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CULTURAL MADRID 12-02-2011 página 22
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  • EdiciónCULTURAL, MADRID
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Libros 22 Q ué es lo que atrae la atención de un h i st o r i a d o r a l pensar en los personajes que han protagonizado la Historia? En algunos casos la respuesta es clara, pero, en otros, podría decirse que su mérito debe abrirse paso entre muchas dificultades. Y no es la menor el haber quedado encasillados en un solo rasgo de carácter. Esta podría ser la historia del ilustrado venezolano Francisco de Miranda (1750- 1816) analizado pormenorizadamente por el historiador y americanista Manuel Lucena Giraldo en una excelente y documentada biografía que se lee con gran interés. ¿Quién fue Miranda? La respuesta es fácil: el primero en concebir el derecho a la libertad de la América española, en redactar un manifiesto que inspiró a Simón Bolívar su conocida Carta de Jamaica, en realizar una acción política directa contra los realistas españoles. Su aportación, sin embargo, muy pronto se vio superada por la épica del Libertador, el héroe mítico que consiguió llevar a término lo que, en el caso de Miranda, no pasó de dos intentos fallidos. La suya es la historia de un precursor, condenado, como la mayoría de ellos, a vivir en un tiempo que no está todavía maduro para sus ideas y sus acciones. MIRANDA, EL CONQUISTADOR FRANCISCO DE MIRANDA. LA AVENTURA DE LA POLÍTICA MANUEL LUCENA GIRALDO Edaf. Madrid, 2011 256 páginas, 22 euros un traidor sin que éste lograra explicarse. No parece que fuera un traidor, aunque sí quedó en evidencia su falta de reflejos ante la oposición mostrada por un solo oficial, el tinerfeño Domingo de Monteverde. Miranda pasó sus últimos años preso en un fuerte de La Carraca, cerca de Cádiz, sabiendo que se le hacía único responsable del descalabro de la Primera República de Venezuela. La biografía de Lucena recorre una historia apasionante. Miranda vivió gran parte de su vida fuera de Venezuela: salió en 1771 y regresó dos veces entre 1806 y 1812. Se fue con 21 años y regresó con 56, cargado con los ideales que había conocido en la Francia revolucionaria. Los caraqueños apenas sabían quién era aquel hombre de cabello empolvado y aspecto cosmopolita. Pero todas las cortes europeas lo conocían porque vivió prácticamente en todas ellas satisfaciendo, en la medida de lo posible, sus ansias de aventura, de conocimiento y de placer. No debía ser fácil hacerse con la confianza de la gran Catalina de todas las Rusias pero Miranda lo consiguió. Según anotó en su diario ambos pasaron horas hablando de la Inquisición, de América y de política. Su trayectoria siempre era la misma: llegaba a un lugar, impresionaba con su energía y audacia, se hacía con cierto poder y, a partir de ahí, chocaba con los residentes hasta que se conjuraban para deshacerse de él. Y vuelta a empezar. Su falta de astucia es conmovedora. La única etapa de estabilidad la conoció en Inglaterra, al lado de una mujer con la que no llegó a casarse, Sarah Andrews, y con la que tuvo dos hijos. Lo dejó todo para seguir a Bolívar en la empresa de liberar un continente, con el resultado que conocemos. Sarah quedó en Londres y luchó como esas mujeres fuertes que describe la Biblia, pero se sintió tan sola que llegó a escribirle unas palabras que encogen el ánimo: Pido a Dios a menudo que llame al cielo a mis queridos hijos en vez de vivir en este mundo tan desagradable, que en una sola tumba nos metan a todos, en vez de conocer tantas miserias como me veo obligada a padecer No volvieron a verse. ANNA CABALLÉ Seguir a Bolívar Muchos frentes Pero Lucena Giraldo nos ofrece algo más: el relato sólido de un hombre que tenía muchos res y los libros y dejó largo tesmás atractivos aunque, con el timonio de sí mismo a través tiempo, quedara reducido a la de un diario escrito a partir figura del Precursor de la In- de los 21 años, cuando salió dependencia. En realidad, nos de Caracas rumbo a España dice su biógrafo, su destino no para entrar al servicio del estaba tan claro y tampoco Rey Carlos III. No abandonasu transformación ideológica ría nunca su escritura, y hoy de servir al Rey de España a forma parte de su prodigioso liderar la defensa de la eman- archivo, la Colombeia, regiscipación americana tuvo los trado por la Unesco en 2006 efectos de una revelación. como parte de la Memoria del Nunca quiso morir como un mundo. mártir y hasta el último moLa vocación ilustrada de mento conspiró para huir Miranda es indiscutible: mede sus carceleros, aunque lómano, intérprete de la flauta la mitología republicana lo travesera, escritor y poseedor quisiera así. La impresión es de una biblioteca que iba enla de un hombre polifacético, riqueciéndose con sus numecon muchos frentes abiertos. rosos viajes: Nada puede ser Tuvo rasgos que más desagrahacen pensar en LUCENA GIRALDO dable para mí él como un CaHA ESCRITO UNA que saber que sanova criollo, uno solo de mis EXCELENTE Y pura materia de libros ha sido DOCUMENTADA novela. Como su removido de mi BIOGRAFÍA QUE álter ego venecasa. Pensar en ciano, Miranda SE LEE CON GRAN esa posibilidad INTERÉS amó a las mujehiere realmente mis sentimientos escribió en 1807 a su amigo y socio John Turnbull, exponiendo la estrecha relación que mantenía con ellos: los leía, cuidaba y anotaba con un mimo extraordinario. Y fue precisamente el celo que manifestó por ponerlos a salvo cuando fue generalísimo en Caracas, en 1812, lo que precipitó su destitución y captura. ¿Acaso Miranda hubiera abandonado su biblioteca permitiendo que zarpara en un barco hacia Inglaterra si no pensaba ir en él? Lucena, sin embargo, analiza muy bien esta dolorosa etapa final de su vida: los errores y los aciertos de un hombre al que, a menudo, se juzgaba precipitadamente y así, tal vez, lo hizo Bolívar, protagonizando un golpe de mano que acabó con su entrega al ejército realista español al considerarlo Arriba, medalla de la orden de Francisco de Miranda. Abajo, su nombre en el Arco del Triunfo de París, y retrato del ilustrado venezolano Ansias de aventura

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