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CULTURAL MADRID 17-11-2012 página 20
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CULTURAL MADRID 17-11-2012 página 20

  • EdiciónCULTURAL, MADRID
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Libros 20 LOS ALBORES DEL REALISMO EL DIOS DEL SIGLO UN SIGLO DE JAZZ HISTORIA DEL JAZZ JACINTO DE SALAS Y QUIROGA Edición de Russell P Sebold Cátedra. Madrid, 2012 488 páginas, 14 euros e Jacinto de Salas y Quiroga hay que decirlo casi todo, porque, sin ser un desconocido, no forma parte de la plana mayor de nuestros escritores decimonónicos (aunque, de no mediar su temprana muerte, hubiese llegado muy lejos) Nació en La Coruña el 14 de febrero de 1813. Quedó huérfano muy pronto y, entonces, fue enviado a Burdeos, a casa de los sobrinos de la célebre Teresa Cabarrús, aprendiendo allí un francés inmaculado y leyendo con fruición a maestros como Lamartine y Victor Hugo. Su adolescencia fue un continuo viaje, pues a los diecisiete años embarcó rumbo a Suramérica, donde pasó dos años, especialmente en Lima, la capital del Perú. Regresó luego a Europa, viviendo cortas temporadas en Liverpool, Londres hablaba perfectamente el inglés y París. Durante la regencia de María Cristina se instaló en Madrid, haciendo amistad con gente como Zorrilla, Espronceda, Gil y Carrasco o Campoamor. D por el pasaporte que utilizó en su viaje a América atildado y con toques byronianos tanto en la pose como en la cabellera con que se nos muestra en el único retrato que de él conservamos, el estampado al frente de sus Poesías (Madrid, Eusebio Aguado, 1834) TED GIOIA Traducción de Paul Silles Turner. Madrid, 2012 605 páginas, 34,90 euros Cuatro ejemplos El Prólogo de Salas a su compilación poética constituye un auténtico manifiesto de la poesía romántica, mientras que la Advertencia al tomo II de El dios del siglo, con su autor evocando el Nicholas Nickleby de Dickens, sitúa esa novela entre las pioneras del género realista en España, junto a Dos mujeres (1842) de Gertrudis Gómez de Avellaneda, María (1845) y La marquesa de Bellaflor (1847) de Ayguals de Izco, o Doce españoles de brocha gorda (1846) de Antonio Flores, por citar solo cuatro importantes ejemplos de literatura inspirada en la realidad mucho antes de que La Fontana de Oro (1870) de Galdós, viese la luz. Los personajes de El dios del siglo, desde el avaro don Sisebuto Soto hasta la apócrifa condesa de Florseca, pasando por los protagonistas la dulce Otelina de Zúñiga y su amado, el bizarro Félix de Montelirio, álter ego del escritor incluso en el tamaño, pues se habla de su corta estatura en la novela y por la inolvidable manola Angustias y su fiel enamorado Antonio, no tienen desperdicio. No lo dice Sebold, pero a mí me parece que la encarcelación de Félix a cuenta de los turbios manejos de Soto tiene que ver con la de Dantès por la denuncia de Danglars en El conde de Montecristo, de Dumas, que Salas pudo haber leído, pues se publicó entre 1844 y 1846. LUIS ALBERTO DE CUENCA cumental o una posible novela sobre el siglo del jazz. Se trata de una decisión feliz, ya que nos permite comprender de una forma muy directa el desarrollo de la música, entender de qué modo los estilos evolucionan y se transforman y los talentos de primera fila deslumbran a todos con su originalidad mientras que los de segunda fila organizan revoluciones laterales o añaden peldaños sin los cuales la escalera sería imposible de subir. Sin embargo, este enfoque narrativo, que es quizá la gran fuerza del libro de Gioia, es a la postre también su mayor debilidad, porque Gioia, que es un erudito en su campo, no es en cambio un gran narrador. No es, digamos, Alex Ross, un hombre de letras ingenioso y brillante, atento al detalle colorista y procaz, maestro del retrato, la caricatura, la viñeta. Su estilo narrativo es envarado y predecible: unos párrafos sobre un personaje y luego su nombre completo, su fecha de nacimiento y el comienzo de su biografía, y así una y otra vez. Sangre en las venas Gioia, dentro de lo que es ya una tradición en la crítica de jazz, dedica mucho espacio a describir estilos interpretativos y composiciones, pero tampoco aquí brilla en exceso. Logra describir con bastante precisión el estilo de Lester Young simplemente porque le dedica páginas y páginas, pero nunca llega a explicar, por ejemplo, en qué consiste el estilo stride de piano, al que también dedica innumerables páginas, ni tampoco a caracterizar en qué se diferencia el stride de Fats Waller, el de Art Tatum o el de Teddy Wilson. La traducción es excelente, aunque sorprenden dos cosas: la primera, la curiosa manía de llamar canciones a lo que bien podría llamarse composiciones o piezas y que en el jazz se llama temas La segunda, la decisión de dejar la palabra chorus sin traducir. Coro es la traducción directa y también el término que se usa en español para designar a cada una de las veces que se repite la estructura armónica de un tema dentro de una improvisación. Por lo demás, aquí está todo, probablemente todo lo que cabía meter en 600 páginas. Además de una extensa bibliografía, Gioia nos propone una útil lista de audiciones que mantendrán ocupado durante semanas a cualquiera que tenga un mínimo de sangre en las venas. ANDRÉS IBÁÑEZ Leonor sin apellido Aún viajaría por Cuba y Puerto Rico más adelante, y sustituiría en Holanda a Espronceda en el cargo diplomático que este tuviera allí. Murió en 1849, recién casado con una tal Leonor cuyo apellido desconocemos. Un año antes, en dos volúmenes surgidos de la imprenta de José María Alonso, había publicado El dios del siglo, una de las primeras novelas realistas de nuestra literatura. Acaba de rescatarla el gran hispanista estadounidense Russell P. Sebold en una impecable edición que constituye el número 710 de la magnífica serie Letras Hispánicas de Ediciones Cátedra. Salas y Quiroga era pequeñito medía 1 57: lo sabemos sta es una gran Historia del jazz, una magnífica introducción a este estilo de música y una interpretación de toda su Historia, desde el principio hasta el presente, que sin llegar a ser controvertida o polémica parece decidida a replantearse todas las cosas de nuevo y a no aceptar ningún lugar común como verdad intocable. Qué magnífico resulta encontrar, por ejemplo, esa reflexión sobre el lado oscuro de las tan idealizadas jam sessions, verdaderos torneos musicales en los que muchas veces lo que se busca es humillar y confundir al músico que está tocando. Las historias del jazz no suelen contar estos entresijos. Ted Gioia ha decidido abordar su Historia de forma narrativa. Todo, desde ese principio en que unos esclavos negros danzan en círculos en una plaza de Nueva Orleans hasta prácticamente nuestros días, transcurre como un vívido do- E Grandes del jazz como Miles Davis (sobre estas líneas) y Charlie Parker (abajo) se dan cita en esta Historia que firma Ted Gioia

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