CULTURAL MADRID 14-12-2002 página 9

Rafael Alberti, editor GONZALO SANTONJA U Repúblicade Octubreprimera es MPULSOR a su durante la junto posa, María Teresa León, ambos apo yados por una reducida gavilla de escritores revolucionarios entre los que figuraron Luis Cernuda, Emilio Prados y César Muñoz Arconada, Ra fael Alberti acuñó en España la ima gen del poeta en la calle, haciendo en este sentido de aquella revista (un Adelanto, publicado el 10 de mayo de 1933, más seis números, fechados en tre junio- julio de 1933 y abril de 1934, y un par de folletos del propio Al berti, Consignas y Bazar de la provi dencia) un punto de referencia inelu dible a la hora de trazar la agitada historia de la literatura del compro miso, cuya verdadera importancia rebasa con cfeces la brevedad de su vida. En fin, recuperada en facsímil por Detlev Auvermann para aquella trascendental Bibliotecadel 36 con prólogo de Enrique Montero, además de las colaboraciones de los ya cita dos miembros del grupo, ahí han que dado para confirmar su entidad las de André Gide, Louis Aragon, Henri Barbusse, Alejo Carpentier, llya Eh remburg, Lunacharsky o, entre otros, Langston Hughes y Máximo Gorki. I En Argentina Pues bien, vencido el vibrante es pacio que aún restaba de la decisiva década de los treinta, a la salida de la terrible Guerra (in) Civil, al co mienzo de los cuarenta, ya instala dos Alberti y María Teresa León en Argentina, el poeta dirigió bajo el se llo de Pleamar (Bueños Aires) una bellísima colección de clásicos del español sin limitación de épocas- -la poesía, explicaba desde la práctica Alberti, fija un lenguaje de intempo ralidad- -ni de barreras geográficas, así abierta tanto a los Siglos de Oro (fray Luis de León) conío a moder nos (Bécquer) y contémporáneos, es pañoles (Machado, Lórca) e hispano- Esta iniciativa editorial de Rafael Alberti, autor de las selecciones y de la mayoría de los prólogos, debe situarse en el contexto del primer exi ho, cuando los transterrados, todavía demasiado reciente el mazazo de la derrota, afirmaron un sentimiento de honda españolidad a partir de la reivindicación de los clásicos. A esa tendencia responderían, por altos y logrados ejemplos, las maravillosas ediciones de Manuel Altolaguirre y Concha Méndez en La Habana desde la rediviva Imprenta de La Verónica, a través de series tan hermosas como la de El Ciervo herido las de José Bergamín en México, al amparo de Séneca, o las de Arturo Soria y Espi nosa, nieto del fundador de la Ciudad Lineal, en Chile, en especial las aco gidas a la colección LaFuente Es condida dirigida por José Ricardo Morales, uno de los mejores drama turgos del exilio. Por la misma senda transitarían, con todos los matices que se quiera pero por la misma senda, el gran escultor Alberto, que trazó muy notables decorados (parti cular interés ofrecen los de La Gita nilla de Cervantes) y César Muñoz Arconada en Moscú, alentados por Fedor Kelyn, hispanista soviético de singular importancia en aquellos ambientes. Capítulospor escribir Así pues, de un momento revolu cionario a otro marcado- sin volver atrás de nada que diría Bergamín- -por el énfasis en fray Luis de León, Góngora, Lope de Vega, San Juan de la Cruz y Cervantes, la biografía de Rafael Alberti todavía presenta as revela, a mi entender, la completa pectos desatendidos y, en cuanto a su antología de (Fábulasy églogas cas faceta de editor, no pocos capítulos tellanas desde el siglo XV al XIX, por escribir, después continuada en agrupadas en dos volúmenes, ambi Losada esta inicial empresa de ciosa recopilación, la primera en su Mirto. No pasarán los fastos del cen género y, en ese sentido, en verdad tenario, supongo, sin cerrar este hueco. 1 deslumbrante. americanos (Nicolás Guifién, Emilio Ballagas) y aún a las obras de siem pre, al estilo de los Salmos del rey David en la depurada versión olvi dada de un erudito decimonónico, el sevillano Tomás González Carvajal. Modelo y cumbre de tal empeño se MA NON TROPPO; 0 9 Blanco y r egro Cultural 14- 12- 2002