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CULTURAL MADRID 12-03-2011 página 18
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  • EdiciónCULTURAL, MADRID
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Libros 18 COMUNICADOS DE LA TORTUGA CELESTE ANDRÉS IBÁÑEZ LOS MEJORES DISCOS DE JAZZ ara mí, por supuesto, dentro de mi limitado conocimiento y de forma completamente arbitraria y personal. Tengo que aclarar que entiendo por discos aquellos que no sean recopilaciones, lo cual deja fuera de nuestra lista todo el jazz anterior a Charlie Parker, de modo que aquí no apareceran ni las grabaciones de los años 20 de Louis Armstrong, ni la gran banda de Ellington durante los 30 y 40, ni aparecerán tampoco los grandes, los olímpicos, ni Coleman Hawkins tocando Body and soul o con los Chocolate Dandies, ni Lester Young con los Kansas City Four y Five y con Johnny Guarnieri, ni Billie Holliday con Teddy Wilson, ni Nat Cole, ni el mejor Errol Garner, ni Lionel Hampton tocando Chinatown en el piano con dos dedos, ni, ¡ay! Django Reinhardt. Comenzaré mi lista rompiendo mi propio criterio dos veces: los Savoy Masters y los Dial Masters, de Charlie Parker, en la edicición española de Definitive Records, por ejemplo. El grupo de baladas de los Dial de Charlie Parker son, para mí, la cima absoluta de la historia del jazz, lo cual bastará para explicar por qué incluyo aquí estos discos. Y a continuación, sin un orden preconcebido... Mi disco favorito de Bill Evans sigue siendo, a pesar de todo, Everybody Digs Bill Evans, que es el primero que grabó. Aquí está la Peace Piece, maravillosas baladas y temas de bop con solos absolutamente perfectos. Más difícil sería elegir un disco de Miles. El primero, The Birth of the Cool, sigue siendo uno de los más bonitos y perfectos. Por lo demás, hay muchos Miles, y uno prefiere uno u otro. Miles in Antibes es una obra maestra, como cualquiera notará con sólo escuchar el primer tema, Autumn Leaves. En cuanto a John Coltrane, uno de los tres grandes genios de la historia del jazz (dejo a su elección quiénes son los otros dos) creo que mi disco favorito de su ex- P tensa producción es Live at Birdland, una obra maestra tan deslumbrante que hasta le gustó a Philip Larkin, cuya idea del jazz era Benny Goodman. Jazz apasionado y apasionante que atraviesa y conmociona, perfecto equilibrio entre sensatez y locura, entre intelecto y lirismo, entre elegancia y fantasía. Otro de los grandes discos de la historia del jazz es The Jazz Workshop, de George Russell, aunque aquí el énfasis no está en los solos sino en la composición y en la orquestación. Y otro cuyo interés sí está en los solos es Far Cry, obra maestra de Eric Dolphy, donde podemos oírle tocando en saxo alto y, sobre todo, en el clarinete bajo, su loca y genial versión del hard bop (es como ver imágenes deformadas a través de una lente de colores) además de una inolvidable balada para alto solo. Otros de mis discos favoritos: Lennie Tristano The New Tristano, de Lennie Tristano, que son, en realidad, dos discos juntos. Mucho más me costaría elegir un disco de Chick Corea (Now she sings, now she sobs) o uno de Herbie Hancock, al que de cualquier modo ya hemos escuchado con Miles. En cuanto a Keith Jarrett, no nos andemos por las ramas y señalemos My Song como uno de los más bellos discos de jazz de todos los tiempos. Usted lo sabe, y yo también. Otro de mis favoritos siempre ha sido The Survivors Suite. Luego están las manías, las locuras personales. The Art of the Ballad, de Art Pepper, la única antología que incluiré, donde hay un Somewhere over the Rainbow que vale por todo el resto de la lista. Hotel Hello, de Gary Burton y Steve Swallow. The Colours of Chloe, de Eberhard Weber, cuyo primer tema se llama Mevlevia. Mysterious Traveller, de Weather Report. Songs for Love, del gran Tete Montoliu. El primer volumen de Exclusively for My Friends, de Oscar Peterson. Sí, aquí no hay duda. Los dioses y la música de los dioses. EMISARIO DE LAS TINIEBLAS HISTORIA DE UN ESTADO CLANDESTINO JAN KARSKI Traducción de Agustina Luengo Acantilado. Barcelona, 2011 592 páginas, 17 euros Manías y locuras Solos perfectos y puesta en marcha, ya en aquellos mismos momentos, del plan de la solución final El nombre de Jan Karski, como el de muchos otros, tendría que esperar para ser conocido en todo su excepcional papel e importancia histórica mucho tiempo después de los acontecimientos. Tras visitar el gueto de Varsovia, guiado por dos dirigentes judíos que vivían clandestinamente en el lado ario, entró en un campo de exterminio. Allí comprobó, entre horrorizado y estupefacto, cómo se asesinaba a diario y se hacía desaparecer cadáveres de forma masiva, mecánica e industrializada. De regreso, en noviembre Un secreto aterrador de 1942, Karski difundió enEste combatiente, enlace tre los distintos gobiernos durante la Segunda Guerra aliados y las personalidades Mundial entre el Gobierno y organizaciones judías de polaco en el exilio y la Resis- Londres, a través de microtencia interior, fue en 1942 el filmes y detallados informes, primer testigo ocular que las desesperadas llamadas de partió con el aterrador se- socorro que le habían sido hecreto de todo lo que había chas en un gueto agonizante, visto en Polonia. Su objetivo, al límite de sus fuerzas. Pero alertar del exterminio de los como bien se sabía en Varsojudíos, planeado sistemáti- via se hacían pocas ilusiones camente por los al respecto ocupado el resnazis. En otras KARSKI LOGRÓ to del mundo en palabras: hacer ENTRAR EN UN una guerra gepartícipe a un CAMPO DE neral y devasmundo libre y EXTERMINIO Y tadora, aún no poco receptivo VIO CÓMO SE de su terrible había muchos ASESINABA A descubrimiendispuestos a DIARIO to: la existencia creerlo, y tanto e he instruido en Historia. He aprendido sobre la evolución de las naciones, los sistemas políticos, las doctrinas sociales, los métodos de conquista, de persecución y de exterminio. Del mismo modo, sé que nunca, en ninguna parte, ocurrió algo que pueda compararse con lo que se le ha infligido a la población judía de Polonia. Son declaraciones del diplomático y miembro de la Resistencia Jan Kozielewski, más conocido como Jan Karski (Lodz, Polonia, 1914- Washington, 2000) M en Londres como en Nueva York todo parecía una exageración Un par de años antes, en 1940, este mensajero de lo aún inconcebible ya había viajado a Polonia con instrucciones muy concretas por parte del Gobierno en el exilio de Londres: unificar todos los grupos que obraban en la clandestinidad y formar lo que entonces se llamó un Estado clandestino La tenaz Resistencia polaca bien planificada debido, seguramente, a la práctica inestimable de la lucha secular de Polonia por su autoconservación biológica y por sobrevivir a Tenaz Resistencia

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