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CULTURAL MADRID 05-03-2011 página 32
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Arte 32 ocos artistas contemporáneos han tenido un lanzamiento crítico tan espectacular como Jasper Johns, que dos semanas antes de inaugurar su primera exposición en la mítica galería Leo Castelli ocupó la portada de ARTnews con su obra Target with Four Faces. Bastó que en esos días hace 53 años Alfred H. Barr comprara para el MoMA cuatro de las obras expuestas para que comenzara la institucionalización de un artista que había recurrido a motivos desconcertantes y, al tiempo, anodinos, como la bandera americana o una diana. Aunque pertenece a su lectura canónica, Johns no dudó, a mediados de los sesenta, en declarar que deploraba las etiquetas y que en realidad no era un artista pop. Lo cierto es que este creador no tiene casi otra cosa que parecidos de familia o vecindades iconográficas con Warhol o Lichtenstein. Hasta podría sostenerse que es demasiado pintor e incluso críptico hasta un límite inquietante. Richard Shiff advirtió en un texto para Cosas del pasado y del presente: Jasper Johns desde 1983 (exposición itinerante del P SIN HACERSE ILUSIONES La trayectoria de Jasper Johns vuelve a ser cartografiada en una muestra en el IVAM de Valencia, que pone el énfasis en su labor gráfica preocupado por el instante en que uno identifica algo con precisión y de pronto ese momento se desvanece: Me preocupa ver o decir algo en un instante cualquiera y dejar que pase de largo Pero también le interesan las cosas que hacen referencia al mundo, más que aquellas que remiten a la personalidad. En cierta medida, Johns siente una especie de resentimiento contra la ilusión, y esa es la razón que le llevó a radicalizar la idea del cuadro como objeto, como algo real en sí mismo, o a la utilización de objetos reales como pintura. Los impulsos artísticos, más allá de la sublimación teórica, pueden ser bastante estúpidos. Johns cuenta cómo en la época en que estaba haciendo esculturas con pequeños objetos, le contaron una historia sobre De Kooning: Me dijeron que estaba enfadado con mi marchante, Leo Castelli, por no sé qué razón, y le dijo algo como: ¡Ese hijo de puta! ¡Seguro que le das dos latas de cerveza y las vende! Me lo contaron y pensé: ¡Vaya escultura, dos latas de cerveza! Encajaba a la perfección con lo que estaba haciendo entonces, Dos latas de cerveza Walker Art Center que recaló en el IVAM en 2004) que, en 1964, a Jasper Johns le llamó la atención el tipo de aviso del fabricante que figuraba en los envases de galletas y cereales. Se advertía al consumidor que no esperase que el contenido del paquete ocupase todo el volumen, porque era posible que el producto se hubiera asentado en el fondo. La culpa del engaño potencial la tenía la ley de la gravedad. La reacción de Johns a esta situación parecía reflexionar sobre la ironía de llenar un espacio con holgura, ya sea con cereales u otra cosa Ese mismo año, Warhol presentaba en la Stable Gallery sus latas de estropajos Brillo, radicalizando el ready made y, según Danto, poniendo un drástico cierre a la Historia Arte. La imaginación de Johns tiene mucho de la laxitud y del hermetismo que encontró en los paquetes que nos alivian en el desayuno. De John Cage tomó la idea de que en cualquier punto de la naturaleza hay algo que ver. Su propuesta plástica sería la de una obra que contuviera posibilidades similares para el enfoque variable del ojo. Rauschenberg no quería que un cuadro se pareciera a algo que no es; al contrario, se trataba de conseguir que se pareciera a algo que es: Un cuadro se parece más al mundo real cuando está sacado del mundo real Johns, por su parte, estaba

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