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CULTURAL MADRID 21-06-2003 página 10
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CULTURAL MADRID 21-06-2003 página 10

  • EdiciónCULTURAL, MADRID
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ENTREVISTA NARRATIVA Libros Carlos Pujol: La realidad no me interesa, la saboteo de arriba abajo OETA, editor, traductor de Baudelaire, Proust, Verlaine o Emily Dickinson y novelista, Carlos Pujol (Barcelona, 1936) recrea en Los días frágiles (Edhasa) las horas previas a la entrada de los nazis en París. Un periplo de sonámbulos ligados por la incertidumbre, que culminará en un amanecer verde- gris, el color del uniforme alemán: Francia se nos había caído encima, y allí estábamos, improvisando literatura por todo consuelo... ¿Cómo se vive la fragilidad de los días? Son tres personajes que emprenden una búsqueda disparatada. Uno no sabe qué hacer con su vida, el otro es ciego y el tercero un escritor solitario y cascarrabias. Muy poco heroicos e incapaces de resolver nada, se enfrentan a una mujer misteriosa que podría ser una ventajista, o una aventurera... Un personaje con misterio, porque son los únicos interesantes. Todos experimentan la fragilidad de la vida y los estados de ánimo: la felicidad, la suerte, el amor... Podía ser una imagen de lo que sucede hoy en París, una ciudad que se está rompiendo no se sabe bien por qué. Una novela sobre la Ocupación... Hacía años que quería escribirla, aunque ya se han hecho películas con malos muy malos y buenos muy heroicos. El desenlace de aquello fue muy incorrecto políticamente, por eso me interesaba más el preámbulo: la incertidumbre, los políticos que juegan sus cartas y prefieren recordar que a Juana de Arco la quemaron los ingleses para colegir que los alemanes tal vez no sean tan malos y hasta civilizados. Unas vidas sombrías para la extraña guerra que vivió Francia. Cuando se reconstruye una época que no has vivido lo haces con documentos, diarios, memorias... Para muchos, la Historia con mayúsculas determina cómo vivía la gente, algo totalmente falso. Se cree que lo que publicaban los diarios ocurría a rajatabla y se olvida que en las situaciones adversas la gente se las ingenia para salir adelante. El dinero, el amor, las necesidades más primarias: eso es lo que define la peripecia humana. Por ejemplo, a la tía del protagonista le preocupa más envejecer que los alemanes entren en París. Dejemos hablar a sus personajes: Si uno acumula libros acaba convirtiéndose en su guardián dice el escritor. Hay un poco de broma personal. Durante toda tu vida vas acumulando libros, sobre todo en mi caso, que provengo de una época en que se consideraban objetos de valor. Con la casa repleta de tomos, reconoces que una P La voluntad que uno ponga al escribir no basta si no lleva algo dentro. La emoción es fundamental gran parte no los vas a leer. Surge la tentación de tirarlos, sobre todo ahora, con tantos títulos superfluos, inútiles, absurdos. Lo que vale la pena es releer La Cartuja de Parma. Se edita tanto que hasta Stendhal podría quedar enterrado por tanta presunta novedad. ¿Cómo lo ve desde su experiencia editorial? La saturación es el signo de nuestra sociedad. Tanta producción de cosas acaba rebajando su valoración. Antes, el cine era una experiencia casi irrepetible. Veías Casablanca y te preguntabas si la volverías a ver; pasaba el tiempo y la memoria la iba transformando. En cuanto a los libros... Hace cuatro décadas, un crítico podía leer las obras más importantes que se publicaban en un año en España: hoy es imposible. Otra frase: En literatura lo que cuenta es el instinto, no la voluntad La emoción de Céline contra el verbo de Flaubert. ¿Qué opina? La voluntad que uno ponga al escribir no basta si no lleva algo dentro. Comparto con Céline la apuesta por la expresión oral, por eso he escrito una historia dialogada: echar el guante al lector en la primera línea y no esperar al capítulo cuarto. Una de mis novelas, El lugar del aire, se abría con una frase de la que estoy muy satisfecho: ¿Y si no nos muriéramos nunca? La emoción es fundamental, en lugar de una prolija descripción al estilo del XIX. Y otra: Si la realidad existe lo mejor es irse a dormir ¿Se escribe como se sueña? La realidad es para vivirla, no para hacer literatura. Cuando escribo, la realidad no me interesa nada, la saboteo de arriba abajo. Pueden suceder cosas delirantes: no me atrae la crónica del París ocupado, los personajes ni siquiera se representan a sí mismos, son contradictorios. Acumular detalles para hacer la realidad más creíble me parece absurdo. Mi modelo narrativo es cinematográfico: frase corta, cambios de plano, diálogos entrecortados y ambiguos. ¿De los periodos sombríos surge buena literatura? Son momentos que condicionan la vida de la gente, despiertan las crisis internas y propician la fuga. Escribir es darle la vuelta a situaciones que uno no sabe cómo afrontar. Usted ejerce la crítica literaria desde 1969. ¿Cuál es la función del crítico? Informar y situar al lector, más que transformarse en un juez implacable. No soy partidario del juicio inapelable y normativo. Después de tantos años, mis críticas se centran más en lo que me sugiere cada lectura. El ideal, inaccesible y supremo, es cuando la crítica se convierte en literatura, como Sainte- Beuve. Sergi Doria 10 Blanco y Negro Cultural 21- 6- 2003 Elena Carreras

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