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CULTURAL MADRID 15-10-2011 página 12
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CULTURAL MADRID 15-10-2011 página 12

  • EdiciónCULTURAL, MADRID
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Libros 12 SÁBADO, 15 DE OCTUBRE DE 2011 abc. es ABC cultural Las cosas que importan Un auténtico tsunami de la cultura, eso era Félix Romeo. Ignacio Martínez de Pisón recuerda cómo conoció al colaborador de ABC Cultural, fallecido el 7 de octubre. Palabras desde la amistad y la emoción próxima a la vida: se nutría de ella. Algunos de los episodios de su siguiente novela, Discothèque (2001) están inspirados en experiencias que conoció mientras estuvo en la cárcel por insumisión, y en Amarillo (2008) uno de los libros más vibrantes y desgarradores que he leído, recuperaría con tono elegíaco la figura de su amigo de infancia Chusé Izuel, que se suicidó en el piso de Barcelona que compartieron durante varios meses del año 91. Y pocos días antes de su muerte había entregado a su agente literaria el original de su cuarto (y, por desgracia, último) libro, Noche de los enamorados, en el que nuevamente regresa a su estancia en la zaragozana prisión de Torrero para contarnos la historia del que fue su compañero de celda y recrear esa España no tan lejana en la que los crímenes llamados pasionales quedaban prácticamente impunes... La vida, siempre la vida como fuente de inspiración. Félix, como todos los grandes novelistas, sabía que las buenas novelas están hechas con los mismos materiales con los que está hecha la vida, y en las suyas, como en la vida, hay lágrimas pero también risa, y dolor pero también alegría... Acaso predestinado por su nombre de pila, fue, como los poetas de la generación de los 50, un decidido partidario de la felicidad. Se dedicó siempre a buscar la felicidad y a repartirla entre quienes tuvimos la fortuna de disfrutar de su amistad. Lo hacía además de forma arrolladora. Hace un par de semanas estuve brindando con él por la memoria de José Antonio Labordeta, muerto un año antes. Mercado Central, libro póstumo de Labordeta que está a punto de aparecer, incluye unas páginas sobre Félix y le califica de tsunami. Eso era Félix, un tsunami de los libros, de las películas, de la amistad... De todo eso y de muchas cosas más hab blaba en sus colaboraciones en prensa y radi dio. Los lectores de ABC Cultural, en el que co colaboraba, saben bien cuáles fueron sus fi filias y sus fobias literarias. Polemista como e era, no siempre se podía comulgar con sus j juicios pero, incluso cuando no estabas de a acuerdo, en su argumentación siempre de descubrías algo luminoso y certero que te o obligaba a reconsiderar tus opiniones. Los lectores de este suplemento también co conocen sus ideas sobre el mundo y la polí lítica. Ardoroso defensor de la democracia y sus valores más profundos, libraba frec cuentes batallas contra los dogmatismos y los fundamentalismos. Una de sus citas favoritas trata de estos últimos: Para demostrar que el fundamentalista se equivoca, tenemos que saber primero que se equivoca. Tenemos que estar de acuerdo en qué es lo que importa: besarse en público, los bocadillos de jamón, la divergencia de opiniones, la última moda, la literatura, la generosidad, el agua, una distribución más justa de los recursos mundiales, las películas, la música, la libertad de pensamiento, la belleza, el amor. Esas serán nuestras armas La cita es de Salman Rushdie, pero le gustaba tanto a Félix y resume tan bien su pensamiento que para mí ya es como si fuera suya. IGNACIO MARTÍNEZ DE PISÓN Partidario de la felicidad ENTRE REJAS Para su novela, Discotèque Félix Romeo (a la izquierda) se inspiró en experiencias que conoció mientras estuvo en la cárcel por insumisión C uando conocí a Félix Romeo, era un chico de diecisiete años que empezaba a publicar reseñas en periódicos y revistas de Zaragoza. En la primera que leí, los famosos duendes de la imprenta habían cambiado la equis de su nombre por una ese, y durante un tiempo lo llamé Felis creyendo que esa extraña grafía era deliberada y formaba parte de su singularidad de artista adolescente. Yo entonces tenía veinticinco años y un par de libros publicados, y le trataba con cierta condescendencia. Por ejemplo, le recomendaba novelas que no debía dejar de leer. Pero él ya había leído esas novelas. Esas y muchas otras que yo desconocía, y puedo asegurar que era verdad: no se trataba de la clásica impostura del joven que finge haber leído lo que no ha leído. Desde antes de conocernos y hasta el final, fue un lector voraz, apasionado, de esos que todas las noches roban horas al sueño para refugiarse en las páginas de un libro. Felis no tardó en convertirse en Félix y en uno de mis mejores amigos. También en uno de los primerísimos lectores de mis manuscritos: sin su aprobación no me atrevía a mandarlos al editor. Pero ser un buen lector no implica ser un buen escritor, un paso que tarde o temprano Félix se decidiría a dar. En diciembre del 94 viajé a Zaragoza para pasar las navidades, y Félix me estaba esperando con un ejemplar de Dibujos animados recién salido de imprenta. Durante todos esos meses, en los que nos habíamos visto un montón de veces, lo había mantenido en secreto: ni los amigos más cercanos sabíamos que estaba escribiendo una novela. La lectura de Dibujos animados me reveló un talento narrativo que yo mismo era incapaz de intuir. Por resumirla de alguna manera, es la historia de una adolescencia triste en una Zaragoza triste, y puede leerse como una declaración de gustos e intenciones. La literatura de Félix estaba, como la literatura que más le gustaba leer, muy Declaración de intenciones DESGARRADURA Amarillo otro de los títulos del autor, recupera la figura de su amigo Chusé Izuel, que se suicidó en 1991 en el piso que ambos compartían en Barcelona

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