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CULTURAL MADRID 15-11-2003 página 8
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CULTURAL MADRID 15-11-2003 página 8

  • EdiciónCULTURAL, MADRID
  • Página8
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Criaturas y pasantes NARRATIVA La matraca nacional ALEJANDRO GÁNDARA AY gente que piensa que la realidad no es eso que nos invade, sino lo que pasa en nuestro interior, ese rico mundo de sentimientos, reminiscencias y emociones. Pues los que creen eso, una de dos: o no viven en España o no tienen arreglo. Aquí no escapas. Hablamos de un país donde la realidad consiste en dar la matraca desde el alba hasta el ocaso. Una especie de cultura post Goebbels, aquello de que cuando cuentas algo (generalmente, mentiras) mil veces, acaba convirtiéndose en verdad. La matraca, como es sabido, no es música sinfónica ni dodecafónica, ni tan siquiera es balada, rumba o cuplé. Es más bien la fiesta del tambor, pillas un garrote y estiras una tripa de vaca, y a dejar sordo al personal. A traducir por coger un tema y sacudirlo, exprimirlo, repetirlo sin la más mínima variación hasta que mueren los que están alrededor, no hasta que muere el tema. Aquí los temas son inmortales. Tú te coges el tema del País Vasco y ya sabes que tus bisnietos lo tararearán en la agonía. O el de Estrellita Castro, o el de los tránsfugas, o el de la boda real, eso es lo de menos: lo importante es la matraca y ser tú el matraqueador número uno. O sea, un tonto con un tambor. Así que vas y dices: voy a refugiarme en mi mundo interior. Te pones a sentir un rato y resulta que al cabo de poco empiezas a pensar en el País Vasco o en Estrellita Castro, en los tránsfugas o en la boda real. O dices: voy a refugiarme en el mundo interior de otros no sea que el mío no dé para mucho. Abres el último libro de Richard Sennett (El respeto, Anagrama) el de Roy Porter (Breve historia de la locura, Turner Fondo de Cultura Económica) o el de Juan Arana (El dios sin rostro, Biblioteca Nueva) y al cabo de un rato los dejas con un legítimo sentimiento de irrealidad: ¿de qué hablan estos tíos? ¿Se han pasado de anfetas? ¿En qué sanatorio viven? Es natural. En el fondo de tu alma esperabas que la sociedad postindustrial, la demencia en tiempos de los romanos o el panteísmo no pudieran explicarse sin Ibarretxe o sin el transfuguismo. De hecho, ni la tele ni los periódicos mencionan esos asuntos. Por algo será. Tardas en darte cuenta de que te estás volviendo loco y de que te duele la cabeza. En realidad la cabeza te duele desde hace meses o años, porque en la calle no dejan de tocar el tambor las veinticuatro horas del día, lo que pasa es que tu cabeza no lo sabe y la pobre reacciona como puede. Y en realidad no estás volviéndote loco, sino que ya lo estabas desde hace meses o años, cuando decidiste que había más música que la del tambor, y entonces decidieron que tu cabeza era el tambor. O lo decidiste tú al no cambiar de país o al no matar al tamborilero. Acabas por irte al bar para estar al menos con los tuyos, esos pobres tarados que dan calor de hogar. Porque al fin y al cabo es tu refugio, ese refugio del que nadie escapa. v La mirada ingenua El baile de la Victoria ANTONIO SKÁRMETA Premio Planeta 2003 Planeta. Barcelona, 2003 384 páginas, 20 euros H A veces debería ser la vida la que imitase a la literatura y no al revés, como parece proponer este escritor chileno, empeñado en la configuración de personajes que desbordan el puro realismo enriqueciéndolos e idealizándolos con audaces piruetas para la verosimilitud de las narraciones que inventa. El baile de la Victoria cuenta una historia de ladrones que comparten la aventura de hurtar la provisión de fondos que en una caja fuerte guarda el pinochetista general Canteros. Los ladrones son dos: el genio, un hombre a punto del retiro que abre las cajas de caudales con habilidades de mago, y el atrevido y arrogante adolescente con ansiedad por conquistar la propia existencia. Dar el golpe constituye, en la perspectiva de la narración, un acto de justicia que vendría a reparar la mísera existencia del maestro ladrón, las