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CULTURAL MADRID 18-06-2011 página 34
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  • EdiciónCULTURAL, MADRID
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Cine 34 ABC cultural SÁBADO, 18 DE JUNIO DE 2011 abc. es El secreto de la momia Si el cinema marginal fue el hermano rebelde del cinema novo brasileño, Ivan Cardoso fue el hijo guasón con sus comedias conscientemente delirantes LOS TESOROS DE LA CRIPTA diaba, Cardoso se adhiere en El secreto de la momia a las enseñanzas del cinema marginal para someter los estereotipos del fantastique más antañón a un proceso de estilización caricaturesca, en una mezcolanza de géneros que el propio Cardoso denominó terrir. El uso del collage, al modo del Godard de la primera época, el empleo de subtextos más o menos encubiertos, el surrealismo fetichista de Buñuel, el delirio bizarre de Mojica Marins (que hace un cameo en la película) el pop lisérgico de Andy Warhol o Paul Morrisey, la sicalipsis mema de las pornochanchadas se juntan, en mogollón desinhibido y arrebatadamente kitsch, para completar una película de un friquismo que roza ¡y perfora! la yugular de la alucinación lisérgica. La trama de El secreto de la momia es, naturalmente, irrelevante: baste decir que saquea los motivos de La momia (1932) de Karl Freund, entreverados con pinceladas de Frankenstein (1931) de James Whale, y La isla de las almas perdidas (1932) de Erle C. Kenton. Sobre este tapiz de elementos culturalmente codificados, Cardoso intercala las morcillas más peregrinas documentales de viajes exóticos, retazos de las Actualidades Atlântida (el equivalente brasileño a nuestro No- Do) etcétera alterna el color con el blanco y negro, introduce flash- backs incongruentes, dinamita, en fin, las convenciones cinematográficas mediante la utilización jocosa de materiales de derribo, hasta sumergir al espectador en un estado de perplejidad rayano con la semiinconsciencia o la oligofrenia. Los que sueñan de día perciben muchas más cosas que los que sueñan únicamente de noche dice en un pasaje de la película uno de sus personajes, citando a Poe; y, para crear ese clima de ensoñación diurna, Cardoso se sirve de unas interpretaciones descacharrantes, entre el burlesque y la pantomima bufa, donde no faltan las señoras pulposas que bambolean sus anatomías menos vertebradas y una pareja de actores sembrados y pasadísimos de rosca: el veterano Wilson Grey, que interpreta a Expedito Vitus, un mad doctor sádico y cornudo que no esconde su parecido con Boris Karloff; y el debutante Felipe Falcão, que encarna a su fiel sirviente, un perturbado rijoso y melómano ¡impagable la secuencia en que nos descubre sus dotes canoras! llamado ¡cómo no! Igor, de ojos saltones y cráneo mondo, que a la vez que vigila los escarceos de la novia de su amo (Clarice Piovesan, caracterizada como una Marilyn Monroe verracona) persigue a las criadas para que le laman la calva y exhorta a la momia del mercader egipcio Runamb (Anselmo Vasconcellos) al rapto de desprevenidas doncellas, que encierra en el sótano de la mansión, para que entretengan el hambre o la salacidad de las quimeras creadas por el doctor Vitus. No hace falta añadir que esta hilarante El secreto de la momia no es apta para cinéfilos sesudos, ni siquiera sensatos. Pero, ¿quién dijo que cinefilia y sensatez tuviesen que ir juntas de la mano? JUAN MANUEL DE PRADA EL SECRETO DE LA MOMIA. IVAN CARDOSO. PROTAGONIZADA POR WILSON GREY Y FELIPE FALCÃO. BRASIL, 1983 Morcillas peregrinas acia finales de los años sesenta, surge en Brasil el llamado cinema marginal, una corriente rupturista, a modo de escisión radical del cinema novo de Glauber Rocha o Nelson Pereyra dos Santos, que, descontenta con las concesiones que el movimiento matriz había hecho a la censura o al público, propone una serie de películas desmelenadas y transgresoras, desdeñosas del circuito comercial, que buscaban su inspiración en las propuestas más subversivas de Godard, Fuller o Antonioni, pero también en la cutrez delirante de las llamadas chanchadas brasileñas, comedietas ingenuas, con su toque de carnavalada plebeya, que en la década de los setenta se convertirían en pornochanchadas (el equivalente a nuestro cine del destape, con el toque sandunguero propio de aquellas latitudes) Los impulsores del cinema marginal eran jóvenes de veintipocos años, airados y sarcásticos a la vez, menos campanudos que sus hermanos mayores del cinema novo y con un fondo de desencanto nihilista, que no tenían rebozo en mezclar la nouvelle vague con los subgéneros populares, en un cóctel no apto para todos los paladares. Frutos de esta combinación libérrima son títulos como O bandido da luz verme- H lha (1968) A mulher de todos (1969) ambas dirigidas por Rogério Sganzerla, quizá el cineasta más dotado del grupo o la violenta y misticoide O anjo nasceu (1969) de Júlio Bressane. Un epígono risueño de este movimiento es el inclasificable y psicotrónico Ivan Cardoso (n. 1952) ayudante de dirección de Sganzerla y Bressone y admirador reverente de José Mojica Marins, sumo pontífice del cine trash brasileño que había popularizado un personaje llamado Zé do Caixão (algo así como Pepe el del Ataúd mezcla de satanista y empresario de pompas fúnebres, con sus ribetes de Fu- Manchú (por las uñas largas) y Drácula de arrabal canalla. Después de rodar algunos cortometrajes mudos en Super- 8, como el lobotómico Nosferato in Brazil (1970) Ivan Cardoso dedica un documental encomiástico a su ídolo, O universo de Mojica Marins (1979) mientras prepara su primer largometraje, O segreto da múmia (1982) concebido como una suerte de parodia desquiciada de los viejos seriales y del cine de terror de la Universal, en la estela de la desternillante El jovencito Frankenstein (1974) de Mel Brooks. Sólo que si Brooks aceptaba las convenciones narrativas del cine que paro- Un mogollón deshinibido A la izquierda, la momia que da título a esta comedia acecha a la desprevenida doncella de turno. Sobre estas líneas, el cartel de la película y el director, Ivan Cardoso

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