CULTURAL MADRID 21-06-2003 página 27
- EdiciónCULTURAL, MADRID
- Página27
- Fecha de publicación21/06/2003
- ID0005419145
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ENTREVISTA PINTURA Arte El pintor Agustín de Llanos vuelve a Max Estrella, espacio en el que pudo verse hace un par de años su toma de contacto con un lenguaje más abstracto y tridimensional, y donde ahora se exhiben sus últimas conclusiones Agustín de Llanos: Yo ya no distingo entre pintar con una brocha o cortar y unir unas tablas UE hace seis años cuando Agustín de Llanos, premio ABC de Pintura 2001, dejó de lado la figuración para hacerse con un nuevo lenguaje basado en las tres dimensiones aplicadas a la pintura. Sus últimas conclusiones se despliegan en su nueva cita en Max Estrella, donde las formas cada vez más escultóricas y donde la sobriedad, la materia y el color blanco son los protagonistas indiscutibles. Su nueva muestra en Max Estrella lleva por título Laberintos. ¿Cómo definiría el proyecto? Esta muestra es una selección de mi trabajo de los últimos dos años, con alguna pieza incluso anterior. Yo mezclo las dos y tres dimensiones continuamente en estos últimos años. También he incluido alguna pieza última. De lo que se trataba era de trabajar espacios, espacios pseudohabitables Si la exposición se ha llamado Laberintos es porque esos espacios no están nada claros: no son lugares cerrados, sino abiertos y bastante engañosos por el juego de luces y sombras cuando entran las tres dimensiones. A nivel pictórico, me baso prácticamente en el blanco, pero hay unas manchas negras muy importantes. En algunas piezas me he atrevido a meter algún color, algo que me apetecía. Se le considera un joven pintor abstracto, pero la figura humana llegó a presidir sus cuadros. ¿Qué le lleva a dar el salto? No es que hubiera un tiempo en el que hubiera figura humana, sino que hablamos de quince años de figuración. Este trabajo, junto con el de la última exposición en Max Estrella en 2000, que a su vez era una selección de obras de los dos años anteriores, es relativamente nuevo. Yo acabo en 1997 con la figura humana. Fueron muchos años de figuración, que no de realismo. Ahora se ha producido esto, que no sé cómo llamarlo realmente. Podría denominarlo deshumanización pero no me gusta esa palabra, porque es muy dura y tampoco es verdad. Lo que ocurrió es que después de tantos años con la figura humana llegué a dominarla. Mi siguiente paso habría sido el hiperrealismo, que a mí no me interesaba. Entonces me agoto y comienzo a aburrirme. Hay una serie de piezas, que nunca se han expuesto, unas piezas- puente sin interés para el público, en las que empiezo a pintar figura humana en espacios. Hasta ese momento yo había tallado mucha figura humana exenta. Cuando desaparece la figura humana comienzo a emplear otro lenguaje, que es el de los planos, el de la luz y la sombra puras, empiezo a meter blancos, marfiles, perlas, Más que encontrar ese lenguaje, empiezo a disfrutar con él. Al principio, las nuevas obras son claramente espacios; ahora hay algunas piezas en las que no me importa lo que pinto. Pintar es sólo una excusa; lo que realmente me gusta es el nuevo lenguaje. Ese nuevo lenguaje hace que muchas piezas puedan confundirse con esculturas. Desde luego. Pero yo creo que a estas alturas, ese tipo de diferenciaciones son poco importantes. Y sin embargo, la pintura o la escultura no se trabajan igual. La cabeza debe sufrir unos ligeros cambios. Lo que ocurre es que yo siempre he pintado y siempre he hecho escultura, y no me cuesta ningún esfuerzo. En este tipo de piezas en las que yo policromo relieves, participo tanto de la escultura como de la pintura. Hay piezas que son claramente escultóricas, con un predominio del volumen y en las que