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CULTURAL MADRID 05-10-2002 página 29
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CULTURAL MADRID 05-10-2002 página 29

  • EdiciónCULTURAL, MADRID
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PINTURA -Mte Claramunty el duende Luis Claramunt Galería Juana Aizpuru. de Madrid. O Barquillo, 44 De 4.500 a 16.800 euros. Hastael 5 denoviembre largamente, así quefue el estudioquedaron, muy uis Claramunt se en muriendo penosa y hace un par de años, un montón de los lienzos enrollados que se traía de Marruecos tras sus muchas bajadas desde Sevilla, donde vivió en los 80. Al desplegarlos ahora, se ha visto que en ellos está parte del Clara munt más intenso, siendo cornofue siempre pintor de verdaderas intensidades. Algún día, cuando se junten todas esas pinturas africanas, habrá una exposición grande o, a lo mejor, un libro que nos dé la cuenta y la emoción de la serie completa. Yo recuerdo a Claramunt, de negro siempre, con una chaqueta y una bufanda negra, y unas botas ne gras de punta. Kippenbergery Albert Oehlen, dos de sus muchos amigos, escribieron algo así como que Luis se entendía bien con los limpiabotas, porque pensaba comoellos De aquello hace ya una docena de años, cuando una exposición que se titulaba Sha dow Line, de pinturas moteadas y rayas temblorosas. todo muy ocre y canela y dorado. Después vinieron los mares) una de sus últimas andanadas. Y des pués, ya muy mal, Claramunt se iba a Sevillatodavía a ver los toros y a dar vueltas por la calle y los bares. Porque es verdad que su calle era la de los limpiabotas y que en su propia figura habia algo de la de ellos, de su negrura. De hecho, todas sus pinturas, incluso és tas de mercaderes sobre esteras, de muchachoscon ca rritos y encantadores de serpientes, de redomasen la famosa plaza de Marraquech, tienen su parte de luto, de patetismo apenas apuntado con unos breves trazos sobre fondoslavadosy aéreos, de negrura y rojez ano tados con la urgencia del instante. En comparación L con sus compañeros y los pintores de hoy, en cuyos lienzos hay tanto fluorescentede laboratorio, las pin turas de Claramunt parece que vienen de la calle y que el pintor callejero y limpiabotas acaba de salir de los únicos sitios en los que cabía suponérsele: las pla zas de toros y los colmados del cante. Todo lo suyo guai- da algo de ese sentidodel arte que hoy parece tan lejos de la pintura y que es el propio de otras artes co mo el cante y el toreo, artes de toque fugazy de nulagro a veces. Por eso la de Claramunt es una pintura al toque ligera y como sin esfuerzo, comosi el ideal del pintor hubiera sido el natural y no concibiera otra manera de hacerlo que... arrimarse Doceaños después, los pintores casi no se arriman y pintan con el pico de la paleta, sin cargar. Yla pintura tiene pocas maneras, fuera de ésa, para hacernos ver su propio sentimiento y el de su verdad, independientementede que esté o no pintando mentiras. Y se ve pronto que Claramunt, táctico, iba buscando un duende os nada curo de aquéllos. y a vecesse lo encontraba. Enrique Andrés Ruiz El heroísmo poético Pedro Castrortega GaleríaMax Estrella. Madrid. 0 Santo Tomé, 6 De 1.300 a 18.000 euros. Hastael 26 deoctubre El siknch, lostestigos de (2002) EÑALÉ dos años de Pedro Castrortega hace que este artista, en la plenitud de sus recursos expresivos y con una honestidad creativa poco fre cuente, había renunciado a la comodidad de 1 ya se bido y sin perder el enraizamiento en sus visiones y obsesiones, habla idoadentrándose en nuevos territo ños, encontrando nuevaspresas con una mirada que, sin arbitrariedad, tenemos que calificar de cazado ra En cada una de las magnificas series que ha en tregado en la décadade los 90 ha modificadocon luci dez el concepto pictórico, manteniendo, insisto, una tonalidad en la que, entre otras cosas, es decisiva la combinación de la delicadezaplástica y de la presen cía contundente, la preocupaciónpor los fragmentos de la corporalidad, junto a una suerte de honda, aun que eliptica, indagaciónfilosóficaen torno a lo huma no. Por otro lado, puede advertirse que Castrortega ha mostrado una preocupaciónpor la expansión de la pintura, manifestandouna sorprendente voluntad es cultórica. Los perfiles antropomórficos conseguian llegar a la tridiniensionalidad, o bien componía con alambres nidos o celdas temblorosas, analogía de las moradas que en la pintura eran huellas sombrías. Si en su anterior exposiciónen Max Estrella (1999) presentó cuadros en los que incluía fotos digitaliza das de las esculturas que había realizado con alam bre, lana, espuma o trozos de estaño dobladosy vuel tos precariamente a alisar, en una estética franca mente híbrida, en sus últimas obras retorna al desafio de la superficie bidimensional modernista S 1 Hay una suerte de esencializacióntras un periodo ba rroquizante en el que, en cierta medida, estaba ensa yando una miseen abyme de sus planteamientos, apartado siempre del tópico de la abstracción lírica en el que acriticamente suele localizársele. También es importante subrayar que la preocupación por la huella y los contornos ha pasadoa unos elementos di ferentes: el ala que simbolizalos esfuerzosde icaro y unas formas que asocio a los músculos o a los tendo nes. Me parece que Castrortega está recuperando la corporalidad, hablando de un deseo en el que, según él mismo manifiesta, tienen mucha importancia la intimidad, la definición del espacio y, por supuesto, el ansia de transgredir y escapar, algoque está muy uni do en el imaginario aéreo al vuelo. Hay siempre en este creador un fantástico tono poético, un ritmo sensual y una preocupaciónpor esa figura que se torna obsesiva y es la verdadera ur gencia del arte. Desdela evocaciónde la distancia con respecto a lo sagrado que en buena medida designa ría lo aurático (esa emergencia del misterio por cerca que se pueda estar) hasta los titulos que nombran a los furtivos, al protector de la infancia o al rumor del azogue (esa masa negra, carne de la melancolía, que permite que nuestro semblante sea, valga la parado ja, él mismo y otro) Castrortega propone un rapto de la visión, una demora, una curva, pero, sobre todo, una esperanza radical: esos esbozos de musculatura que soñamos en el cuadro permitirán ir más allá, es capar del pantanal cotidiano. Tremenda desgarradura La poderosa escultura que domina el espacio de entrada de la galería es toda una declaración de prin cipios: una gigantesca ala tallada en madera, frag mento del hijo de Dédalo. Las ondas petrificadas en el suelo aún no han engullido ese artificio de la astu cias, las inmensas alas que tendrian que haber mar cado la distancia con el laberinto. Con todo, la certeza del fracaso, la visión del naufragio no impiden jamás que lo heroico y la desmesura reaparezcan con toda su emoción y, también, con su tremenda desgarradu ra. nl vez sea esa conciencia de la calda una de las formas fundamentales de todoarte poético. FernandoCastroFlórez 29 Blancoy NegroCultural 5- 1 (P- ÜU 2

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