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CULTURAL MADRID 07-02-2004 página 16
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  • EdiciónCULTURAL, MADRID
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POESÍA Contemporáneos El misterio de la realidad La canción del antílope ANDRÉS NEUMAN Pre- Textos, 2003. Valencia, 2003 60 páginas, 9,62 euros Imagen de nocturno en calma JOSÉ CARLOS CATAÑO A V. A C. Porque están ahí Gotas negras ANDRÉS NEUMAN Plurabelle. Córdoba, 2003. 72 páginas, 6 euros ACIDO en Buenos Aires (Argentina) en 1977, pero afincado desde hace tiempo en Granada, Andrés Neuman es una de las voces más interesantes de la joven poesía española, además de un excelente narrador y traductor. En una breve nota incluida al final de La canción del antílope, el propio autor agrupa en dos dípticos su obra poética hasta la fecha. El primero estaría formado por Métodos de la noche (1998, Premio Antonio Carvajal) y El tobogán (2002, Premio Hiperión) escritos en forma de cancionero y de apariencia más sencilla mientras que el segundo lo compondrían El jugador de billar (2000) y La canción del antílope (2003) más herméticos y unitarios que los anteriores y muy ligados entre sí. Aparte quedarían sus dos colecciones de haikus: Alfileres de la luz (1999) en colaboración con Ramón Repiso, y Gotas negras (2003) La canción del antílope es, en efecto, un libro unitario. Aparece organizado en un poema- prólogo, La máscara dieciocho fragmentos, bajo el título conjunto de El antílope que constituyen el cuerpo de la obra, y un poema- epílogo, La canción En el primero, el yo lírico asume una nueva identidad Así nació mi máscara y con ella, una mirada nueva Podrida de costumbre, la de antes filtraba un agua turbia que impedía a los ojos ver las caras ajenas, distinguirlas En la parte central, asistimos a un viaje iniciático hacia lo interior y a una dolorosa transformación. El yo lírico se desdobla aquí en el sujeto que habla (el rostro y en el antílope al que se dirige y con el que se identifica (la máscara Los antílopes explica el autor en la nota antes citada suelen ser criaturas de apariencia agresiva, comportamiento receloso y realidad indefensa. Con la altura de sus astas y el brillo de su piel intimidan a las demás criaturas: por eso mismo son, también, cazados El antílope, pues, se presenta como un animal paradójico, y por lo tanto, como un símbolo de la vida amenazada y perseguida que se resiste a desaparecer, y también del poeta y del artista y del hombre actual. Todo el texto está teñido, por lo demás, de una atmósfera onírica, irracional y misteriosa. En el epílogo, de carácter metapoético, el yo lírico hace explícitas sus intenciones y se despide de la canción. En Gotas negras, subtitulado 50 haikus urbanos, Andrés Neuman manifiesta, una vez más, su voluntad de experimentar con otras tradiciones y adentrarse en nuevos territorios estéticos. Muy ortodoxos en el tono y en la forma y al mismo tiempo, muy personales en su realización, los haikus se distribuyen en cuatro partes, siguiendo el curso de las estaciones, y nos ofrecen un álbum de instantáneas de la ciudad. Si en este libro destacan la perspicacia y la versatilidad de su autor, en La canción del antílope se ponen de relieve, sobre todo, la altura y la profundidad de sus planteamientos poéticos. Pero ambos son el fruto de una mirada perpleja y asombrada ante el misterio de la realidad. La imagen de las ramas que acarician La pantalla, la lámpara encendida En el pequeño balcón de madera A la vista de Orión A ras del horizonte Invisible, la imagen de las ramas Como trazos en círculos Con sed de transparencia, el mar a oscuras Latiendo en otra parte, nada alienta Ni trasciende, ningún motivo, nada Más que las sombras Bebiendo las auroras fulminantes Del pasado, volcando sus eclipses En estas líneas fuera, por ventura, En pos de su propia llama, así yo Dándole ahora al aire vueltas en la distancia, Flotando en paz, Hacia todos los nortes. Hace buena noche. Eso Es todo. N Luis García Jambrina osé Carlos Cataño nació en La Laguna (Canarias) en 1954. Estudió Artes y Letras en Tenerife y Barcelona, y ha desarrollado su labor creativa en ambos campos, tanto el literario, en libros de narrativa, poesía y ensayo, como diversas exposiciones de sus dibujos. En narrativa ha publicado las novelas El exterminio de la luz (1975) De tu boca a tus cielos (1985) y Madame (1989) Desarrolla también una labor crítica y ensayística que se concreta, además de sus colaboraciones en prensa, en obras como Escritos y Ejercicios de estilo. Su obra poética incluye los libros Jules Rock (1975) Disparos en el paraíso (1982) Muerte sin ahí (1986) El cónsul del mar del Norte (1990) A las islas vacías (1997) y En tregua (2001) Entre sus preocupaciones poéticas se percibe una cierta tragicidad de la existencia bajo la mirada perpetua de la muerte, la fijación con las espacios míticos donde el ser humano se percibe desde otras dimensiones, la poderosa presencia del paisaje donde se puede desplegar lo esencial del ser y la preocupación constante por el lenguaje, con frecuencia hace referencia a él en sus poemas: Se me muere la vida no en la carne, se me muere la vida en las palabras El libro, sus letras apagadas, Abierto lo mantiene el desamparo Escribir es volver, volver A la escritura donde Quien vuelve muere Y pasa inadvertido Toda su obra busca cobijo en una necesidad de nombrar, de reescribir la memoria porque tal y como afirma: Muere lo que dejo de nombrar y así lo nombrado se convierte en imperecedero. v J 16 Blanco y Negro Cultural 7- 2- 2004 Selección y coordinación de Amalia Iglesias Serna

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