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CULTURAL MADRID 01-10-2005 página 21
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  • EdiciónCULTURAL, MADRID
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DE PÁJAROS Y LIRIOS ELOGIOS Y CELEBRACIONES JOSÉ JIMÉNEZ LOZANO PRE- TEXTOS. VALENCIA, 2005 244 PÁGINAS, 16 EUROS LUIS GARCÍA JAMBRINA No puede decirse, a estas alturas, que la poesía sea algo marginal en la trayectoria literaria de José Jiménez Lozano (Langa, Ávila, 1930) Si acaso, podría hablarse de vocación tardía y no exenta de algunas reticencias por parte del autor, que siempre se ha resistido a publicar sus poemas y, sobre todo, a que lo consideren poeta, ya que, como el maestro Ezra Pound, confiesa escribir sólo para cuatro personas Sea como fuere, la poesía desempeña ahora un papel fundamental dentro de esa unidad esencial que subyace a la aparente heterogeneidad de su obra. De hecho, cabría afirmar que su temperamento y su sensibilidad como muchas de las páginas de sus ensayos y narraciones son plenamente líricos. DIVERSAS FECHAS. Según señala la nota que encabeza el libro, Elogios y celebraciones es una selección de poemas escritos en diversas fechas anteriores, contemporáneas y posteriores a los ya publicados en los cinco poemarios que le preceden: Tantas devastaciones (1992) Un fulgor tan breve (1995) El tiempo de Eurídice (1996) Pájaros (2000) y Elegías menores (2002) Se trata, pues, como bien reza el subtítulo, de una LA MÚSICA CALLADA DE LAS COSAS RESUENA EN ESTOS VERSOS DEL ESCRITOR ABULENSE, PREMIO CERVANTES 2002 antología desordenada cuyo elemento unificador es el hecho de que todos los poemas van en el sentido de la obediencia a las lecciones del lirio silvestre y de los pájaros del cielo, de las que habla Kierkegaard Así son el lirio y el pájaro maestros en la alegría Todo esto enlaza directamente, además, con el título de la primera sección de su anterior libro Los lirios del campo y las aves del cielo y, claro está, con el célebre pasaje del Evangelio de San Mateo Mirad las aves del cielo... Aprended de los lirios del campo... En estos Elogios y celebraciones, nos muestra el yo lírico su inclinación hacia lo pequeño e insignificante, hacia los seres minúsculos y frágiles, hacia las cosas más elementales y sencillas, y, desde luego, su admiración por el mundo, cuya belleza y feliz improvisación celebra ¡Qué maravilla el mundo! Se nota que está hecho a toda prisa, como un don de amor inmenso, en siete días si bien se atreve a comentar irónicamente algún detalle de la creación Polvillo de mariposa, de sus despintadas alas. ¿Es que no había lacas en el tiempo del Génesis? También expresa su preocupación por la creciente destrucción del mundo Un nido devastado, el mundo ya no estará completo nunca Frente al esplendor, la plenitud y la simplicidad de la naturaleza, se nos ofrece una visión muy pesimista del ser humano, tal vez el único ser no inocente de toda la creación Un día, tras su yantar, un mono aplastó con su pie un gorrioncillo; oyó el chasquido de sus pequeños huesos, con placer. Hízose hombre leemos, por ejemplo, en el poema titulado Evolución ARTE DE LA ELIPISIS. Los animales, sin embargo, se nos aparecen como ejemplo o modelo de conducta, especialmente las aves; por estos versos desfilan autillos, búhos, grullas, garzas, mirlos, cucos, petirrojos, gorrioncillos, cigüeñas, alondras, urracas, estorninos, cuervos, tordos, rui- NOS MUESTRA EL YO LÍRICO SU INCLINACIÓN HACIA LO PEQUEÑO E INSIGNIFICANTE, HACIA LOS SERES MINÚSCULOS Y FRÁGILES, HACIA LAS COSAS MÁS ELEMENTALES Y SENCILLAS, Y, DESDE LUEGO, SU ADMIRACIÓN POR EL MUNDO, CUYA BELLEZA CELEBRA señores, golondrinas y otros pájaros, solitarios o en bandadas, con los que el poeta a veces dialoga ¡Gracias, Señores Pájaros! A través de ellos, nos habla de la fugacidad de la vida y de la belleza, de la presencia de la muerte, de la conciencia del sufrimiento ajeno y de la consiguiente necesidad de la alegría y de la piedad. Asimismo, evoca los lugares de la infancia y afirma su voluntad de seguir las huellas de los viejos mitos y de los grandes clásicos filósofos, escritores, místicos en pos de la verdad, la trascendencia, lo sagrado. Se trata, en definitiva, de recuperar no sólo el espíritu religioso, sino también el sentido mítico de la vida y de la existencia. Los mitos ha dicho alguna vez Jiménez Lozano son hermosos, porque son verdaderos, contienen mayor verdad que la que pueda alcanzar el puro ejercicio de la razón... En coherencia con todo lo anterior, los poemas son breves, en muchos casos muy cercanos a la instantaneidad del haiku, y se caracterizan por la desnudez expresiva, la ausencia de retórica, la depuración y simplicidad formal. El autor practica, sobre todo, el arte de la elipsis y de la sugerencia. Y, en su ritmo apagado e interior, resuena la música callada de las cosas. También destaca la concreción de su lenguaje y la plasticidad de las imágenes; lo visible siempre como símbolo o reflejo de lo invisible. He aquí unas cuantas palabras verdaderas; una voz que sigue la senda de los lirios y los pájaros. s ABCD 21

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