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CULTURAL MADRID 28-05-2011 página 19
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  • EdiciónCULTURAL, MADRID
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SÁBADO, 28 DE MAYO DE 2011 abc. es ABC cultural 19 LA TRADUCCIÓN COMO VÍNCULO LA PASIÓN DEL PRESENTE GIACOMO MARRAMAO Traducción de Carlos Cuéllar Gedisa. Barcelona, 2011 223 páginas, 21,90 euros Recorrido filosófico Gabriel Albiac (en la magen superior) que fue alumno de Louis Althusser (a la izquierda) rastrea la invención del sujeto político, desde Maquiavelo (en el centro) hasta Spinoza (junto a estas líneas) a pasión del presente, de Giacomo Marramao, conjuga la analítica y la hermenéutica, procurando pensar el tiempo sin ontologizarlo: asistimos a un tiempo que se despliega en el presente, en la contingencia, y cuyo ser, paradójicamente, se apoya en una fundamental otredad constitutiva. De aquí los análisis críticos que encontraremos en esta nueva obra respecto a la violencia generada por la identidad vertical, no relacional. Lo relacional se apoya en la traducción como vínculo de las diferencias; mientras que la identidad como estatuto previo supone la alteración de la relación, de lo heterogéneo, y se impone como violencia de lo Uno (piénsese en los nacionalismos excluyentes) El capítulo Civitas es valioso en este sentido, porque señala que los retos de Europa desde esta perspectiva han de tener en cuenta que el ethos de la comunidad solo se puede fundar en las diferencias. Frente a lo monocultural, una ética de la traducción. Marramao lo expresa así: Una de las consignas de la ética europea debería ser: la verdadera lengua de Europa es la traducción Traducción como proyecto político. Es cierto que eso es lo que hacemos todo el tiempo, traducir las costumbres, las modas pero la dificultad radica si entiendo bien a Marramao en ser conscientes de que cultura y convivencia son traducción y, por lo tanto, se puede hacer que la diferencia se convierta en el elemento constructivo de lo universal. Frente a la identidad como sustancia, la diferencia irreducible (a lo uno) Para los que no conozcan el pensamiento de Marramao, aclaro que está lejos de abrazar el relativismo, político o filosófico. Apoyándose en L los orígenes del pensamiento occidental, cree que estamos abocados a construir una mayéutica relacional una traducción recíproca. Marramao reflexiona a veces, creo, entregado en exceso a aspectos académicos o de Historia de la filosofía sobre algo que considero fundamental: nuestras concepciones y experiencias del tiempo, en el que interceden el proyecto y la realidad existencial: tiempo de la vida (el proyecto) y tiempo del mundo (o público) La filosofía se propone aquí como crítica del tiempo uniforme, del progreso como tiempo homogéneo, señalando la noción de oportunidad (kairos) como oportunidad de nuestra experiencia vital. Reconquistar el imaginario diverso de nuestra vida, las narraciones e imágenes que nos constituyen, es una forma de acentuar el presente como memoria y anticipación; por otro lado, el tiempo del mundo nos lleva a insertar la diferencia vivencial, bajo la ética de la traducción, en el diálogo polémico de la comunidad. Nuestra identidad no es la vida personal ahistórica del existencialismo sartriano, sino un tiempo que se reconoce en el diálogo. Leyendo en este sentido a Walter Benjamin y a Herbert Marcuse, Marramao busca una ontología de lo posible apoyada en una defensa del individuo como depositario de la experiencia real, no filosófica. Creo que Marramao podría encontrar, en las lúcidas reflexiones de Antonio Machado de los años 20 y 30 sobre los conceptos de homogeneidad y heterogeneidad, identidad y otredad, y en sus heterónimos Abel Martín y Juan de Mairena, una fuente de inspiración. JUAN MALPARTIDA Benjamin y Marcuse Además, si no somos libres, salvo para seguir nuestras pasiones, ¿qué significa la servidumbre y, más aún, una servidumbre voluntaria? Si la idea de una voluntad libre es, para Spinoza, una contradicción en los términos, la de una servidumbre voluntaria, también lo será. Así pues: o La Boétie o Spinoza, pero no ambos. Queda, no obstante, una enseñanza perdurable: si la política es el ámbito de la do- minación, no puede ser el de la libertad. Y, aunque con menos certeza, otra verdad pascaliana: la imposibilidad de una política cristiana, pues o política o cristiana. Sin renunciar al magisterio de los pensadores tan egregiamente estudiados, el pensamiento de lo político tiene otros maestros. Solo tres ejemplos: Aristóteles, Montesquieu y Tocqueville. Ellos, y otros pocos, nos enseñan cómo sal- vaguardar la libertad frente a la agresión de la dominación política; en suma, cómo eludir la condición de esclavos felices y también, por supuesto, la de esclavos desgraciados. Pero, cuidado, la democracia, por sí sola, no resuelve el problema. Por el contrario, puede agravarlo, pues la pasión dominante en las democracias es la igualdad, no la libertad. IGNACIO SÁNCHEZ CÁMARA Lengua verdadera JUSTO NAVARRO El espía ALEJANDRO ZAMBRA Una apasionante novela, en torno a Pound en Italia, por un grandísimo escritor La infancia bajo Pinochet: una concisa obra maestra por el autor de Bonsái Formas de volver a casa ANAGRAMA

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