humillaciones y vejaciones sufridas por el joven delincuente y la restitución a la vida de la novia de éste, Victoria, una adolescente a la deriva tras el asesinato de su padre a cargo de los servicios secretos del dictador chileno. Pero la trama es una excusa y no el esencial interés de la novela. El Chile actual es apenas un escenario aludido y el autor no persigue ser fiel a la realidad. Baste señalar que los ladrones de Skármeta distinguen entre currículo o prontuario, interpretan un relato de Raymond Carver mientras cometen un robo y son tan altruistas como Rousseau. La utopía de la bondad El arte de la novela reside en la capacidad de este narrador para construir un mundo esencialmente ingenuo y colmarlo de aliento poético; en inventar una pareja de personajes que contemplan su vida desde perspectivas opuestas, uno hacia el futuro y otro hacia el pasado, y propiciar el intercambio de savia entre ambos para proyectar una idea de la existencia de utópica bondad. Mirada poética en que la poesía mana de la presencia de lo trascendente en lo humilde o, como intuye uno de los personajes de la novela, en la vida se da junto lo grande y lo pequeño el drama reside en no saber cuál es nuestra participación en la construcción de lo grande. Y, sin embargo, para que El baile de la Victoria formase parte de las mejores obras de Antonio Skármeta hubiera sido preciso un mundo más creíble. De su lectura sobresale el encanto de los personajes pero no la solidez de la historia. No faltan la amenidad ni la brillantez en los diálogos, aunque las escenas parecen estar más a disposición del alarde de ingenio que del argumento general de la obra. No es posible discutir su genuina manera de presentar la vida: la manera de Skármeta, la mirada ingenua. Arturo García Ramos Nunca se sabe El amante albanés SUSANA FORTES Finalista Premio Planeta 2003 Planeta. Barcelona, 2003 220 páginas, 19 euros EGÚN uno va leyendo esta novela va dándose cuenta de la coherencia interna que la obra de Susana Fortes posee. Los que leímos Querido Corto Maltés nos imbuimos de una narración que debía mucho al mundo del cómic y del cine. Luego, títulos como Las cenizas de la Bounty y Adiós, muñeca corroboraron esa deuda, pero matizada a favor de una literatura de alcances más largos: si la estética del cómic y del cine enseñan mucho sobre estructura y eficacia en el modo de contar, lo cierto es que la mayoría de las narraciones que se basan en esos principios adolecen justamente de lo que el cine y el cómic prodigan porque es su razón de ser: la imagen. De ahí que el recurso a explorar las modalidades del alma humana dé como resultado en muchas ocasiones el acompañamiento de un lenguaje de clara estirpe lírica para diferenciarse claramente de la tiranía debida al mundo del arte visual. Enver Hoxha, lo que otorga a la novela un alcance que la simple explicación de la trama no haría justicia. Ni que decir tiene que el elemento que suscita el drama es una mujer, Helena Vorspi, digna representante de su nombre en unas tierras donde las rapsodias homéricas tiene aún impronta, y que el litigio se plantea entre dos hermanos, cuyo padre es un alto cargo del régimen comunista. Estamos en la Albania de la descomposición del régimen y en una ciudad, Tirana, lugar idóneo para atisbar esa decadencia. Del drama que se desarrolla, drama bíblico pues conlleva la delación entre hermanos, Susana Fortes ha conseguido ofrecernos una imagen muy ajustada de lo que es la descomposición de una tiranía, y que no es la menor de las virtudes de esta novela. S Lucha de hermanos En El amante albanés asistimos a la sabia combinación de estos elementos. Ya al comienzo mismo se produce una detonación, el impacto necesario para que la trama conlleve un suspense necesario y aboque a una situación de thriller, y, acto seguido, la historia se desparrama en una serie de secuencias mucho más íntimas que da como resultado la descripción de una familia con cierto poder en la Albania de finales del régimen de agandara escuelacontemporanea. com Juan Ángel Juristo 8 Blanco y Negro Cultural 15- 11- 2003 J. Pagola

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