinelli, el escritor cos. Woody Allen incluso gra- de Filadelfia. Woody levantó bó una escena de Manhattan la vista despacio. Fue muy teatral, como si levantara la vista en este restaurante. de debajo del ala de un gran PLIMPTON REZÓ por que sombrero. Sí dijo sin alteraraquella noche hubiera gente de se. Ya lo sé letras. Y en la primera mesa se Tres meses después Plimpencontró a Kurt Vonnegut. Más ton supo que Spinelli había allá estaban Irwin Shaw, Willie publicado su primer libro. Hoy Morris, exdirector de Harper s, es un reconocido autor de noy el novelista Winston Groom. velas infantiles.

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