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CULTURAL MADRID 29-10-2011 página 20
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CULTURAL MADRID 29-10-2011 página 20

  • EdiciónCULTURAL, MADRID
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Arte 20 T rata esta exposición, tan exquisita como frívola en el sentido cartográfico y mágico de la palabra, ya que existe una isla conocida por ese nombre desde el siglo XVIII, vuelta a descubrir hace algunos años por Italo Calvino de dibujos de moda y figuras de mujer, dispuestas en escena no solo para iluminar pliegues, vuelos y elegantes y distraídos ademanes, diseños de vestidos y complementos, sino para disponer a sus portadoras narrando historias y fábulas tan verosímiles como fantásticas, tan reales como soñadas. Habitantes, al fin, de Frívola, isla en la que pasean los sueños y los deseos entre telas y gestos de mujer aparentemente ajenas a la vida, cuando en realidad son la vida misma, la única soportable de vivir por ser precisamente un sueño, un deseo. Moda dibujada y llevada con rara y afectada elegancia por mujeres aparentemente tan de diseño como sus propias ropas, como si las primeras debieran corresponderse con las segundas, inevitablemente y al revés. Y posiblemente esa sea una de las PUNTADAS SIN HILO Con sus dibujos de moda, publicados en la revista Blanco y Negro, Carlos Sáenz de Tejada marcó un estilo. Se exponen por vez primera en el Museo ABC el catálogo, aunque también con el cine o una fotografía de una revista, diario o magazine. No se trataba, por tanto, solo de dibujar la moda de Coco Chanel a Elsa Schiaparelli ni de llevar los sueños, pasiones y deseos hacia lo inalcanzable de Josephine Baker a Greta Garbo o de Mona Williams a Luisa Casati aunque muchas veces así fueran presentadas esas escenas por el artista, y más en una época de crisis tan dura como fascinante como la que recorre esta exposición de dibujos originales de un pintor e ilustrador gráfico de biografía tan extraordinaria como hasta hace poco conflictiva y desdibujada. Imagen deseada en la que el vestido nos permite creer, como escribiera Baudrillard en De la seducción (1989) y estos más de trescientos dibujos parisinos de Tejada son más que la prueba de la habilidad y la capacidad de creación gráfica, de dibujo, de puesta en escenas modernas, de la moda, de la mujer en la que se podía creer y desear a través de sus vestidos de esos años, como si de un pintor de la vida moder- Hacia lo inalcanzable pocas claves que existen para escapar del mundo de lo real o amortiguar el peso cruel de lo cotidiano, para fugarse a la isla de Frívola, ya que, como dijera Roland Barthes, la vestimenta no expresa a la persona, sino que la constituye, añadiendo que la persona no es otra cosa que esa imagen deseada en la que el vestido nos permite creer Esa afirmación la hacía Barthes a propósito de Pierre Loti y su Aziyadé (1879) pero es como si el autor de estos fantásticos, felices, frívolos e inquietantes dibujos de moda, el pintor y artista, ilustrador y muralista Carlos Sáenz de Tejada (1897- 1958) lo hubiese leído. El vestido, la moda de mujer, que es la que dibujó en sus años parisinos entre 1926 y la Guerra Civil, nos permite creer en la imagen deseada, en el de- seo mismo. Tejada las presenta moda y mujer en lugares privados, públicos o cosmopolitas, como en un teatro de lo mundano y de la seducción, aunque ya sabemos que pudiera tratarse de Frívola o de un lugar semejante. Tal vez pudiera identificarse con ShangriLa, lugar ficticio creado por James Hilton en Lost Horizon (1938) y que oportunamente recuerda Judith Thurman en

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