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CULTURAL MADRID 02-04-2011 página 18
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CULTURAL MADRID 02-04-2011 página 18

  • EdiciónCULTURAL, MADRID
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Libros 18 AL PASO IGNACIO RUIZ QUINTANO MÚSICA LINDA Q ué linda está la mañana, qué bonitas todas las flores... La música amansa a las fieras, pero excita a los cursis. ¡Música! piden en los toros los paletos en cuanto su matador agarra la muleta: creen que sin música el empresario les sisa media entrada. Por eso los Lindo no van a los toros. ¡Qué barbaridad! Los Lindo van al Carnegie Hall a oír la Misa en Si menor de Bach cuyos derechos defienden los Lindo en sus cenas con la ministra Angelines invitados por un chico belga del coro japonés. ¡Caramba, qué buenos chascarrillos progresistas nos estamos perdiendo! Y los Lindo quedan transportados hasta el punto que la señora Lindo no pierde la ocasión de darle un pellizco de monja a la Iglesia, que por culpa del Vaticano II cambió a Bach por Kiko Argüello. Como las señoras del chiste de la Mahou, la señora Lindo, sin dar más que para hermana tornera soplando la siringa, se mete en los jardines de la música y la teología. Pobres Steiner o Ratzinger, de quienes no ha leído una línea, a su lado. Y para destransportarse los Lindo se pegan una cena frugal Cena frugal es lo contrario de cena opípara que era la cena de un personaje del señor Lindo que le hacía decir a Umbral que un tío que escribe cena opípara no sabe escribir. En cualquier caso, allá Umbral, que se echó la novela a la espalda, cuando el señor Lindo, vicario de Cervantes en Nueva York, con el presupuesto que eso significa, donde es bueno es en el suelto. Con ese aire de superioridad que da alternar en el Carnegie Hall, y sin renunciar nunca a su misión regeneracionista, el señor Lindo señala, escandalizado, a los diez mil jenofontines que se dieron cita en Avilés para oír a Wody Allen tocar el clarinete. País de sordos tituló el sueltecillo, en seguida sustituido, no sabemos si urgido por los lectores del periódico global en español, por País con ciertas deficiencias auditivas matiz propio de un melómano de Bach. La tentación de existir No se consideraba ni filósofo ni escritor, pero el rumano Emil Cioran logró ser ambas cosas. El 8 de abril se cumple el centenario de su nacimiento l rumano Emil Cioran (Rasinari, 1911- París, 1995) fue uno de los pensadores más personales del siglo XX, en un doble sentido: por un lado, su reflexión va inextricablemente unida a un estilo (una literatura) y, por otro, hizo de su subjetividad su mundo filosófico. Es cierto que dedicó páginas lúcidas y preciosas a Joseph de Maistre y Valéry; dibujó rápidos retratos, siempre al sesgo; llevó a cabo meditaciones penetrantes sobre el tiempo, la Historia y la utopía: todo ello encontrará lectores en nuevas generaciones. Su universo es el de un nostálgico de la mística transformada en un bisturí mortífero. Fue un espíritu negador, del alto estilo, en la mejor tradición maniqueísta de los bogomilos, geográfica y espiritualmente cercana a su vida. Se definía como budista, al menos por un buen tiempo, pero siempre pensaba en el budismo y en el hinduismo en su vertiente negadora y en el hecho de que fueron religiones que pensaron a fondo la nada. No le interesaron los aspectos, notables en su literatura y arte, que exaltan el erotismo y la compasión, aunque él fuera, en cierto sentido, compasivo. Su obra es contradictoria, sobre todo porque expresa las diferencias de una persona, de su mundo subjetivo y heterogéneo, que no necesariamente ha de someterse a la consistencia de la lógica. E Aunque su padre fue pope, Cioran fue siempre ateo, pero obsesionado como pocos por la religiosidad; de hecho, padeció agudas crisis religiosas sin fe. Como Baudelaire, osciló del éxtasis al horror por la vida. Tuvo una infancia feliz hasta los diez años; a partir de entonces, el insomnio, esa experiencia de la orfandad y la distancia, lo transformó. Vivió en Rumania hasta 1937, fecha en la que se instaló en París, y donde más tarde adoptaría la lengua francesa. Apasionado lector de filosofía y novela (de esta hasta los cuarenta años, como Josep Pla) de poesía y de memorias, nunca tuvo mucha paciencia con los filósofos jergosos y académicos, y siempre sintió debilidad por la reflexión aliada a lo literario (el primer Pascal, Schopenhauer, Kierkegaard, Nietzsche, Chamfort, Simmel) es decir, pensadores con una fuerte impronta personal; no tanto intelectuales, en los que la gravitación se ha desplazado hacia el mundo, sino aquellos en los que el yo ha predominado, designando con yo a la persona en cuanto que individuo irreductible a otro. Tampoco estuvo cerca de los ilustrados, ni de ningún posibilista. La división entre el árbol de la vida y el del conocimiento (Génesis) era en él irreconciliable, de ahí el inconveniente de haber nacido para la conciencia y para la Historia con este correlato moral: la vanidad de todo gesto y la insignifican- Actor de sí mismo Cambio de lengua Traduciendo a Mallarmé (sobre estas líneas) Cioran comprendió que escribir en otro idioma era una experiencia asombrosa. Ya nunca abandonó el francés cia de todo. Se sintió atraído por el tedio romántico, en los románticos alemanes y en Dostoievski, cuyo personaje Stavroguin adoraba. Cioran tuvo una gran vocación de fracaso (era rumano, un país siempre invadido, golpeado por la Historia) No lo consiguió del todo. Quizás fue un poco exagerado en sus gestos, y fue en parte un actor de sí mismo. Aunque le interesaban los absolutos de la mística y el otro extremo, preferir el yo a la existencia, hay en su obra mucho cotilleo metafísico, lo cual lo torna en un clown (del humor a la payasada ingeniosa) un poco exagerado. Amó a Bach sobre todos los músicos, y, en la tradición popular, según dijo alguna vez, la melancolía del tango. Fue ajeno al cine, a la ciencia, y careció de vida política, aunque no de opiniones. Escribió en muchas ocasiones sobre la decadencia imparable de Occidente y de su pronta hecatombe, no por la bomba atómica, sino por la degeneración de nuestra cultura. Conoció a su mujer, Simone Boué, traductora y profesora de inglés, en 1941, pero nunca aparece en su obra. Fue amigo de Ionesco, de Samuel Bec- Cotilleo metafísico Pensar la nada El dedo divino La música fue uno de los amores de Cioran; también los aforismos. Si Dios le debe todo a alguien escribió en uno de ellos es a Bach (sobre estas líneas)

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