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CULTURAL MADRID 08-11-2008 página 17
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  • EdiciónCULTURAL, MADRID
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EL CAMINO PERSONAL MIS DOS MUNDOS SERGIO CHEJFEC CANDAYA. CANET DE MAR, 2008 128 PÁGINAS, 14 EUROS REFLEXIONES SOBRE LA CULPA, EL PASADO O EL CAMINAR EN ESTA NOVELA DEL ESCRITOR ARGENTINO SERGIO CHEJFEC kulaks y, quitándoles hasta el último grano de trigo, se los dejó morir de hambre. No fueron casos aislados: la hambruna se cobró, estimando por lo bajo, siete millones de personas, más que el genocidio nazi, y es escalofriante pensar el grado extremo de terror que tuvo que padecer el pueblo soviético ya no sólo para no sublevarse ante este asesinato en masa sino también para prohibirse a sí mismo hablar de él. ¿Es posible que nadie responda por todo aquello? se pregunta Anna ¿Qué todo se olvide, sin una palabra? (p. 192) Un ejemplo muy representativo de esa amnesia y esa ceguera autoimpuestas la tenemos en la siguiente y demencial anécdota: la misma mañana que Anna, en Kiev, ve un carro lleno de cadáveres de niños, lee un artículo de Maksim Gorki en el que dice que los niños necesitan juguetes culturales (p. 189) El listón tan alto que, literariamen- te hablando, se puso Vasili Grossman al escribir Vida y destino resultaba muy difícil de superar y él, muy probablemente, era consciente de ello y por eso renunció a intentar sobrepasarlo, lo que no quiere decir que Todo fluye no sea una gran novela, que lo es, iluminada desde principio a fin por esa emocionante capacidad de Grossman para encontrar y rescatar migajas de humanidad hasta en las situaciones más inhumanas. Lo que queremos decir es que Grossman, en Todo fluye, tiene la intención prioritaria de sintetizar su pensamiento filosófico y político. ASUNCIÓN DE LA CULPA. Como Anna Serguéyevna, Iván Grigórievich tampoco quiere olvidar. No se trata de enzarzarse en un ajuste de cuentas porque en el régimen de Stalin era prácticamente imposible sobrevivir sin traicionar alguna vez al prójimo: de lo que se trata es de reconocer la culpa para salir así del embrutecimiento y volver a ser seres humanos. Y también de buscar la causa de tanto horror aceptado y consentido que, para Iván Grigórievich, tiene su origen en la milenaria ausencia de libertad del pueblo ruso: ¿Qué esperanza le queda a Rusia si el más grande de sus reformadores, Lenin, no destruyó sino que reforzó el lazo entre progreso y esclavitud? (p. 256) Y esas cadenas no se han roto con la muerte de Stalin: El Estado sin libertad ha entrado en su tercera fase: Lenin lo fundó, Stalin lo construyó y ahora se ha puesto en marcha (p. 275) Pero, a pesar de todo, Iván Grigórievich le encuentra un sentido a su vida, un sentido que descubrió después de ser interrogado en la cárcel de la Butirka y que contradice el principio hegeliano del proceso histórico mundial Todo lo real es racional Lo que permanece, se desarrolla y vive afirma Iván es sólo una verdadera fuerza que consiste en una sola cosa: la libertad. Vivir significa ser un hombre libre. No todo lo real es racional. Todo lo que es inhumano es absurdo e inútil (p. 277) Vasili Grossman terminó de redactar Todo fluye poco antes de su muerte: no pudo dejarnos mejor testamento. La llegada a las librerías españolas de uno de los narradores más brillantes de nuestra lengua tiene lugar sin reclamos publicitarios paratextuales. Ninguno de los catorce libros que ha publicado Sergio Chejfec (Buenos Aires, 1956) reproduce en sus solapas citas de lo dicho por la crítica argentina acerca de su autor Excepcional Quintín; La ficción alcanza la belleza de la inteligencia Beatriz Sarlo) Ninguno viene precedido por un epígrafe que oriente su lectura. Y sólo uno, la recopilación de ensayos El punto vacilante (2005) está dedicado a un escritor (no en vano: Juan José Saer, in memoriam) En otras palabras: la literatura de Chejfec busca sus lectores