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CULTURAL MADRID 31-12-2011 página 12
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  • EdiciónCULTURAL, MADRID
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Libros 12 COMUNICADOS DE LA TORTUGA CELESTE ANDRÉS IBÁÑEZ UNA TORTUGA SOBRE DIOS los musulmanes suele hacerles gracia la idea de que Cristo, que es un hombre, sea al mismo tiempo Dios. Mi pregunta sería cómo pueden ellos concebir un Dios que sea algo completamente ajeno a ellos mismos. Las librerías, por otra parte, están llenas de libros que pretenden demostrar científicamente que Dios no existe. Por ejemplo, el último de Richard Dawkins, La magia de la realidad, donde se propone demostrar que los mitos son falsos y que solo la ciencia dice la verdad En El lenguaje del mito, el periodista Bill Moyers se asombra de que para Campbell no exista ninguna diferencia entre mitos y religión que él explique los dioses como la lucha de los órganos del cuerpo y que afirme que Cristo no es más que uno mismo. Bill Moyers, representante del oyente medio, creyente y poco sofisticado, se asombra. ¿Yo soy el Cristo? Claro, en el mismo sentido que el Buda no es una persona, sino una posibilidad de evolución de todos los seres. A los no creyentes les gusta el budismo porque afirman que es una religión sin Dios o incluso una religión atea Pero no es que en el budismo no haya Dios: es que los budistas llaman vacío o nirvana a ese estado que otros llaman Dios Porque Dios no es un ser, sino un estado del ser, un nivel de la conciencia. En su prólogo a Psicología y alquimia, Jung explica que Cristo no es más que un símbolo de la totalidad de la psique, una imagen de la identidad. Cristo, Buda y Shiva serían los grandes símbolos de la identidad. Una idea desarrollada por Hillman en su idea de que los dioses griegos existen realmente como fuerzas y personalidades y, literalmente, personas de la psique, y más desarrollada todavía por Jean Shinoda Bolen en dos libros maravillosos, Las diosas de cada mujer y Los dioses de cada hombre, donde cada lector puede descubrir A qué dios o dioses le influyen y le hacen actuar de esta o aquella manera. Qué curioso, descubrir que los mitos griegos describen mis problemas con los hijos, con el sexo, con la organización, con el éxito o con la autoaceptación. De pronto, ya no parecen tan falsos. No existen religiones politeístas La religión de los egipcios, como la de los griegos o la de los hindúes, es tan monoteísta (por llamarla así) como la cristiana. En el hinduismo, los dioses no son más que manifestaciones del brahman. Alain Daniélou lo explica maravillosamente en un libro titulado Dioses y mitos de la India. Todo lo que se ama, todo lo que se admira, dice Daniélou, se convierte para un hinduista en una representación de Dios. Como cuando Richard Rorty da como posible sustituto a Dios los libros que uno ha leído. En Cómo Dios cambia tu cerebro, el neurólogo Andrew Newberg, junto con Mark Robert Waldman, afirma que el concepto que cada uno tiene de Dios afecta a su cerebro, a sus neuronas, a su estado de ánimo y a su salud. El hecho es que, afirma, el cerebro humano tiene dificultad para diferenciar las fantasías de los hechos Esto se debe a que, como ya enunció Lezama Lima, lo que no es verdad ni mentira, el alma lo percibe como verdad Es inútil intentar demostrar que Dios existe o no existe. No se puede comprender nada sin antes investigar. No se puede investigar si no se tiene deseo de comprender. Lo que llamamos Dios es una posibilidad evolutiva. Podríamos incluso, de modo tentativo, situarlo en la parte desconocida del cerebro, ese órgano que apenas usamos. Este es el legado de los gnósticos: que la fe de San Pablo no basta, que es necesario adquirir un conocimiento. Esta es también la idea que Borges exponía en su libro sobre el budismo, que inició mi búsqueda hace ya muchos años. Para saber qué es Dios hay que buscar. TODOS A CLASE LAS CRÓNICAS DE LA SEÑORITA HEMPEL SARAH SHUN- LIEN BYNUM Traducción de Gabriela Bustelo Libros del Asteroide Barcelona, 2011 261 páginas, 18,95 euros La idea de Borges Lo que se ama sí como hay grandes novelas americanas que encogen con los años, también hay mejores jóvenes escritores norteamericanos que nunca llegan a crecer del todo y se quedan, para siempre, en tempranas promesas nunca del todo cumplidas. Parte de la culpa esa suerte de bendición envenenada la tiene la buena intención de revistas como The New Yorker o Granta o de prestigiosos suplementos culturales, todos adictos a la elaboración de listas y rankings para felicidad de agentes literarios y, finalmente, casi siempre relativo beneficio de editores. Pero de tanto en tanto, la puntería es certeza. Sarah Shun- lien Bynum (Houston 1972, autora de la fantasía victoriana Madeleine Is Sleeping, que resultó finalista del National Book Award) puntuó alto dentro de la lista antología 20 de menos de 40 propuesta por el prestigioso semanario neoyorquino y su sitial ahora parece confirmado con Las crónicas de la señorita Hempel. A Así, tal vez, Talento primer relato capítulo es de lo mejor del libro. Pronto comprendemos que la señorita Hempel proyecta en los demás lo que no se atreve a contemplar en ella misma y en un pasado complicado y un presente opaco. A saber: alguna vez hiperactiva chica punki con déficit de atención que se sintió genial por un rato y, ahora, mujer con padre muerto, madre y hermana en su contra, novio que le produce cierta repulsión a la hora de sus avances sexuales, una jauría de estudiantes adolescentes, y la inconfesable sospecha de que educar equivale a domar brillantes individualidades para obtener opacas y maleables personalidades en blanco y negro. Hay que sumarle a esto cierta quietud errática de la protagonista y tendremos una heroína diferente que, finalmente, dirá adiós a todo eso. Después, embarazo y, si hay suerte, convertirse en una nueva variedad de maestra siempre insufrible Robin Wimás o menos preparada para lliams subiéndose a su escrirendir los implacables exáme- torio. nes de la maternidad. Sépanlo: Bynum con una Los frecuentadores de las prosa mitad seca y mitad meficciones escolares no encon- lódica no tarda en informartrarán aquí el sentimentalis- nos de que la señorita Hempel, mo aristocrático del Mr. Chips con el pelo siempre nevado de de James Hilton, polvo de tiza, la melancólica no era una CON UNA PROSA resignación del buena maestra MITAD SECA, poseído por las MITAD MELÓDICA, que el enseñar letras William la había vuelto LA AUTORA SE Stoner de John inútil para cualMERECE EL Williams, o la quier otra cosa ADJETIVO compulsión y que hubo un SALINGERIANA tiempo en que poética de aquel Tiza en el pelo Presente opaco Beatrice Hempel, veinteañera profesora de literatura en un instituto privado de Nueva York, ordena su vida con formato de novela- en- cuentos o cuentos- de- novela. En un principio, la señorita Hempel parece menos preocupada por programas educativos que por las peculiaridades de un alumnado con el que se relaciona con modales de cronista en paisajes nuevos y exóticos.

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