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CULTURAL MADRID 21-06-2003 página 28
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CULTURAL MADRID 21-06-2003 página 28

  • EdiciónCULTURAL, MADRID
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FOTOGRAFÍA Arte Reuniendo fragmentos Pierre Gonnord y Tanit Plana Centro Cultural Conde Duque. Madrid C Conde Duque, 11. Patrocinio: Ayuntamiento de Madrid y Ministerio de Cultura francés. Hasta el 13 de julio inestable en continuo devenir En este contexto habríamos de inscribir pues las propuesta de Pierre Gonnord (Cholet, Francia, 1963) y de Tanit Plana (Barcelona, 1975) en el caso de que la insulsa media docena de obras que expone cada uno promoviera algo más que una mirada distraida. Retratos urbanos del Japón contemporáneo de Gonnord forman parte de su estudio, iniciado en 1999, sobre los usos y costumbres de una juventud urbana para la que, efectivamente, la pérdida del yo (debida en este caso a factores biológicos) y la búsqueda frenética de identidades (probadas y desechadas sucesivamente) constituyen un problema central que determina tanto la relación que mantienen con su cuerpo de ahí las imágenes de jóvenes tatuados, travestidos o disfrazados como su actitud hacia el otro: en las fotos de gran formato de Gonnord, esta juventud pseudomarginal posa sobre el espectador una característica mirada (Regard) retadora desde un rostro totalmente inexpresivo. Tani Plana, por su parte, opta por lo autobiográfico más bien, lo catárquico y se embarca en un viaje en pos de su propia identidad, volviendo a los hogares en los que ha trascurrido su vida para hallar unas estancias, unos muebles y enseres que, al igual que sus propietarios, parecen no haberse movido nunca de su sitio. Su Proyecto casa cobra tintes dramáticos cuando su presencia en ese entorno familiar comienza a despertar recuerdos latentes y voces venidas de la tumba de la memoria: Cuando mis padres se gritaban, Tener que dormir con mi madre me daba vergüenza o Tenía dos amigos: Sergi duerme, Pau murió son los títulos de sus imágenes. Puro psicoanálisis plasmado en imágenes borrosas y subexpuestas. On the Walls of the Lower East Side (1978) La vida en serie Sol Lewitt Fundación ICO. Madrid. C Zorrilla, 3 Comisario: G. Stolz. Hasta el 27 de julio P UEDE resultar extraño que entre las exposiciones que conforman la programación de esta última convocatoria de PHotoEspaña, que gira un año más en torno al concepto de identidad, figure una dedicada a un artista como Sol Lewitt (Connecticut, 1928) a quien, en principio, no tendríamos considerado como un autor que se haya ocupado especialmente de esta cuestión. Cuestión que parece exigir, para su tratamiento, un mínimo de representación, así como la aparición de algunos elementos informativos o descriptivos con respecto de alguna situación dada. La obra de Lewitt, uno de los nombres fundamentales del minimalismo, siempre ha estado centrada en aspectos formales y constructivos, para cuyo desarrollo ha utilizado con frecuencia un sistema estructural basado en la aplicación de un módulo simple sujeto a una lógica organizativa preestablecida. Si exceptuamos la condición narrativa, un orden secuencial suele estar motivado por intereses analíticos o de registro exhaustivo; son los casos, por ejemplo, de Claude Monet y Eadweard Muybridge. Más allá de las aportaciones que supusieron sus experiencias en sus respectivos campos, resulta interesante constatar que ambas contribuyeron a generar una nueva sensibilidad hacia la imagen a partir de sus posibilidades procesuales, con lo que esto ha significado tanto a nivel perceptivo y de conocimiento como operativo y estructural. Es fácil imaginar que la mayor parte de su obra fotográfica es de carácter serial y está compuesta por imágenes que mantienen unas dimensiones fijas para cada una de las series; esta constancia en los tamaños se corresponde con el principio modular típico de sus pinturas y esculturas. De esta manera, la impresión general es el resultado de la adición de un número, casi siempre elevado, de visiones parciales que adquieren un sentido unitario en virtud de su agrupación. Lewitt traslada al terreno de la fotografía sus clásicas especulaciones combinatorias de índole formal de un modo semejante a como lo hace en el resto de su obra, pero en este caso sirviéndose de las texturas, formas y colores que le ofrece un entorno más o menos cercano (Brick Wall, Windows, On the Walls of the Lower East Side) o algún elemento sometido a un riguroso análisis fenoménico (Cube, de 1990 y 1997) también las mínimas variaciones de encuadre, cuando las hay contribuyen a dinami, zar visual y conceptualmente cada conjunto. Por último me referiré a la serie titulada Autobiography (1980) compuesta por más de mil fotos, un pormenorizado autorretrato del artista a partir de sus objetos personales, útiles de trabajo, detalles y rincones de su casa, ante la que resulta curioso comprobar de qué manera un ejercicio básicamente formalista, casi taxonómico, puede ofrecernos una imagen muy real de algo o de alguien, aun cuando para la comprensión de su totalidad no haya más continente material que los márgenes de las hojas de un libro. En definitiva, la identidad planteada desde una monumental sinécdoque. N año más se convierte el Cuartel del Conde Duque, con todas sus salas dedicadas a colectivas multitudinarias y sus patios dispuestos para las proyecciones nocturnas y las ceremonias de entregas de premios, en epicentro de esta dura peregrinación anual a la foto. Y, perdidos al fondo de la sala Pedro de Ribera, donde se despliega el en su día rompedor catalogo de Morphyngs de Nancy Burson (el trabajo de esta pionera es interesante, pero el uso de estos programas de retoque fotográfico tenía otro valor a principios de los 80: hoy cualquier manitas difunde por la Red de su empresa el resultado de fusionar el retrato del jefe con la faz de Bugs Bunny) se hayan dos trabajos no excesivamente brillantes que forman parte de las once exposiciones en las que la comisaria del Festival, Oliva María Rubio, intenta desarrollar la tercera y última parte de su proyecto en torno al difuso concepto de identidad en las sociedades modernas, poniendo de manifiesto la multiplicidad de yoes que caracterizan al hombre contemporáneo Dramática disolución del yo de la que adolecen ya las criaturas de la mitología romántica y que, según la curadora, se agudiza cuando entran en escena el psicoanálisis y el existencialismo: Todas estas manifestaciones han puesto en quiebra uno de los fundamentos centrales de la modernidad: la afirmación de la permanencia, de la estabilidad del yo. Cuestionan su carácter sustantivo, homogéneo y estable, y abogan por su perfil difuso e U Javier Rubio Nomblot Víctor Zarza Tremp (2003) de Tanit Plana 28 Blanco y Negro Cultural 21- 6- 2003

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