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CULTURAL MADRID 14-12-2002 página 10
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  • EdiciónCULTURAL, MADRID
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Criaturas y pasantes; 0 NARRATIVA Plastilina para todos ALEJANDRO GANDARA El misteriopolicial y la creación literaria Laobraliteraria de MarioValdini SERGIO GÓMEZ VIIIPremio Lengua Trapo de de Narrativa Lengua Trapo. de Madrid, 2002 160 páginas, euros 14,50 minados con un aparentemente imnotivado suicidio. La investi gación filológica se transforma en una investigación policial que afecta a todos los habitantes de la localidad. El visitante se siente observado por todos y a punto de revelar algo que supon drá un vuelco en la mortecina vida vulgar de los pueblerinos de Vertiente. Este resumen traza ya algunas imantaciones con el per sonal mundo de Onetti, a las que habría que añadir la presencia de un médico de oscuro pasado y una perversa adolescente o el ambiente de degradación moral que preside la acción del relato. Pero el mundo literario de Ser gio Gómez es también muy por sonal y se fundamenta en el go bíerno de una trama policíaca y en la administración gradual de las revelaciones del argumento; casual- -elazar- podía participar cualidades que le han valido el de la noción de destino, evocar VIII Premio Lengua de Trapo de nostálgicamente el pasado para Narrativa. Unicamente cabe re dilatar el presente y lograr su ex procharle que la habilidad para plicación; es deciz había jugado suscitar los misterios que ro a aproximarnos a la manera de dean la vida o la obra de Mario García Márquez. Valdini no alcancen la sorpresa esperada y que el misterio poli Observadopor todos cial no logre transmutarse en En La obra Ii eraría de Mario enigma metafísico. Quizá sea Valdini el protagonista es un porque, como decía Borges. todo profesor universitario que lleva misterio es siempre superior a a cabo una investigación sobre su solución. ese escritor en la localidad donde vivió sus últimos años cul ArturoGarcía Ramos joyNse la vaya ada pena con el asunto Ra el fondo, me cargar que Mariano del Prestige Era uno de esos políticos de la es cuela de la escalera (está subiendo o ba jando? que producía efectos secundarios de tipo opiáceo: controlaba el dolor y dejaba sentir el placer. O sea, una especie de tran quilizante en un mundo de locos que toman por gigantes a los molinifios de café. El trán sito de este político endorfInico por diferen tes ministerios ha sido también de lo más tranquilizador, destacando su labor al frente del Ministerio de Educación y Cultura por breve lapso, en el que no sucedió nada, ni es cándalos, ni tensiones, ni leyes agresivas, aunque tampoco nada digno de ser recor dado, como no sea el olvido mismo en que se sumió dicho periodo, En resumen, nada de nada. Se agradece semejante cartel en un ambiente donde un pestañeo mal entendido es la señal para que cruja la armadura. (Por casualidad, a Rato no se le está quedando cara de yelmo? E El abuelode Heidi Así que cuando accedió a portavoz del Go 1 bierno parecia que la Naturaleza, por una vez, iba a coincidir con los sentidos huma nos, insuflando paz y vacio allí donde más se necesitan, como es el caso de la comunica ción y el buen entendimiento entre los seres. Si en vez de tratar de convencer a los otros o de manifestarles contundentemente nuestra postura, intentáramos decir lo menos posi ble sin que se nos comprendiera bien y al tiempo produjéramos cierto sopor en nues tra audiencia, qué duda cabe de que viviría mos más relajados y de que la hostilidad ten dría los días contados. Mariano Rajoy dispo nía de todas esas prendas y muchas más sin que se notaran demasiado, incluso sin llevar las, en cualquier caso daba gusto verle. Era parco en palabras como el abuelo de Heidi, pero más tierno, quizá con esa ternura bó vida que no exaspera por su sentido de la su perioridad, sino por lo contrario, por formar parte del paisaje, como esos ojos que te mi ran desde los prados cuando tú pasas en tren. Siempre había en sus labios una sonrisa, y si no era una sonrisa seria una seznisonrisa, y si no era una semisonrisa sería otra cosa, pero sin duda era