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CULTURAL MADRID 20-06-2009 página 21
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CULTURAL MADRID 20-06-2009 página 21

  • EdiciónCULTURAL, MADRID
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SE INTENTA SUPERAR LAS VALORACIONES IDEOLÓGICAS SECTARIAS QUE DE LA DEPORTACIÓN MASIVA DE LOS MORISCOS SE HAN HECHO Y SE SIGUEN HACIENDO. PARA CARRASCO, FUE EL PRODUCTO DE UN FANATISMO COMPARTIDO POR RAZONES DISTINTAS Visiones apocalípticas o idealistas. Unos, diagnosticando la expulsión como genocidio puro y duro; otros, valorándola con argumentos europeístas y occidentalistas como el precio lógico que habría de pagar España para ser Europa, para integrarse definitivamente en la cultura occidental. Mientras nos encontramos en plena rememoración de la expulsión de los moriscos, en el cuarto centenario de la misma, comienzan a emerger varios libros sobre el asunto. DIVERSOS FRENTES. El de Rafael Carrasco, profesor en la Universidad de Montpellier, busca ante todo, contextualizar la expulsión, en el marco de la historia larga de los moriscos en España. Una historia plural en la que se conjugan infinidad de situaciones distintas en función de la geografía morisca, y una extraordinaria diversidad también de tratamientos del problema morisco por parte de los cristianos, con diversos frentes al respecto: el religioso (la lucha de dos religiones con notable parentesco entre sí) el cultural (la confrontación de dos visiones del mundo) el político (disidencia y conjura frente al Estado) y hasta el de la imagen internacional (con una leyenda negra que estigmatiza a los españoles como marranos contaminados de sangre judía o musulmana) Rafael Carrasco recorre la historia de las relaciones cristiano- musulmanas desde la época de los Reyes Católicos, plantea los primeros debates en torno a la limpieza de sangre y sitúa la crisis del mudejarismo tras la conquista de Granada, desde 1502 en Castilla y desde 1526 en la Corona de Aragón. A lo largo del siglo XVI se describe muy bien el proceso de enfrentamiento de las dos comunidades, con el hito decisivo de la revuelta de los moriscos granadinos en 1568 y la represión y exilio subsiguientes. Nada fue igual desde entonces y la cuenta atrás se hizo irreversible hasta la decisión final de la expulsión, en la que se conjugaron intereses políticos y religiosos y que significará la imposición de los criterios fatalistas de asimilación imposible de los moriscos, que defendió encarnizadamente el patriarca Ribera sobre los postulados optimistas de Pedro de Valencia y otros intelectuales del momento. El autor de este volumen aborda cuestiones tan debatidas actualmente como la identidad objetiva de los moriscos, matizando lo que hubo de realidad diferenciada y de la representación del otro que hicieron los escritores apologéticos de la expulsión, y la de la presunta conspiración política ¿real o imaginada? de los moriscos. Más allá de las distorsiones interesadas, la realidad es que el conflicto existió y las fobias y roces cotidianos fueron constantes. De toda la problemática morisca, el aspecto que mejor conoce el autor es el de la represión inquisitorial. Así vemos desfilar por las páginas del libro a amigos de moriscos como Sánchez de Cardona y a condenados a muerte como Diego de Arcos, el patriarca de Teruel, la tunecina Victoria Filomena, o el valenciano Alicaxet. La expulsión es considerada como una decisión enigmática y controvertida aportándose la cifra de 300.000 moriscos expulsados y unos 30.000 moriscos que se quedaron o que volvieron, minimizando las tesis catastrofistas sobre los efectos de la expulsión y precisando el destino de los expulsos (Marruecos, Túnez y Argelia como principales países destinatarios) MEDIACIÓN DE LA HISTORIA. Finalmente, se analizan las visiones de la expulsión que a lo largo del tiempo se han dado en Europa. Un libro que intenta