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CULTURAL MADRID 25-06-2011 página 24
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CULTURAL MADRID 25-06-2011 página 24

  • EdiciónCULTURAL, MADRID
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Arte 24 INMATERIALES JOSÉ JIMÉNEZ EL TRIUNFO DE LO LOCAL pesar de ser relativamente pequeña, Suiza es una de las naciones más ricas del planeta. En ella reside un tercio de la riqueza en manos privadas de todo el mundo. Bice Curiger, la comisaria de la 54 Bienal Internacional de Arte de Venecia, una de las citas de mayor relieve del arte contemporáneo, es precisamente suiza. Conservadora de la Kunsthaus de Zúrich desde 1993, y fundadora y redactora jefe de Parkett, una de las revistas de referencia para el conocimiento y la difusión del arte de nuestro tiempo, Curiger es una personalidad internacionalmente reconocida y respetada. Había las mejores expectativas hacia su propuesta que, sin embargo, ha causado una decepción prácticamente general. Se supone que, a diferencia del carácter comercial de las ferias, las bienales deben presentar una articulación conceptual para así transmitir al público, a los públicos del arte, cierto estado de la cuestión. Naturalmente, a estas alturas nadie piensa ya en una exposición- panorama que agrupe y ordene todo lo que hay Pero sí en un registro parcial, en una mirada selectiva, capaz de transmitir algunas líneas o planteamientos de actuación relevantes sobre la dinámica del arte. Sin embargo, para decirlo lisa y llanamente, la muestra de Curiger es un desastre. El concepto que utiliza, ILLUMInazioni, que juega incluso tipográficamente con un doble plano de sentido iluminaciones por un lado, y naciones por otro ha dado paso a una selección de obras y artistas que parece completamente ocasional. Igual que están los que están, podrían estar muchos otros. No sirve, como hace Curiger, remitirse al sentido, poético o filosófico, que el término iluminaciones tiene en Rimbaud o en Benjamin si luego las propuestas resultan deslavazadas y, en no pocas ocasiones, transmiten oscuridad en lugar de luz. Sin intensidad, sin brillo. Se oscila entre artistas muy jóvenes para una A convocatoria de este tipo: de un total de 89, hay 32 nacidos después de 1975, y algunos grandes nombres, como Polke, Franz West, Turrell o Fischli y Weiss, pero sin presentar de ellos propuestas nuevas o suficientemente intensas. O, peor aún, se incluye de manera meramente oportunista a un clásico como Tintoretto. Uno de los casos más patéticos de la falta de intensidad de esta bienal es la repetición, porque de eso se trata, de la obra del italiano Maurizio Cattelan, que ya en 1997 situó en sus espacios expositivos a 200 palomas disecadas con el título de Tourists. Ahora el número de animales disecados ¿con qué finalidad? ha aumentado, y la pieza se llama Others. Pero nada ha cambiado, sigue siendo la misma banalidad vacía que, además, rompe vidas. Hay también alguna obra de interés, y una excepcional: The Clock (2010) de Christian Marclay, un extraordinario ejercicio de montaje fílmico, con una duración de 24 horas, en la que se va siguiendo la sucesión temporal en escenas de películas diversas en las que aparece una cuenta del tiempo que coincide con la que el espectador tiene en su propio reloj. Es obvio, sin embargo, que se trata de una obra producida antes y al margen de los planteamientos de la Bienal. Comenzaba el artículo escribiendo sobre Suiza. Un dato significativo es que entre todos los artistas presentes hay nada menos que doce que han desarrollado su trabajo o han nacido en Suiza. El grupo más numeroso entre las distintas nacionalidades presentes en la selección de Curiger. De modo que, a pesar, según el presidente de la bienal, de que se había pedido a la comisaria una muestra sin fronteras el resultado real ha sido una muestra limitada, construida con sus contactos personales. En la que lo mejor se encuentra en algunos pabellones nacionales, fuera de su responsabilidad. En fin, esta Bienal supone el triunfo de lo local. Eso sí, de lo local bien situado, influyente, por su posición de poder en el mundo. Repetimos DAR LA CARA Face Contact en el Teatro Fernán Gómez de Madrid, es la exposición de tesis de la última edición de PHotoEspaña, que está dedicada al retrato Un completo desastre HTTP: WWW. JOSEJIMENEZCUERPOYTIEMPO. BLOGSPOT. COM l público que visita la vasta programación de un festival inabarcable como PHotoEspaña supone ya que el comisario general, que firma en solitario buen número de las exposiciones, no puede atender con idéntica intensidad a todas. Entre otras cosas, porque muchas responden a los impulsos de las instituciones colaboradoras que se suman a un evento cultural de enorme repercusión y poder de convocatoria. E Gerardo Mosquera es el responsable último de los contenidos de PHotoEspaña 11, aportando un modelo, como reconoce, más descentralizado que nunca, con proyectos fuera de las salas convencionales y en la red. Respaldado por la organización y un equipo de profesionales asistentes, sus tareas de supervisión sustituyen al seguimiento comisarial pormenorizado en no pocos casos. En otros, incluso, como la selección de Hou Hanru para el Museo ICO, ha sido él mismo quien ha querido ser sorpren- dido y contar con cierto factor incontrolable, otorgando carta blanca a tan influyente colega para que hiciera su propia aportación al tema elegido para este año: el retrato. Frente a todo ello, Face Contact puede considerarse la gran exposición colectiva de esta edición, y, con seguridad, la más personal de las avaladas por Mosquera, pues en ella ha reunido el núcleo y las tesis nodales de esa particular interpretación sobre el género que, a lo largo del festival, el espectador puede ir articulando.

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