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CULTURAL MADRID 21-06-2003 página 9
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CULTURAL MADRID 21-06-2003 página 9

  • EdiciónCULTURAL, MADRID
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NARRATIVA Libros Entre la variación y la repetición Carne de perro PEDRO JUAN GUTIÉRREZ Anagrama. Barcelona, 2003 148 páginas, 12 euros N 1998, Pedro Juan Gutiérrez (Matanzas, Cuba, 1950) publicaba Trilogía sucia de La Habana, que reunía tres libros de cuentos, a la que siguieron desde entonces la novela El Rey de La Habana (1999) Animal tropical tres novelas cortas (2000) El insaciable hombre araña colección de diecinueve cuentos (2002) y por fin, Carne de perro, obra con la que, según noticia de Anagrama, que ha difundido en España su obra, el autor pone punto final al ciclo, la pentalogía denominada Ciclo de Centro Habana. Nos alegramos de que sea así, pues este libro, como algún otro anterior, presenta al escritor oscilando entre la novedad y la repetición, entre la variación sustantiva y la mera iteración de motivos y temas anteriores. Tenemos para nosotros que lo mejor del ciclo es El Rey de La Habana. Gutiérrez es, digámoslo con claridad, escritor excelente, dueño de medios expresivos propios, sobrios, lacónicos e hirientes en su desolada visión del mundo. Visión que parece concordar con algunas maneras de Bukowski, aunque el autor ha negado el precedente, y con Henry Miller, cuya visión pansexualista ha sido específica e irreductible en la literatura contemporánea. Territorio el de las narraciones y novelas de Gutiérrez que aparece degradado, con imperio obsesivo del sexo esto es muy milleriano E y se presenta como trasunto más o menos fiel de la inquietante Cuba de finales y comienzos de siglo. En alguna ocasión cita el narrador a Carver, y algo, suponemos, querrá decir la referencia, porque este mundo es, a su juicio, sombrío e infeliz, sobre absurdo. Pero el realismo sucio de Gutiérrez excede, con mucho, al del gran narrador norteamericano. La suciedad no es aquí metáfora, sino realidad textual. La materia sucia nutre y empapa estos cuentos, no al modo de Rabelais, sino al servicio de la visión negativa de raíz de la realidad. Las prácticas sexuales más infrecuentes y aun perversas, los aspectos más sórdidos de la realidad, la todopoderosa sexualidad, despojada de sentimentalidades, la prostitución, la muerte sin misericordia, el robo, la trampa, la impía lucha por la supervivencia, concurren en estos cuentos, cuya mejor virtud estriba en la maestría con que están narrados. Son modelos de concentración, economía verbal, laconismo, depuración expresiva. Son también ejemplos de humor cáustico y ácido. Uno agradece formulaciones como sonrisa glandular por ejemplo. Dieciséis relatos Aquí, en Carne de perro, se trata de dieciséis relatos hilvanados como una novela sobre la peripecia del narrador, que aparece en su condición de doble del escritor, autor de novelas policiacas, cuarentón, marido en trance de separación de su mujer, que se consuma durante el desarrollo narrativo, hastiado del mundo, y que se mueve de modo preferente en torno al mar, en la playa. Doble del escritor, pero doble imaginario. Sería un error proceder a la lectura autobiográfica de estos relatos. Pueden estar escritos en primera persona, que es cosa bien distinta, y la solapa editorial es demasiado relajada sobre este aspecto, que en alguna ocasión el autor recalcó al señalar la condición ficticia de sus narraciones. Estos cuentos tejen la trama de la soledad y la desposesión, del abandono existencial e histórico (el paisaje social y político cubano se filtra con metonimias inequívocas) hastiado el narrador de la realidad circundante, Un cambio de rumbo El autor se muestra fiel a su universo en todo momento, pero nos parece advertir cierta fatiga y en todo caso, si no es la del autor sí es la del lector, que conocedor de los cuatro libros anteriores tiene cada vez menos margen para la sorpresa. Muchos de estos cuentos, aunque narrados de modo admirable, resultan previsibles, carecen de interés esencial para el lector acostumbrado a este mundo, aunque pueda tenerlo para el nuevo, porque no suscitan expectativas renovadas por lo general. Haber sido muy favorables al buen escritor cubano en varias de sus obras anteriores nos autoriza ahora a pedirle un cambio de rumbo. El realismo sucio caribeño ha tocado ya sus límites. Ahora sólo queda esperar que las próximas obras de Gutiérrez discurran por caminos distintos. Le sobra talento para abordar otros registros, otros ámbitos. miserable, insegura, amarga. Siempre en la precariedad existencial y general, confiesa que nació pobre por equivocación y buena parte de su vida la consume en busca del dólar nuestro de cada día Cuando no es el dinero, es el sexo compulsivo, frenético, el que atrae a nuestro personaje, desarraigado, sin compañía estable, solitario. Los diversos cuentos son los eslabones de esa historia suya; los títulos resultan en sí mismos elocuentes: El mundo es muy peligroso Soledad y silencio Infiel hasta la muerte Y yo no tenía rumbo Corazón de piedra Nada de amor Carne de perro etc. El primero es el más desolado de todos, y por cierto es uno de los pocos sin sexo. Miguel García- Posada 9 Blanco y Negro Cultural 21- 6- 2003

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