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CULTURAL MADRID 14-05-2005 página 17
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CULTURAL MADRID 14-05-2005 página 17

  • EdiciónCULTURAL, MADRID
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y, en fin, lo último pero no lo menos importante, las amargas, lúcidas disquisiciones del narrador sobre el tiempo, la memoria, los fantasmas, el dolor y la muerte (v. gr. El tiempo es una protuberancia del presente y la vida nos sucede en el solo instante de lo inmediato No son estas últimas excrecencias sino resonancias del discurso narrativo, un poco al modo proustiano, donde se reflexiona con hondura y personalidad sobre los temas consignados. El microcosmos seleccionado se convierte en el soporte, pues, de un vasto mundo novelesco donde se juegan partidas fundamentales de la existencia humana, desde lo trágico a lo dramático (y lo misterioso) de lo cómico a lo grotesco, de lo indigno a lo menos indigno o abiertamente impúdico, aunque el narrador se quede con el juicio moral de los comportamientos y no cargue la mano sobre lo indecoroso. Los personajes, desde los principales a los secundarios, están bien perfilados, hasta cuando resultaba más arduo el hacerlo sin incurrir en el estereotipo, como sucede en el caso del extravagante y tierno astrónomo, don Leocadio, o en el de la desgraciada tía solterona del narrador. GOLPES DE EFECTO. Todo ello está resuelto además con hábil graduación de la trama la amenidad de la novela es ostensible en la que no se renuncia a los golpes de efecto, como las conversaciones entre un representante de Don Juan de Borbón y un pariente de los adolescentes aristócratas, o la incursión por las antiguas termas. Hay que unir a lo expuesto una prosa ejemplar, ajustada a la narración, dúctil pero inventiva, de notable caudal metafórico (no es novedad en Royuela pero ahora posee aún más calidad) en ocasiones brillantísimo, que no renuncia por ello a la ironía ni al rotundo humor. El resultado es un texto que supera lo hasta ahora publicado por Fernando Royuela, quien ha escrito su mejor novela y una de las mejores novelas del año. Lo único que, a nuestro juicio, chirría un poco es esa persistente cumbre de la felicidad y la bonanza desde la que se manifiesta el protagonista. Sus observaciones de adolescente no abonan ese optimismo psicológico, ideológico que parece sustentarlo de adulto. s Alumbrar el presente LA BIBLIA DE BARRO JULIA NAVARRO PLAZA JANÉS. BARCELONA, 2005 768 PÁGINAS, 21 EUROS EL SEGUND 0 TÍTULO DE JULIA NAVARRO TIENE TODOS LOS INGREDIENTES PARA CONVERTIRSE EN UN NUEVO ÉXITO JUAN ÁNGEL JURISTO caos del mundo; los trasfondos de la vida del balneario, con sus termas romanas subterráneas, que operan como fondo gótico de la novela; las tristes turbaciones sentimentales de una tía solterona del protagonista; las vidas ocultas o estrafalarias de algunos otros clientes del balneario; la suerte del mozo del hotel y su desgraciado padre, que representa de alguna manera la injusticia de aquel tiempo; la profesionalidad médica del progenitor del protagonista, que constituye una moral; la sustanciación de acontecimientos decisivos de nuestra historia contemporánea reciente Lo dije respecto a la anterior novela de su autora, La hermandad de la Sábana Santa, lo que escribe no tiene ni trampa ni cartón, no se aparta un ápice de lo que se espera de estas novelas históricas que arrasan hoy día, es decir, la inmersión en un pasado que está imbuido del suficiente atractivo mítico o histórico como para merecer la atención y, además, posee la suficiente habilidad narrativa sacada del thriller como para que la historia que se cuenta resulte atractiva y hasta didáctica. Y la cosa no es nueva: pasó con la novela gótica, con la histórica a lo Walter Scott y con el folletín a lo Dumas y no es baladí que estos géneros coincidan, además, con ciertos oleadas sociales y económicas en una Modernidad que gusta de mirarse como en un espejo deformante en las aguas de la Historia. Pero lo que distingue a unas y otras es cierta excelencia y creo que esta segunda novela de Julia Navarro mantiene una eficacia narrativa mucho mayor que obras de similar factura pero cuyos autores parecen poseer más marchamo literario. Es más, diría que esta novela se permite menos fallos que la anterior, pero en contra, también se percibe un brío menor en ésta, como si la autora hubiese puesto en aquella primera más de ella misma y aquí hubiera desarrollado con más técnica lo que antes fue su particular hallazgo. Pero la historia es atractiva, los paisajes, las excavaciones de Safran donde se da cuenta de la existencia histórica de Abraham, Roma, Sevilla; los personajes, Clara, Ayed Sahadi, Tannenberg, muy bien perfilados algunos de ellos; la trama misma, suficientemente interesante pero sin caer en lo enrevesado y atractiva sin permitirse ir más allá de lo verosímil. Y el estilo que acompaña tamaña eficacia: profusión de diálogos, escenas cortas y que se suceden con tanta rapidez que al lector apenas le da tiempo a posar sus ojos en ciertas sutilezas que no existen, es decir, una técnica cinematográfica de guión incrustada en la estructura de la novela y adaptada con cierta perfección a lo literario. Por eso dije antes que aquí no hay trampa ni cartón y se ofrece aquello que se demanda, quizá inconscientemente, una clarificación del presente mediando como excusa la historia. Y es este tipo de respuestas a preguntas que rondan en el ambiente lo que hace tan preciada este tipo de novelas. Está por estudiar la necesidad que hay en la sociedad actual de buscar soluciones en lo histórico y afirmar que eso sucede en épocas de crisis es no añadir nada. Sugerir un afán de trascendencia es sólo una de las causas y quizá no la principal, pero que casos como el de esta novela iluminan con especial clarividencia. s ABCD 17

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