algo. Su tono jamás se ele vaba hasta golpear los oidos del interlocutor, aunque tampoco bajaba hasta el punto de ser inaudible, ni mantenía ese nivel intermedio tan común que se convierte en perfecta mente despreciable, ni quizá hagamos justi cia llamando tono a eso que él utilizaba con una destreza alienigena o de Cambados. Por eso hay que comprenderle cuando E o llama plastiina a cuarenta mil toneladas de fuel a punto de explotar en mierda, por E que sólo quiere tranquilizar. Quiere que este mos bien y que no suframos. Las catástrofes o hay que saber llevarlas, no hay que ponerse nervioso ni ponerse a hacer cosas. Actuar es muy agitador, muy desequilibrante. En cam bio, la plastilina la usan los niños en el cole gio y nos retrotrae a la infancia. Ya ves, c o OMO García Márquez (a quien evocó admirativa mente en la antología de cuentos McOndo que editó en colabora ción con Alberto Fuguet) como Juan Carlos Onetti, como Juan Rulfo, Sergio Gómez ha creado una obra narrativa en torno a un espacio imaginario, Vertiente Baquedano, un lugar olvidado en el sur de Chile que, como en el caso de los escritores citados, asph- a a adquirir proporciones mí ticas. Consciente de las similitu des y de los guiños que le vincu lan con los autores antes citados juega a multiplicarlos; el relato comienza: Vine a Vertiente Ba quedano porque me dijeron... y así nos aproxima a Juan Rulfo. Poco después, el protagonista se dirige a la plaza: Observé el pe queño busto del fundadoz Alexis Baquedano la similitud es ahora con Onetti y su desolada Santa Maria. Sergio Gómez había jugado ya en La mujer del policía a con centrar la acción, simular que lo C Desde el interior Me muerden relojes los ANGEL GUACHE Prólogo Enrique de Andrés Ruiz Pre- Textos. Valencia, 2002 95 páginas, euros 10 1, N bello prólogo que En el rique Andrés Ruiz ha con sagrado a este libro le adscribe más en la órbita, son palabras del propio Guache, de Le grand Meaulnes que de La vida nueva de Pedrito de AncUa, del que dice separarle un Sánchez Ma zas que impide el paso franco de la corriente Esto en cuanto a esas deudas que toda crítica interpone entre el autor y su obra por aquello de que las me diaciones existen, esas atmósfe ras similares a ciertas obras de Muñoz Rojas, Bruno Schulz o Julián Ayesta que el prolo guista, en un alarde de justas correspondencias, suscribe, son pertinentes en grado sumo porque hacen que estas páginas E se alejen de la aridez de creerse únicas en un mar de semejan zas. Pero, en realidad, debería mos mirar este libro sin estas notas obligadas a pie de página, y eso aunque a veces al lector le asalte en medio del libro la sen sación de ramonismo en algu nos logros, sobre todo en esas frases brillantes, parecidas a breves sacudidas, que recorren muchas páginas del mismo. El titulo arranca de un ra bioso verso de Neruda donde se da cuenta del pasmo que deja el tiempo, pero el tono puede ser engañoso pues de los textos que acompañan las fotografías se desprende más una obligada melancolía teñida de una ironía a veces imperceptible que una forzada reivindicación. De aid a suponer cierto minimalismo en el autor no hay más que un paso, pero me sucede con este libro lo que Enrique Andrés Ruiz señala con acierto, que esa Obligadamelancolía palabra supone ya tantas cosas añadidas que no hace justicia a su autor. Por mi parte reco nozco que no consigo adscribir el libro a esa corriente que goza de una cierta miseria concep tual. Los textos son límpidos, sí, pero llenos de una riqueza inte rior tal que bien pueden ser to mados, por lo menos algunos de ellos, como equivalencias de una mirada puesta sobre el co nocimiento de las cosas, sobre su tremenda vitalidad. A este respecto convendría señalar al gunos como el titulado Una meditación que se presenta como una manera de estar en el mundo y que recuerda a aque lla de Stendhal que decía que en la soledad se podía tener todo salvo el carácter, o la parca que mantiene en vilo un miste rio inquietante. Pero lo que des taca en el libro es el feliz mari daje entre literatura e imagen. En eso es impagable. Juan Angel Juristo lo III an vi- grn 1 Cultural 14- 11- -201) 2

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