apenas hay color. Pero hay otro tipo de piezas en las que no puedo hallar diferen- F cias ni cuando las hago, ni ahora cuando las veo. ¿Cómo alterna una técnica con otra? En su momento, diferenciaba una de otra claramente. Ahora, no. Yo siempre llevo un par de piezas o tres a la vez, porque estos trabajos tienen mucho de producción. Puedo estar trabajando a la vez una pieza plana otra con relieve, puedo estar policromando, encolando... Mi cabeza está completamente abierta a las dos o las tres dimensiones. Tengo incluso algún estudio de sonido, una pieza que no he querido colgar aún, porque creo que no está madura. Mi cabeza entiende los dos lenguajes, los funde y hace el trabajo fluido, con piezas que comienzan en dos dimensiones y que acaban en tres, y al revés. Yo ya no distingo entre pintar con una brocha y manchar con un color, de poner una tabla al lado de otra, cortarlas, unirlas y pegarlas para ver los resultados. No es más importante una parte que la otra. ¿Trabaja con el ímpetu con el que lo cuenta? Trabajo continuamente, aunque produzco muy poco, porque las piezas necesitan su tiempo, sobre todo ésas que se componen de otras. Yo suelo decir que siguen creciendo Con las piezas acabadas también aprendo y van influyendo en las que se están creando en ese momento. Y creo que esa es también la manera de pintar. Un cuadro puede entenderse como un un reto o problema a resolver que se acaba cuando lo encuentras redondo, algo, por otro lado, que tampoco sabes cuándo va a ser. Parto mucho del dibujo y al final hay muy pocas piezas que tengan algo que ver con él, porque una cosa es dibujar, otra pintar, otra tallar... Hay cosas que funcionan en pequeñas escalas pero no a lo grande. Ésa es mi manera de trabajar, dándole muchas vueltas a las piezas, porque en el fondo, me gusta jugar, me gusta divertirme mientras estoy trabajando. Y lo digo siempre: cualquiera de estas obras podría haberse acabado de cualquier otra manera. Podemos irnos a un clásico, a Las Meninas. Un cambio de gesto o de color hubiera sido un cuadro igual de bueno, pero distinto. Hay un momento en el que hay que decidir que esa pieza está acabada, pero podría haber sido otra pieza, si la solucionas, claro. El hecho de conjugar aquí piezas de diferentes años sí le permitirá ver una evolución en su empleo del nuevo lenguaje Sí, pero las cosas se mezclan continuamente. Es cierto que lo más reciente, lo último, podría parecer muy escultórico, pero hay piezas muy pictóricas y son muy de ahora. Noto la evolución con respecto a la exposición anterior, que ya era este camino, pero es muy lenta, porque yo voy muy despacio, me asusto, o, mejor dicho, me gusta pisar sobre seguro. Dice haber introducido más color, pero a mí me da la sensación de mayor sobriedad. El color no está reñido con la sobriedad. Éstas son piezas más sobrias, más pesadas, más rotundas. Y me alegro, porque significa que no hace falta recurrir sólo al blanco o al negro para hacer una obra seria. De hecho, he realizado un esfuerzo para que así sea, para que el rojo o el azul funcionen igual. Son también más abruptas, menos pulidas. Más bastas, basto no es una palabra fea. Yo creo que es una necesidad, un volver a la materia, a valorarla, porque es un lenguaje más, una parte del lenguaje. Se pueden decir las mismas cosas con distintas palabras. Estas piezas más duras en cuanto a materia tienen en cuenta la astilla, la grieta, los juegos entre lo recio de la tabla y la pulcritud del color... Son piezas que son una necesidad, pues vengo de hacer unas piezas muy limpias, muy pulidas. Javier Díaz- Guardiola Agustín de Llanos G. Max Estrella. Madrid. C Santo Tomé, 6. De 780 a 7.200 euros. Hasta mediados de septiembre (agosto cerrado) 27 Blanco y Negro Cultural 21- 6- 2003 Gonzalo Cruz