superar las valoraciones ideológicas sectarias que de la deportación masiva de los moriscos se han hecho y se siguen haciendo. La expulsión, para Rafael Carrasco, fue el producto de un fanatismo compartido por muchos por razones distintas y, al mismo tiempo, el autor reivindica un terreno de reencuentro, respeto y comprensión que no puede darse sin el conocimiento profundo del tema. Su cita de Sócrates es bien expresiva: Nadie es malo voluntariamente Su propuesta de mediación de la Historia la compartimos plenamente. Cervantes y los clásicos YO HE LEÍDO EN VIRGILIO LA TRADICIÓN CLÁSICA EN EL QUIJOTE ANTONIO BARNÉS VÁZQUEZ PRÓLOGO DE JEAN CANAVAGGIO ACADEMIA DEL HISPANISMO. VIGO, 2009 292 PÁGINAS, 39 EUROS MINUCIOSO ESTUDIO DE LAS REFERENCIAS DE AUTORES GRIEGOS Y LATINOS QUE SE DAN CITA EN EL QUIJOTE las dos Españas ideológicas: la intolerante y la tolerante, la fanática y la liberal. Por el contrario, la cuestión de la expulsión se tiende a insertar en el marco de la globalización a escala universal, la globalización del miedo que ha supuesto visiones simplistas de choque de civilizaciones o de alianza de las mismas. Dos apasionantes novelas sobre nuestro pasado MIGUEL DALMAU JULIÁN GRANADO La noche del Diablo Una novela, un estudio documentado sobre la Guerra Civil en Mallorca... y mucho más (J. A. Masoliver Ródenas) De Humanidad y polilla ABCD 21 En torno al fundador de la Escuela Moderna, los tiempos convulsos de la Semana Trágica y también mucho más La editorial viguesa Academia del Hispanismo avanza con paso firme por la senda oportuna. Salvo las auspiciadas por las diferentes prensas universitarias y por el CSIC, no existen hoy prácticamente colecciones dedicadas a dar cuenta pública de prospecciones filológicas como la acometida por Antonio Barnés en este libro, en el que su autor ha tenido el humor, la paciencia y la laboriosidad necesarias para estudiar, de forma exhaustiva, las referencias, muchas veces explícitas, de autores griegos y latinos que se dan cita en el Quijote. Sabíamos que Cervantes, como la gran mayoría de sus contemporáneos, estaba familiarizado con los grandes autores de la literatura clásica, pero necesitábamos un libro que inventariara todos aquellos pasajes de su inmortal novela en que aparece de una manera u otra, textualmente o no, la tradición grecorromana. En el capítulo 41 de la segunda parte del Quijote se encuentra la siguiente frase, cuyas primeras cinco palabras dan título al libro de Barnés: Yo he leído en Virgilio aquello del Paladión de Troya, que fue un caballo de madera que los griegos presentaron a la diosa Palas, el cual iba preñado de caballeros armados que después fueron la total ruina de Troya En la educación de cualquier españolito que viniera el mundo a mediados del siglo XVI, figuraban de forma destacada el latín y su entorno cultural, de modo que no puede sorprendernos que Cervantes aduzca su familiaridad con la Eneida, en cuyo libro II se cuentan los últimos momentos de la ciudad de Príamo. Como dice el gran Canavaggio en el prólogo, Cervantes no fue un humanista profesional, pero el hecho es que su Quijote está acribillado de referencias a la literatura clásica y que la preceptiva neoaristotélica constituye su mismo motor Además, y en esto hay que alabar especialmente la perspectiva crítica de Barnés, Cervantes utiliza las referencias clásicas de una u otra forma según quién sea el personaje que las traiga a colación, con ironía displicente en unas ocasiones y con emocionada seriedad en otras, dando a entender que don Miguel era consciente de que lo más importante de su novela no era su inserción en el canon humanístico, sino su voluntad de abrir caminos nuevos y ampliar horizontes literarios, que es precisamente lo que hizo. El buen libro de Barnés se cierra con una imponente bibliografía y un útil índice onomástico. LUIS ALBERTO DE CUENCA

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