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CULTURAL MADRID 12-02-2011 página 17
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CULTURAL MADRID 12-02-2011 página 17

  • EdiciónCULTURAL, MADRID
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SÁBADO, 12 DE FEBRERO DE 2011 abc. es ABC cultural 17 nificaría simplemente reconocer la peripecia de su orfandad primera (aquí narrada con tanta emoción como detalle) su trabajo en una joyería, haber querido ser músico o estar ligado su padre adoptivo a los servicios municipales de desratización. Incluso, ciertamente, las calles, plazas, cines, salas de baile, están aquí traídas con una precisa fisonomía real, histórica, de una Barcelona que ya únicamente existe en el recuerdo de pocos, y en la historia de muchos. Pero ser fiel a esa historia personal no lo hace el gran novelista que es. Es más, creo que comprenderemos mejor esta novela si sobrevolamos la dimensión autobiográfica y somos capaces de observar que Juan Marsé, por encima de su biografía, ha dejado inscrita aquí la caligrafía de su escritura, aquella por lo que esta narración resultará memorable. Esta novela termina siendo una invitación a comprender su universo literario, su radical posición en la vida: haber defendido, muchas veces contra casi todos, que la imaginación es el mecanismo que hace grandes a los más pequeños, ricos a los pobres, y fuertes a los más indefensos. Es aquí donde interviene el personaje de la señora Mir quien, conforme la obra avanza, llega a ser su auténtica protagonista. De hecho, la estructura tendría dos partes. En una primera vamos asistiendo, con Ringo, a la configuración salvadora que la ficción tiene respecto a una infancia dura. La desarrolla emblemáticamente el capítulo central de las aventis, con los niños en corro, narrando y escuchando historias que son como películas donde les corresponde ser héroes salvadores de la chica en apuros. Vuelve Marsé a hacernos ver, con la gracia precisa de crear los diálogos infantiles, que ellos no sienten las aventis como ficción, es rente a otros escritores que más, que no lo son ciertamente, porque esas necesitan salir de su mundo, invenciones los sitúa dentro de sus sueños y de su literatura anterior, y fantasías más reales, vividas con mayor Juan Marsé mantiene una fi- empeño y pasión. delidad persistente a calles En la segunda parte será la señora Mir concretas de la parte alta de quien viva su particular aventi, su fantaGracia, en Barcelona. También a una época sía recreadora: ser objeto de amor, haber (la posguerra) pero, sobre todo, es fiel a su sido redimida por Abel Alonso de su vida memoria, a lo que vivió e imaginó cuando mediocre de casada con un ex combatiente correteaba por esas calles, padeció en la pe- franquista, ahora enfermo y hospitalizado. nuria casposa del franquismo, o soñó des- La tragedia de la señora Mir la ha planteado de niño sobre su futuro. Considero que esta Marsé en el formidable comienzo de su nonueva novela, Caligrafía de los sueños, va a vela. Torrente de las Flores. Siempre pensó ser fundamental para entender en adelan- que una calle con este nombre jamás podría te el universo de Marsé, tanto el biográfico albergar ninguna tragedia Es la tragedia como el literario. Por supuesto, le ha salido de la amante abandonada en circunstanla obra más autobiográfica de las suyas, pe- cias que no puedo revelar aquí. No es caro, adelanto, que esa indiscutible verdad sual que la escena de arranque y todo su haber llegado a cifrar en esta historia, a primer capítulo recorra esa crisis vivida por través del personaje de Ringo, de su padre, la señora Mir, algo que, al final de la obra, el Matarratas, o de su madre Berta, mucho comprenderá el lector en su pleno sentido. de lo que pertenece al escritor La novela viene cifrando el como pasado propio puede fenómeno que alcanza a ser EL AUTOR DE resultar una trampa para enla poética narrativa de todo RABOS DE tender su significado más LAGARTIJA NOS Juan Marsé: vivimos los suehondo. OFRECE AQUÍ UNA ños y fantasías, escribimos Teniendo mucho de autosu caligrafía, recorremos lo NARRACIÓN QUE imaginario con tanta necebiográfica, haría bien el lector RESULTA en no quedarse en ese estadio sidad como la de comer o ser MEMORABLE superficial de lectura, que sigqueridos. Muy al comienzo de la novela, y precisamente mirando Ringo a la pobre loca de la señora Mir, nos asegura el narrador: Acaso sea ésta la primera vez que este chico intuye, siquiera de una forma imprecisa y fugaz, que lo inventado puede tener más peso y solvencia que lo real, más vida propia y más sentido, y en consecuencia más posibilidades de pervivencia frente al olvido (página 20) Quizá no haya otra cosa que justifique toda la literatura de Juan Marsé que haber creído en la verdad de tal fenómeno. Pero una literatura es también una forma de contar, un modo de escribir. Esta novela es puro Marsé por ese peculiar estilo que permite comunicar fantasía y realidad, sueño y vigilia. De todos sus rasgos el que me ha parecido definitivo es la fidelidad a la imagen cinematográfica. He dicho antes que las aventis de héroes y heroínas vividas por los muchachos y la particular aventi de la fantasía amorosa de la señora Mir se relacionaban profundamente. Pero frente a otras aventis (como las que vieron su nacimiento en Si te dicen que caí) las que aquí crean los personajes pertenecen todas al cine, tienen como fuente las películas del Oeste. No es extraño, pues el cine está siempre presente en la narrativa de Marsé como el espacio mágico donde niños y adultos continúan desarrollando el mecanismo de la ficción, incluso aquellos que no leen literatura. Cine hay, por otra parte, en todas sus novelas, como ocurre en El embrujo de Shanghai que se evoca aquí (a través del capitán Blay y también de los anarquistas de la frontera) Pero Caligrafia de los sueños se vincula también con el cine en el dispositivo más radical de su configuración estilística: la imagen. Los clásicos griegos (Platón) hablaban ya del dibujo, del imago (phantasma) trazado por el pincel de la fantasía, de donde viene en castellano imaginación. Es una metonimia con pleno sentido. Cuando oímos una historia, cuando nos cuentan una película (o se la inventan como aquí hacen Ringo y sus amigos) estamos poniendo mundo en nuestra mente, estamos viviendo las figuras, su rostro, como si las tuviéramos ante nuestros ojos. Eso es lo que creo que explica el carácter tan visual de las imágenes literarias de Juan Marsé, desarrollado aquí plenamente. No sería justo con esta excelente novela si no mencionase la importancia en ella de la piedad, cómo Ringo comprende, al defender a la señora Mir frente a las risas de su compañeros o al escribir su carta salvadora, que está defendiendo algo muy hondo de lo humano. La narrativa de Juan Marsé consigue aquí la mejor caligrafía de su escritura: haber comprendido que la grandeza radica en otra cosa diferente a lo que se dice. Esa grandeza la tienen sus criaturas del desamparo, porque fantasean, porque viven ficciones. CALIGRAFÍA DE LOS SUEÑOS JUAN MARSÉ Criaturas del desemparo Las aventis Con una cita de Walter Benjamin (en la parte superior) encabeza Marsé su última novela. Muchos de sus otros títulos, como La oscura historia de la prima Montse Si te dicen que caí (arriba, cartel de la película) y El embrujo de Shanghai han sido llevados al cine F Lumen. Barcelona, 2011. 436 páginas, 22,90 euros

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