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CULTURAL MADRID 02-06-2012 página 7
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CULTURAL MADRID 02-06-2012 página 7

  • EdiciónCULTURAL, MADRID
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SÁBADO, 2 DE JUNIO DE 2012 abc. es cultura- cultural cultural. asp ABC cultural 07 Cría cuervos CARSON MCCULLERS, una de las descendientes de Faulkner, al que él llamó mi hija fue bastante cruel con el escritor: Tengo más cosas que decir que Hemingway declaró y, Dios lo sabe, lo digo mejor que Faulkner FLANNERY O CONNOR Escritora, como Faulkner, del profundo sur de EE. UU. tampoco se quedó corta en sus ataques, y eso que el autor alabó su novela Sangre sabia Ni intento acercarme a él para que mi pequeño bote no se empantane confesó mejor toca y corresponde es despedirse por un rato de Faulkner (y no esperar hasta la próxima efeméride redonda) con sus propios dichos, que, además de ingeniosos y certeros, hacen de él un gran ejemplo, una figura inimitable, una cima inalcanzable pero que, aún así, digan lo que digan sus compañeros, puede enseñarnos tantas cosas. Pensemos entonces en Faulkner quien nunca dejó de construir su propio universo, aunque pareciera tener al universo de los otros en su contra; alguien que jamás leyó a Freud por considerarlo innecesario y porque tampoco lo leyó Shakespeare pero que no dejaba pasar año sin volver a el Quijote y que recomendó: Lee, lee, lee. Lee de todo: basura, clásicos, a los buenos y a los malos, hasta ver cómo es que lo hicieron. ¡Lee! Acabarás absorbiéndolo. Y entonces, escribe Faulkner como el sintetizador de la fórmula secreta, fácil de teorizar y difícil de poner en práctica de su oficio, con un 99 por ciento de talento... 99 por ciento de disciplina... 99 por ciento de trabajo... ¿La inspiración? No sé nada sobre la inspiración. Porque no sé qué es; he oído hablar de ella pero no la he visto nunca... El novelista nunca debe sentirse satisfecho con lo que hace. Lo que se hace nunca es tan bueno como podría ser. Siempre hay que soñar y apuntar más alto de lo que uno puede apuntar. No preocuparse por ser mejor que sus contemporáneos o sus predecesores. Tratar de ser mejor que uno mismo Faulkner entendía la literatura como algo equiparable a lo que hace una cerilla en el centro de la noche y en mitad del campo que nos hace conscientes de la oscuridad que nos rodea. Ya cerca del final, admitía que si pudiese volver a escribir mi obra lo haría mucho mejor, y ese el mejor estado en el que puede hallarse un artista Faulkner como aquel que deseaba reencarnarse en un buitre porque nadie lo odia, ni lo envidia, ni lo desea, ni lo necesita; jamás lo molestan y nunca está en peligro; además, le mete el diente a cualquier cosa como aquel que recomendaba aullar a solas porque los escritores que necesitan juntarse recuerdan a esos lobos que solo son lobos cuando van en manada, pero a solas, no son más que otro perro del montón Al final, cuando todo estuviera consumado, su único deseo era el objetivo último de un epitafio donde se resumiera la historia de mi vida como Escribió libros y murió Y mientras no agoniza, mientras sobrevive en la creencia de que, como le explicó el 10 de diciembre de 1950 a un efímero rey sueco, el hombre prevalecerá recordarlo siempre, no olvidarlo jamás, escribirlo en el reverso de una postal y pegarle ese sello de veintidós centavos que lleva su rostro: El pasado nunca muere. Ni siquiera ha pasado Y como apuntó al final de su genealogía sobre los Compson todo viene de y va a dar a un verbo inglés que bien puede ser, también, en tiempos en los que cada vez cuesta más concentrarse en algo que supere los ciento cuarenta caracteres, una última pero definitiva instrucción para esos lectores fáciles a los que él siempre se les hizo difícil: endure. O sea: resistir, aguantar, soportar, durar, permanecer. Como Faulkner. El buitre y el lobo WILLIAM STYRON Faulkner no ayuda lo suficiente al lector señaló Estoy a favor de su complejidad pero no de su confusión. Es demasiado intenso demasiado tiempo De la muerte de Faulkner dijo: Nos disminuye Fue Richard Ford otro caballero sureño quien, en 1983, celebró a los tres colosos, repartió elogios, y se arriesgó a un Faulkner, por supuesto, fue el mejor de los tres y el mejor que haya escrito ficción norteamericana en el siglo XX Para decirlo en palabras del propio Faulkner cerca de sus cincuenta años, y en un raro rapto de orgullo: Ahora soy conciente por primera vez del asombroso don que me fue conferido: sin ninguna educación formal y sin haber contado con personas educadas y mucho menos interesadas por la literatura, a pesar de ello, llegué hasta donde me encuentro hoy. No tengo idea de dónde me vino esa capacidad o qué dios o dioses me escogieron para ser su recipiente ¿Cómo finalizar? Para terminar, lo que Recipiente de los dioses TRUMAN CAPOTE Admitió que Luz de agosto es una obra sin par, pero calificó a Faulkner de imprudente, muy confuso No tiene control sobre lo que hace añadió, criticando además la afición del viejo jinete por las ninfas

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