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CULTURAL MADRID 24-09-2011 página 9
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CULTURAL MADRID 24-09-2011 página 9

  • EdiciónCULTURAL, MADRID
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SÁBADO, 24 DE SEPTIEMBRE DE 2011 abc. es ABC cultural 09 stuve con Isaac Rosa en la última huelga general y comentamos la paradoja de nuestra forma de vida: en esta sociedad solo una huelga hace visible el trabajo. El ciudadano se da cuenta de que alguien habrá que recoja las basuras, conduzca los autobuses o descargue mercancías cuando dejan de hacerlo. No sabemos ni cuánto trabajo de cuántas personas costó la camisa que llevamos puesta. No los vemos. Isaac estaba entonces terminando una novela y me comentó: me está saliendo un portal de Belén, con todas las figuritas, la lavandera, el pastor, el herrero que viene en representación de todos los herreros, etc. Acabo de leer La mano invisible y me he llevado un disgusto: es una gran novela. Se agradece que las haya, sí, pero ¿por qué narices tiene que escribirlas un amigo, con lo fácil que sería admirar a un desconocido que vive en Mondoñedo? Isaac se ha propuesto no solo hacer visible el trabajo, sino convertirlo en materia narrativa, y lo ha hecho a sabiendas de la imposibilidad de su empeño. Sin trampas: habla del trabajo manual, mecánico, repetitivo, el de los que viven por sus manos: albañiles, limpiadoras, carniceros, teleoperadoras, lo que se solía llamar subalternos. Y narra el trabajo en sí, no algo que sucede en el lugar de trabajo o algo que rompe la monotonía diaria (una aventura, digamos, un suceso excepcional, un drama) Tampoco ha utilizado el señuelo de los personajes: aparecen en la novela como trabajadores (ni siquiera conocemos sus nombres) acuden al tajo como al portal de Moloc, para ofrecer su cuerpo, su salud, su tiempo, su esfuerzo, su vida entera al dios de Adam Smith y su mano invisible. Decía Jesús Pardo que el problema es que el trabajo en sí mismo es inenarrable ¿Cómo contar algo allí donde no hay nadie, donde cada uno deja de ser alguien? Por eso cantaba Raimon que venía de un silencio, Jo vinc d un silenci, el de la gent que anomenen classes subalternes: el silencio del trabajo, del que no hay nada para contar. o solo Pavese, cualquiera sabe (o es capaz de imaginar) que lavorare stanca, trabajar cansa. La novela de Isaac es una furiosa y afilada denuncia de lo que antes se llamaba alienación, del trabajo alienado, del hecho de que hay dueños del trabajo (y no son los que lo hacen) ¿Y la ética del trabajo? ¿Y la satisfacción y el orgullo de la obra bien hecha? Ahí te voy: hablamos de albañiles que, una vez terminados, ni siquiera reconocen los edificios en los que se han dejado la piel. Hablamos de secretarias que no saben por qué ni para qué copian un escrito. Lo que nos muestra Isaac es que, en el portal de este Nacimiento, no E LECTURAS Y RELECTURAS RAFAEL REIG LAVORARE STANCA Otras novelas de Isaac Rosa ya habían puesto en cuestión las convenciones narrativas, pero creo que nunca había llegado tan lejos y de una forma tan brillante y contundente como en La mano invisible hay nadie, ningún dios verdadero; que el trabajo alienado está vacío de sentido para el trabajador y, por lo tanto, vacía de sentido su propia existencia. Para desvelar la brutalidad de la alienación la novela recurre a unos trabajadores contratados para representar en un escenario de una nave industrial, con espectadores y focos, su propio trabajo real: el albañil levanta el muro, lo tira y lo vuelve a levantar. Llega un momento en que los personajes quieren saber quién les contrata y para qué, qué es eso, qué hacen allí y si es un trabajo de verdad o de mentira, esperan una revelación que dé sentido a lo que hacen, necesitan saber qué hay detrás de todo esto La novela obliga a salir del engaño: qué más da, ¿acaso tiene más sentido el trabajo que hacéis fuera de aquí? Es el magnífico soliloquio del vigilante nocturno el que hace estallar la novela: Por qué os parece especial esto que veis, por qué os admira, por qué os indigna, es que acaso aquí está pasando algo diferente a lo que ocurre a diario fuera de esta nave Se pregunta por qué esperan algo que dé sentido a todo esto; de verdad lo creéis necesario todavía, aún demandáis una explicación para cerrar el círculo; si es así no habéis entendido nada Aquí fue cuando di un respingo en el sillón: Isaac, me has pillado, pensé, porque la novela me había estallado en la cara. quí convergen esa necesidad de un significado detrás de todo esto que sienten los trabajadores con la necesidad de argumento, de desenlace, de drama humano y personajes de carne y hueso que siente el lector. El soliloquio del vigilante acaba haciendo impacto en el lector y la novela se convierte (también) en una metanovela: qué sentido tienen las convenciones literarias, las expectativas del que lee, lo que necesita para dar sentido a la novela. Para hacer que la novela sea visible, Isaac, digamos, también ha hecho huelga, lo que lleva al lector a preguntarse si la ficción novelesca no será otra forma de alienación. Otras obras de Isaac ya habían puesto en cuestión las convenciones narrativas (El vano ayer, ¡Otra maldita novela sobre la guerra civil! pero creo que nunca había llegado tan lejos y de una forma tan brillante y contundente. El mercado literario que tenemos, la novela española actual, no podía sino parecerse a nuestro mercado laboral: al parecer cada día tienen que ser más flexibles. Novela precaria, de duración mínima, con demasiados funcionarios y subvenciones, sin inversión productiva y centrada en el beneficio a corto plazo. Contra ambos mercados se rebela la novela de Isaac, una enmienda a la totalidad. A N Antonio López, líder de masas Mañana, si nadie lo remedia, se cierra la exposición de Antonio López en el Museo Thyssen. El cartel de no hay billetes como en los buenos espectáculos, se ha colgado todos los días. ¡Enhorabuena! MILLONES de estadounidenses se concentran en el 3 por 100 urbano del país. En Tokio, 36 millones. Así comienza el nuevo libro de Edward Glaeser, El triunfo de las ciudades (Taurus) Los rascacielos dominan el horizonte 243 Amarga despedida La de Rosina Gómez Baeza en su carta de adiós de LABoral. Yo, como siempre he hecho, continuaré velando por la independencia del hecho cultural frente a los poderes públicos Ahí queda

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