ofreciéndose desnuda. Y en la tensión que esa desnudez establece con un alto grado de artificiosidad radica su poder. Un poder que se materializa de nuevo en Mis JORGE CARRIÓN historia que profesan las ciudades europeas. Lo más parecido que conozco a estos dos libros de Chejfec son algunos de Handke y de Sebald. Si en el caso del primero es muy posible que su lectura modelara de algún modo la del argentino, en el caso del segundo no es así, porque su mundo se desarrolla cronológicamente en absoluto paralelo al del germano. TONO KAFKIANO. El punto de partida es como todo en su obra doble: la cercanía de cumplir cincuenta años y la voluntad de explorar lo que en el plano de la ciudad es la mayor mancha verde. La llegada al parque, que será recorrido sistemáticamente, tiene lugar tras una larga demora digresiva, como si el narrador se resistiera a abordar el principal tema de la obra. Todo el relato es una defensa del caminar como polisemia: patología o maldición, proceso intelectual, impulso para ser otro o para poner en escena la ilusión de autonomía y sobre todo el mito de la autenticidad Porque el simulacro afecta al espacio urbano, que es el ámbito de la caminata. Pero también involucra a uno mismo. Desdoblado, el narrador Chejfec confiesa su pánico escénico respecto al teatro de la escritura, su vergüenza, su culpa. El tema de la impostura es tratada en un tono kafkiano. La interpelación a la ecología del parque que incluye un divertido e inquietante monólogo ante tortugas y peces sintoniza con la sensibilidad de Coetzee hacia el mundo animal. Pero nunca la posible filiación es explícita o unívoca. Todo es, al menos, bisémico o contradictorio. O dicotómico, porque por un lado amo los parques o su variante fúnebre, los cementerios pero por otro lado ni pierdo oportunidad de denostarlos en mi interior Aunque Mis dos mundos haya salido simultáneamente en Argentina por Alfaguara y aquí por Candaya, su autor ha continuado sintonizando con su lengua privada que defiende la fidelidad a las inflexiones argentinas después de casi veinte años de vida en el extranjero. El uso de acá medio cuadra rubro o linyera apunta en esa dirección. Ciertos comentarios sobre la argentinidad, además, sitúan el texto en la órbita de Juan José Saer o de Sebald: la lejanía no hace más que enfatizar la necesidad de pertenencia textual a la patria perdida. Pero al contrario que ellos, Sergio Chejfec lleva la reflexión sobre la representación a la esfera del arte contemporáneo, de la televisión, de Internet. Su sistema artístico admite la incorporación de cualquier forma de artificio. La prosa dura pero hipnótica asume con naturalidad los estímulos del cómic, de la pantalla y de la red, y prosigue su camino. SU SISTEMA ARTÍSTICO ADMITE LA INCORPORACIÓN DE CUALQUIER FORMA DE ARTIFICIO. LA PROSA ASUME CON NATURALIDAD LOS ESTÍMULOS DEL CÓMIC, LA PANTALLA Y LA RED dos mundos, una obra admirable e importante. Entre su primera novela, Lenta biografía (1990) y la penúltima, Baroni: un viaje (2007) existe un paréntesis de siete novelas que, pese a ser fieles a una misma orientación y a un mismo mundo, trabajan a partir de personajes de ficción. En su opera prima, una investigación en las raíces emigradas y judías del propio Chejfec, encontramos en la escritura autobiográfica en primera persona el mismo tono que volvemos a leer en las digresiones de sus dos últimas ficciones. Pero en éstas donde parece adivinarse una nueva etapa creativa además hallamos un narrador en perpetuo movimiento, físico y mental. EXPLORACIÓN. En Baroni se relataban varios desplazamientos por territorio venezolano (donde el escritor vivió durante quince años, antes de trasladarse a Nueva York) en Mis dos mundos el itinerario se concentra: una única excursión, por un parque urbano del sur de Brasil, permite reflexionar sobre el caminar, el pasado, la culpa, la arquitectura o la veneración por la ABCD 17

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