CULTURAL MADRID 05-07-2008 página 44

M. DISCOS VIRTUOSOS OLVIDADOS J. TALBOTT, VIOLÍN ALIUD (GAUDISC) PUCCINI LA BOHÈME NETREBKO, VILLAZÓN, CABELL... ORQ. DE LA RADIO BÁVARA DIR. B. DE BILLY. 2 CD. DG (UNIVERSAL) Un disco muy interesante. En primer lugar, por el repertorio, muy bello e inhabitual, con algunas obras grabadas por primera vez. Se trata del repertorio más antiguo del violín, de finales del siglo XVI y primera mitad del siglo XVII: obras anónimas, junto a otras de Schop, Rognonio, Baltzar, Nau, Castello, Brade, Rognoni y Marini. Entre ellas, algunos de los primeros ejemplos de música para violín ÁLVARO MARÍAS sin acompañamiento. En segundo lugar, por el empleo de un violín renacentista que sigue modelos de finales del XVI y que se toca apoyado sobre el brazo, cuyo singularísimo sonido es muy hermoso: un sonido ligero y dulce que evoca el de las violas de gamba agudas. Interpretación notable la de Jonathan Talbott que emplea una técnica brillantísima y de gran belleza dentro de su extremado arcaísmo y su grupo. ALBERTO GONZÁLEZ LAPUENTE ALBINONI IL NASCIMENTO DELL AURORA CLEMENCIC CONSORT. DIR. R. CLEMENCIC 2 CD. OEHMS CLASSICS (GALILEO MC) Escrita en la segunda década del siglo XVIII para celebrar el cumpleaños de la esposa de Carlos VI de Austria, la serenata Il Nascimento dell Aurora, de Albinoni, recurre al disfraz mitológico para ensalzar la pareja imperial. Estructurada como una sucesión de recitativos y arias, la obra viene a ser de hecho un melodrama de formato reducido. El acompañamiento instrumental corre a cargo de un STEFANO RUSSOMANNO conjunto de cuerdas, de las que el compositor utiliza con acierto y fantasía los recursos contrapuntísticos (escúchese la soberbia fuga que abre la Sinfonía) sin renunciar a un siempre inspirado lirismo. Arias como Perché un Giglio è nel candore Con cetra piú sonora (donde interviene la tiorba solista) o Pianta bella, pianta amata justifican por sí solas la recuperación de esta joya. Excelentes interpretaciones. Llega la ópera del siglo XXI y, con ella, Anna Netrebko y Roberto Villazón, convertidos en pareja de hecho gracias a aquellos que entienden la unión como icono de nuestra modernidad. Por eso y porque también hay razones de fondo, esta Bohème ha sido tan esperada. No hay lugar a dudas. Todo tiene el nervio de lo inmediato, la salud de la juventud y un empuje contagioso. Paradójicas circunstancias teniendo en cuenta el tema que se recrea. Pero es así y no hay que ir más lejos. Por ello hay que hablar de extraversión, calidez, vibración, ganas, facultades y sentimiento cuando la referencia se llama Villazón. De cierta prudencia, calidad, teatralidad, dulzura y compenetración en el caso de Netrebko. Pero no sólo en ellos. La versión incluye un plantel de correligionarios que están a la altura configurando un reparto digno de las mejores producciones. Para otro momento hay que dejar términos algo más en desuso y, entre ellos, delectación, penetración sicológica, romanticismo, bohemia. Villazón y Netrebko son de una nueva hornada que lleva años labrándose en la escuela de aque- llos que convirtieron el canto en un medio y las obras en pretextos para su propia gloria. Les diferencia de la homogeneidad general una personalidad muy afirmada y unas posibilidades extraordinarias. Son hijos de este tiempo que, en mucho, se vive algo acelerado. De hecho, la pulsión de esta Bohème es encomiable, capaz de atizar al oyente hasta convertirlo en cómplice del vértigo. De ahí el sonido pletórico, limpio, imposible en el directo en el que se dice que se grabó, pero accesible si se maneja con una tecnología depurada. En todo instante poniendo en valor a las voces y manteniendo a la orquesta en un plano también protagonista. Porque lo merece y porque la dirección de Bertrand de Billy tiene énfasis, es exigente en la traza general e incisiva en el detalle hasta el punto de ser