CULTURAL MADRID 03-09-2011 página 33

SÁBADO, 3 DE SEPTIEMBRE DE 2011 abc. es ABC cultural a mañana del 23 de octubre de 1764 Jean- Marie Leclair era hallado muerto en su casa en la periferia de París. Tres cuchillazos habían acabado con su vida. El que uno de los más distinguidos violinistas de la época llevase años residiendo en un pequeño piso situado en un barrio de mala fama como era la Porte du Temple sólo habría extrañado a cuantos desconocían las crecientes muestras de misantropía del músico, una tendencia que venía a sumarse a las angulosidades de un temperamento de por sí huraño y conflictivo. Leclair conducía una vida apartada y modesta. En la escena del crimen no había evidencias de hurto; el asesino parecía haber actuado movido por otro propósito. Pero, ¿quién podía desear la muerte de Leclair? El problema, en este caso, es que sobraban candidatos. Podía haber sido tal vez una venganza de su segunda esposa, Louise- Catherine, de la que el músico vivía separado desde hacía tiempo tras una larga unión llena de encontronazos. Según sugiere el musicólogo Olivier Lexa, en ella se habría inspirado Leclair para dibujar el personaje de la celosa y colérica Circe en su ópera Scylla et Glaucus. ¿Es posible que, después de tanto tiempo, Louise- Catherine anidase todavía algún resentimiento? Así parecería confirmarlo su decisión de no presenciar las exequias de su ex marido. Otro familiar con cuentas pendientes era el sobrino François- Guillaume Vian, también músico, quien no le perdonaba a Leclair su negativa a recomendarle al Duque de Gramont. Durante los interrogatorios, François- Guillaume tuvo palabras de inusitada violencia respecto de su difunto tío. Llegó a decir que había tenido su merecido, pues siempre se había portado como un lobo solitario y había despreciado a su familia. L 33 Arriba, retrato de Jean- Marie Leclair en un grabado de la época. A la izquierda, Fabio Biondi, uno de los mejores intérpretes actuales de la obra de Leclair za con la efusión lírica. Su ascendencia francesa no le impidió nutrir una extraordinaria admiración por la música italiana. No en vano había perfeccionado su técnica violinística en Turín con Giovanni Battista Somis, un alumno del gran Corelli. El violín tiene, evidentemente, un protagonismo absoluto en el catálogo de Leclair: cuatro libros de sonatas para violín y bajo continuo, otros dos de sonatas para dos violines sin bajo continuo, varias colecciones de sonatas en trío y dos series de conciertos para violín (donde asoman destellos vivaldianos) Su ambición le llevó también a intentar el camino operístico con Scylla et Glaucus (1746) cuya tibia acogida le cerró las puertas de los teatros. Publicado en 1723, el Primer libro de Sonatas para violín y bajo continuo es la tarjeta de presentación de un artista que todavía compaginaba la carrera de músico con la de bailarín. Sin alcanzar la maestría de los libros tercero y cuarto, Leclair muestra ya un lenguaje asentado y personal. La intensa expresividad de los movimientos lentos se alterna con el desparpajo de las danzas rápidas, todo ello siempre al servicio de un elevado ideal artístico (el ritmo era lo suyo tanto como el contrapunto) El alto grado de dificultad técnica y la densidad de la escritura rebosante de dobles cuerdas y arpegios hicieron que un contemporáneo, Boucher d Argis, definiera estas partituras como una suerte de álgebra El sello Arcana reedita una grabación de 1992 donde un joven y casi desconocido Fabio Biondi interpretaba cuatro sonatas de este Primer libro (concretamente, las n 3, 7, 8 y 9) A muchos oyentes les costará reconocer aquí al futuro violinista que poco más tarde sorprendería al mundo con sus frenéticas y desmelenadas interpretaciones vivaldianas. Tal vez por la propia naturaleza de las piezas, tal vez por la trascendencia del momento (este fue uno de sus primeros registros como solista) Biondi suena comedido, delicado e incluso algo cohibido. Estos aspectos quedan compensados, sin embargo, por su capacidad de matización y el lirismo con el que envuelve en los movimientos lentos. Quizá en la actualidad puedan encontrarse en el mercado acercamientos más aguerridos al universo de las sonatas de Leclair Butterfield (Naxos) Santos (Ramée) Holloway (ECM) pero este disco es una buena oportunidad para situar de nuevo bajo los focos a un músico que, además de fundador de la escuela violinística francesa, fue un excelente compositor. LECLAIR PRIMER LIBRO DE SONATAS PARA VIOLÍN SOLO CON BAJO CONTINUO F. Bion- Comedido y delicado Tocar como un ángel El misterioso asesinato de Jean- Marie Leclair, creador de la escuela violinística francesa, todavía planea como una sombra sobre la luminosidad de su legado artístico Por Stefano Russomanno Aunque diversos indicios apuntaban a la culpabilidad del sobrino, la encuesta finalmente fue archivada. No es menos cierto que el pasado de Leclair albergaba rencillas y rencores que bien pudieran haber desembocado en represalias tardías. El episodio más conocido es el de su rivalidad con el violinista piamontés Jean Pierre Guignon. Ambos aspiraban a ser primer violín en la orquesta de Luis XV, la Chambre du Roy, y ambos fueron contratados para el cargo con una decisión salomónica: cada mes se alternarían al mando de la orquesta. En un gesto de caballerosidad, Guignon concedió a Leclair el primer turno. Sin embargo, al mes siguiente este último rehusó cumplir lo acordado y prefirió dejar la orquesta con tal de no ser el segundo de Guignon. Todos estos datos contrastan de manera sorprendente con las cualidades del Leclair músico, de quien los contemporáneos afirmaban que tocaba como un ángel a la vez que admiraban su estilo interpretativo marcado por el sentimiento y la ternura En su faceta de compositor Leclair logró ese equilibrio entre instancias encontradas que nunca alcanzó en las relaciones personales. El virtuosismo más encendido siempre se acompaña en sus piezas de un talante expresivo, el impulso espectacular se armoni- di, violín. R. Alessandrini, clave. M. Naddeo, violonchelo. P Monteilhet, tiorba. CD. Arca. na (Diverdi)