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CULTURAL MADRID 01-01-2011 página 13
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CULTURAL MADRID 01-01-2011 página 13

  • EdiciónCULTURAL, MADRID
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VIERNES, 31 DE DICIEMBRE DE 2010 abc. es ABC cultural 13 C onsidero que Paraíso inhabitado (2008) última novela de Ana María Matute, está entre las mejores de una obra muy dilatada en el tiempo (comenzó a publicar en 1947) cuyo conjunto la ha hecho merecedora este año del Premio Cervantes. Si he convocado ese título es porque comunica muy bien, en atmósfera, estilo y mundo imaginario, con sus mejores cuentos, que ahora se editan completos. La edición refleja la trayectoria literaria de su autora, con un grueso de producción que se corresponde con los años que van de 1956 a 1968, puesto que entre este último y 1993 hay un silencio literario casi total. A diferencia de lo que ocurre en las novelas, que ven una acentuación de lo fantástico en su segunda etapa, el retorno a la publicación de cuentos en 1993 no implica un cambio de estilo. No sólo hay cuentos en el volumen que ahora se edita. Se añaden también textos breves incluidos en la sección denominada Artículos compuesta por dos libros. El primero, A la mitad del camino (1961) traslada el título de la sección de la revista semanal Destino donde aparecieron. Estos sí son propiamente artículos, donde su autora hace reflexiones arrancadas de alguna circunstancia efímera: algunos objetos, o bien el silencio, o el calor y otras situaciones que mueven a hacer una consideración general. De mayor enjundia literaria me parece el libro titulado El río (1963) que reúne una especie de balance memorístico de su reencuentro con el pueblo de su infancia, Mansilla de la Sierra (Logroño) una vez regresa a él cuando ha desaparecido inundado por un pantano. Pese a estar situado Bajo las aguas Algunos cuentos de Ana María Matute (en la imagen superior) recuperan el territorio de su infancia. Arriba, la autora, de niña, con sus hermanos, y uno de sus dibujos al final del volumen, me atre- mente realismo mágico, y que vería a aconsejar al lector que ciertamente tuvo su origen en comenzara con este libro, no los cuentos de su abuela, pero únicamente porque me parez- que la autora subvierte a su ca uno de los mejor escritos manera. del conjunto, sino porque Lo tremendo de una tara o servirá, desde su dimensión de una miseria la hace contiautobiográfica, para entender gua a lo fantástico, y esa mixalgunas de las claves que han tura proporciona a los cuenoriginado el desgarro infan- tos casi siempre un trasunto til, que da forma simbólico. Hay a casi todos los otro avance en LOS MEJORES cuentos escriCUENTOS DE ANA este primer litos por Matute, bro: está formaMARÍA MATUTE como si la etapa do por microPARTEN DE LA feliz de la infanrrelatos de una REALIDAD PARA página o de mecia hubiese sido CONSTRUIR truncada, cercedia. Son cuentos nada, inundada de verdad, con FÁBULAS por una vida una historia recruelmente distinta. conocible, no ingeniosidades Es ahora cuando vuelvo a o simples viñetas, como se Paraíso inhabitado, porque hace tantas veces hoy. creo que la obra de Matute termina, por ahora, donde Vida de pueblo comenzó: contando que aquel Junto a los libros que han paraíso de la infancia puede continuado la estela del no ser habitado, al haber sido primero, se incluyen otros sus protagonistas los niños como Historias de la Artámila (1961) y El arrepentido y otras arrojados de él. La puerta de la luna (que narraciones (1967) en los que toma el título de uno de los Ana María Matute cede a la recuerdos infantiles de El río) moda imperante en los años se abre con unas hermosas en que fueron publicados: el palabras dedicadas a la ma- reflejo de la vida de los puegia de los cuentos populares blos pequeños. Su estilo es y a la fantasía vagabunda que muy diferente al de Ferres los ha hecho transmigrar en- o López Salinas, porque no tre culturas. Pero no debe esta se abandona a un realismo viñeta amable (reproducida en social; construye, más bien, la contracubierta) despistar al al modo de Jesús Fernández lector. Porque en la mayor par- Santos, relatos de dimensión te de los cuentos aquí reunidos moral, donde hay historias de no hay paraísos infantiles: hay maestros de escuela, borrapurgatorios, en todo caso, y chos, tahúres o cómicos, pero donde el lector percibe que muchas veces infierno. no son contadas para mosMuerto a pedradas trar un hecho exterior, sino No llama especialmente la con la intención de indagar atención el hecho de que en un proceso psicológico o buena parte de los cuentos en la forma como los persode Ana María Matute traten najes habitaron y padeciede niños. Esto era ya cono- ron aquella miseria, singucido. Lo que sobresale es que larmente los adolescentes o los haya escrito de forma muy jóvenes de pueblos sin futuro. Teniendo muchas de ellas distinta a la bobalicona que predomina en la literatura fuerza, se va viendo ahora, infantil al uso (cada vez más pasado el tiempo, que la meDisneymema, por cierto) Ana jor Ana María Matute no es la María Matute subraya ya en que da forma a una vida para su primer libro, el titulado ser espejo de ella, ni la que Los niños tontos (1956) que el hace recuperación histórica desamparo, la angustia, las de un tiempo español ya ido. pesadillas, o simplemente la Sus mejores cuentos son los crueldad de los otros niños, que parten de aquellas realipueden rodear al zagal tonto, dades para construir fábulas a la niña solitaria por fea, o al sobre una condición humana hijo de la lavandera, muerto a agraz, que no resulta feliz ni pedradas en una de las histo- condescendiente. Al contrarias más desasosegantes del rio, su obra narrativa breve quedará como la que ha sabivolumen. Pero aquí no hay aque- do contar el lado oscuro, casi llo que, a propósito de Cela, nunca dicho, de una infancia se denominó tremendismo, que ha sido arrebatada antes porque Matute avanza una de tiempo. tonalidad que muchos años J. M. POZUELO YVANCOS después se llamaría impropia-

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