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CULTURAL MADRID 16-04-2011 página 35
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  • EdiciónCULTURAL, MADRID
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El cine puede matar El proyecto inacabado Dark Blood de Ed Lachman, tiene su continuación en Shadow de Slater Bradley. Helga de Alvear lo exhibe en su espacio Por Hilario J. Rodríguez te de su protagonista, el carismático actor River Phoenix. Bradley es el instigador de Shadow, la culminación de aquel proyecto inacabado, que ahora se exhibe en Madrid en forma de instalación y, al tiempo, de diario de rodaje, íntimo y de rememoración del universo del cine. Un juego de espejos en el que Lachman y Bradley se reconocen de diferentes formas: el primero como testigo fílmico y el segundo como creador conceptual. Susan Sontag decía que el arte del siglo XX era un comentario a toda su Historia. ¿Lo es Shadow a la del cine? Ed Lachman: Es una continuación, lo que podría venir después de una imagen de cine. Slater Bradley: Y una meditación sobre su efecto en varias generaciones, como la mía. Detrás de todo eso están nuevas concepciones de la mitología hollywoodiense. E. L. Nosotros arremetimos contra aquella mitología. No podíamos identificarnos con ella por su grado de falseamiento de la realidad. Buscamos alternativas. Vimos las mismas cosas que los clásicos, pero con una actitud diferente. Shadow es buen ejemplo, porque no propone una narración épica donde antes la podría haber propuesto John Ford, sino una indagación sobre nuestro nuevo papel en los paisajes. Ya no somos ni pioneros, ni cowboys. Somos supervivientes. S. B. A menudo lo que ves es lo que deseas ser. Algo así te convierte en un doppelgangër, en el doble de alguien a quien deseas parecerte aunque no sepas quién es o quién fue. El fantasma de River Phoenix recorre Shadow E. L. A River lo mataron las drogas, y eso lo ha convertido en una especie de James Dean, un icono trágico en el que se ven reflejados muchos jóvenes. Pero él no solo era un actor, era además un ser comprometido con el medio ambiente y la cultura. Le interesaban la herencia de los indios en la sociedad estadounidense y nuestro incierto futuro. S. B. Yo nunca lo conocí. Lo vi por primera vez en Cuenta conmigo (Rob Reiner, 1986) y me identifiqué con él porque era capaz de convertir lo más anormal en algo cotidiano. Te hacía creer en él y, a la vez, en ti mismo. Lachman lo conoció personalmente y se considera su amigo, y Bradley se tiene que reflejar en él a través del actor Ben Brock. E. L. Shadow es una propuesta reflexiva que invita a reconsiderar los grandes espacios que caracterizaron al western y otros SÁBADO, 16 DE ABRIL DE 2011 abc. es ABC cultural 35 os 30 años que separan a Ed Lachman (1946) de Slater Bradley (1975) son los que separan al cine exhibido en salas convencionales del que en estos momentos se ofrece en galerías como Helga de Alvear. Son los 30 años que diferencian una película de una instalación. En esas tres décadas, dos generaciones han seguido caminos diferentes que ahora convergen en Shadow. A Lachman lo conocemos por su trabajo como director de fotografía en Las vírgenes suicidas, Erin Bronkovich o Lejos del cielo, además de por sus colaboraciones con Wim Wenders, Bertolucci, Werner Herzog o Godard. Sigue siendo un buscador de imágenes que sirvan para redefinir el paisaje cultural. Sabe que estas son fugaces y que uno siempre tiene que estar preparado para capturarlas. De Bradley, sin embargo, sabemos menos a no ser que hayamos visto sus exposiciones en el Whitney o el Guggenheim de Bilbao. Su obra es más escurridiza. Es un artista que, en lugar de ir en busca de imágenes, proyecta su identidad en las ya creadas por el mundo de la música o el cine. Ian Curtis, Kurt Cobain y Michael Jackson han sido sus referentes, cantantes que hicieron suya la máxima demasiado joven para morir, demasiado viejo para el rock Lachman fue director de fotografía de Dark Blood, una película que nunca llegó a terminarse a causa de la repentina muer- L En la otra página, Lachman (de pie) y Bradley en la galería Helga de Alvear. Sobre estas líneas, algunos fotogramas de Shadow (2011) géneros desde sus orígenes, y la dificultad que tenían los actores de cobrar forma en ellos. Para mí, esos espacios no los define John Wayne; los definen actores como River porque tienen otro papel en ellos, más cercano a mis inquietudes. S. B. A través de él me gustaría reconsiderar las extrañas relaciones que puede haber entre la identidad y la celebridad, entre la admiración y ciertas conductas obsesivas. Phoenix es punto de partida, no una meta. S. B. El cine es entretenimiento, pero puede matar. Phoenix murió y no es posible que vaya a resucitar como lo ha hecho hace poco Mickey Rourke. Shadow es una obra sobre la vida y sobre la muerte a partir de la imagen. E. L. A mí me da la sensación de que River era pasado y con Shadow lo hemos convertido en presente, quizás en futuro. Dark Blood trataba sobre el fin del mundo y Shadow sobre el fin del cine. E. L. Cada vez es más difícil creer en las imágenes porque cada día son más falsas. El cine ha contribuido a ese tipo de sensación. S. B. Las galerías y los museos obligan a tener una relación distinta con ellas. Ya no puedes conformarte con consumirlas mientras comes palomitas. Tienes que replantearte tu función. Igual que yo como creador me planteo otras cosas, tú como espectador debes plantearte nuevos retos. ¿Hasta qué punto el azar les ha ayudado en este proyecto? E. L. Mientras rodábamos Dark Blood con River Phoenix, en la última toma con él hubo un momento en que el director pidió que cortásemos, pero la cámara siguió, y River fue acercándose al objetivo sin darse cuenta de que su propio movimiento iba oscureciendo cada vez más la imagen. Fue, de algún modo, una crónica de su muerte, que tuvo lugar unas cuantas horas más tarde. S. B. Cuando visitamos las localizaciones de Dark Blood, en Utah, al entrar en un bar donde solía ir Phoenix, encontramos unas fotos de él y Lachman. Son las que utilizamos en Shadow, una prueba de que los nuevos contextos en los que se mueve la imagen, hoy digital, pueden redescubrir o añadir nuevas capas a la Historia del cine. ED LACHMAN Y SLATER BRADLEY SHADOW Galería Helga de Alvear. Madrid. C Doctor Fourquet, 12. Http: www. helgadealvear. com Hasta el 7 de mayo

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