copartícipe de esa tensión que engrandece la obra hasta convertirla en un puro aliento. Escúchese La Bohème, tal y como la interpretan aquellos de los que aquí se habla: se comprenderá que la ópera no es un género en decadencia, tan sólo necesita herramientas adecuadas al presente en el que se disfruta. Ésta las tiene. SOLER SONATAS N. DE FIGUEIREDO, CLAVE PASSACAILLE (DIVERDI) DVORÁK CONCIERTOS COMPLETOS FIRKUSNY, RICCI, NELSOVA. DIR. W. SÜSSKIND 2 CD. BRILLIANT (CAT MUSIC) S. R. En ocasiones, la obra para teclado del padre Antonio Soler (1729- 1783) aún es víctima de un prejuicio que ve en ella una réplica tardía y deslucida de las geniales sonatas de Scarlatti. Contra ese tópico persistente uno podría blandir a modo de espada este maravilloso disco. El clavecinista brasileño Nicolau de Figueiredo emplea aquí una copia de un clave italiano de 1778, con sus bajos casi percutidos y su brillante registro agudo. Un instrumento de sonoridad ideal para el programa aquí reunido: ocho sonatas (R 88, 85, 90, 54, 15, 86 y 84, más otra sin número de catálogo) junto al célebre Fandango, que es algo así como el epítome de la música para teclado española del siglo XVIII. Todo el resto lo aporta la espléndida labor interpretativa de Figueiredo. Un gran disco. J. M. V. Impecable reedición que recupera, en un álbum doble de precio irrisorio y buen sonido, la integral concertante (las tres piezas mayores más la Romanza y Mazurek, para violín, junto con Rondó y Bosques silenciosos, para chelo) de Dvorák, registrada por Vox en 1974- 75. Si la chelista canadiense de ascendencia rusa Zara Nelsova firma una de las grandes versiones del archigrabado Concier- to en si menor, y Ruggiero Ricci hace lo propio con el muy bello Concierto en la menor, el gran Rudolf Firkusny alcanza en el Concierto para piano el hermano pobre del ciclo una interpretación referencial, en nada inferior a la célebre de Richter con Kleiber. El magistral acompañamiento se debe a Walter Süsskind, formidable director de origen checo que fuera asistente de George Szell en su Praga natal. HILLER CONCIERTOS PARA PIANO H. SHELLEY, PIANO Y DIR. ORQ. SINF. TASMANIA HYPERION (HARMONIA MUNDI) STRAVINSKY LA CONSAGRACIÓN DE LA PRIMAVERA SINFONÍA EN TRES MOVIMIENTOS DIR. J. NOTT. TUDOR (DIVERDI) JUAN MANUEL VIANA Alumno de Hummel, protegido de Cherubini, asistente de Mendelssohn y amigo de Chopin, Liszt y Berlioz, Ferdinand Hiller (1811- 1885) fue un músico de múltiples talentos que triunfó en vida como virtuoso del piano, director de orquesta, empresario, crítico y compositor, faceta ésta última hoy olvidada. Si el Primero (1831) de sus tres conciertos pianísticos muestra sólo al brillan- te artista celebrado en los salones parisinos, el Segundo (1843) y el Tercero (1874) son obras de mayor interés: su inventiva temática, rica expresividad y logradas hechuras formales merecen destacarse. Como en anteriores entregas de la serie, Howard Shelley es el intérprete idóneo por elegancia, sensibilidad y capacidad mecánica para resucitar estas páginas no indispensables pero de grata escucha. Á. M. La Consagración de la Primavera es una de las partituras más geniales, deslumbrantes e innovadoras de la música del siglo XX. La versión de la Sinfónica de Bamberg sorprende por su escasa vitalidad, por su enfoque analítico y un poco profesoral, que se diría pensada para desvelar los recovecos de la partitura a los jóvenes estudiantes que quieran desentrañarla. Esta aproximación anatómica nos descubre sonoridades que no se suelen escuchar, detalles que pueden habernos pasado inadvertidos, mecanismos internos de la obra... pero el conjunto sufre, y se pierde gran parte de la sorpresa, de la vitalidad, de la explosión centelleante de colores, de la rítmica obsesiva o de la fuerza ritual. Una Consagración un tanto otoñal. Es lógico que la Sinfonía en tres movimientos resulte más convincente. ABCD 44