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CULTURAL MADRID 28-09-2002 página 21
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  • EdiciónCULTURAL, MADRID
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ART E Libros No se merecía esto veladora mirada de un historiador metido a crítico de arte, Confesiones y encargos deberia haber sido un mani SIMON SCHAMA fiesto de la particular relación que Si Prólogo José de Enrique Ruiz- Doménec Schama propone establecer entre mon Traducción Almudena de Blasco historiadores y público general. Dicha relación se expone con suma claridad Península. Barcelona, 2002 en Clio tiene un problema un texto 267 páginas, euros 12,5 de 1991 en el que se denuncia aquella historiografía, a su juicio en exceso academicista, que habría terminado UÉ pueden tener en común el por espantar al público condenándolo traslado de un obelisco ro al aburrimiento. En este ensayo, espe mano, los bueyes desollados de Sou cialmente elocuente, se recoge el tine, algunos de los mejores secretos punto de vista del autor a la hora de peor guardados de Balnioral y la suti enfrentarse tanto a los lectores como a leza de las piscinas de Hockney? Lo algunos de sus colegas profesionales, mismo que una saga de armeros mila pues el texto no deja de constituir un neses y las andanzas diplomáticas de alegato a favor de su propia, y a veces Henry Kissinger: el ingenio siempre criticada, obra. En cualquier caso, ahí feliz de SixnonSchama. se encontrará teorizada la voluntad de Este libro nos ofrece una selección estilo narrativo de la que nace la ame de artículos aparecidos en distintas nidad de los ensayos reunidos en este publicaciones americanas- -en espe libro, grato, fluido, capaz de atraer la cial, Tite New Yorker- -los que el cé atención de un amplio público de lec en lebre ensayista británico se detiene en tores no profesionales, pero que siente alguna gran obra o pasa revista a ex interés por el arte de Rubens, la ironía posiciones y libros. En todos ellos, dio de Hogarth o las sillas de Mackintosh. muestras de su madura habilidad ex Gracias a ese estilo, Schama ha positiva, de su raro don para mante atraído como un imán a miles de lecto ner la atención de los lectores sin res. abandonar las mínimas exigencias Sin embargo, en esta ocasión es po críticas, pasando, asombrosamente, sible que el efecto Schama se desva de Rembrandt a Mondrian, de Vaux- le nezca por culpa de una traducción Vicomte a Stanley Spencer. muy mejorable y una presentación Además de poder disfrutar de la re- editorial que dificulta la pretendida Confesiones y encargos. Ensayos sobre arte tura no era mucho más grande que esta revista de costado (pág. 53) De la traducción poco ha decirse más que con ella los problemas de do no disminuyen. Un solo ejemploquizá sea suficiente. En un pasaje del ensayo dedicado a Stanley Spencer y sus pin turas religioso- profanas, se hace una broma entre los cuarenta días de la Cuaresma y la situación de abstinen cia que atravesó el artista al haber sido abandonado por su nueva esposa y no haber sido readmitido por la an terior. Entonces, decidió pintar cua renta cuadros, uno por cada dia pa sado en Lent (sic) lo que quizá deje a los lectores poco avisados con la sensa ción de que Lent (Cuaresma) podía ser un lugar en el que pintó una serie de Grandezade un formato cuadros sobre Cristo, lo que, además, Así, en The Naked Rembrandt quita sal a la equiparación entre el- -traducidoaquí como El desnudo de atribulado Spencer y el Jesús que se Rembrandt -se anima a los lectores a retira para ser tentado. tomar cuenta del tamaño de un auto Sin imágenes y con una versión rretrato del pintor indicándoles que que no trasmite la cercanía elegante no era mucho mayor que la revista del original inglés, la eficacia exposi turned sideways No cuesta imagi tiva de Schama no puede hacer mucho nar a los lectores de Tite New Yorker por más que el autor se esfuerce en de- -deformato algo menor que este su mostrar que los problemas de dHo se plemento- -girando de inmediato su arreglarían silos historiadores ense ejemplar y volviendoa la lectura, com fiasen deleitando. Se compartan o no prendiendo que el pintor podía hacer sus opiniones sobre el mundo acadé surgir la grandeza de un formato mo mico, sólo se puede concluir que Si desto, tan pequeño como el que ellos mon Schaina no se merecía esto. tienen entre manos. Nosotros hemos de contentarnos con leer que la pmFernando Bouza interacción entre autor y público. Lo que, por ejemplo, en Tite New Yorker es un alarde de imágenes, acompaña das de unos acertadísimos pies de foto, se ha convenido ahora en un yermo visual desprovisto de cualquier ilus tración. Esto parece especialmente la mentable porque entre las virtudes de Schania se halla la atención prestada a la materialidad del arte, al reconoci miento de que los objetos artísticos han sido construidos para provocar sensaciones y no sólo para ocupar un lugar en la Historia de la cultura. Sin duda, sus textos han sido compuestos pensando en el particular medio en el que se editarian y en cómo iban a ser materialmente percibidos. Esplendores miserias lossesenta y de El esplendor lossesenta de THOMAS CROW Trad. deCelina Blasco Akal. Madrid, 2002 192 páginas, euros 16,85 y explica el arte del periodo como el nentemente centrada en el eje Inglate triunfo de la impersonalidad frente al rra- Estados Unidos: traza una genea individualismo, del silencio expresivo logía un tanto apresurada del nuevo frente a la retórica vacía, de lo dis arte en la que junto a Jasper Johns en tante fi- entea lo imperativo. contrarnos inopinadamente en pie de igualdad al fotógrafo Robert Frank, Seca ironía antes incluso que a Duchamp. Y Los sesenta traen consigo la insti cuando rastrea la ascendencia del pop tucionalización defmitiva del mundo subraya tanto la influencia de los bri y el mercado del arte, y el libro trata tánicos (y de la célebre exposición lon con atención las actitudes de los crea dinense de 1956 This is lbrnorrow) que dores ante ese hecho. En realidad, su olvida el papel precursor del americafl tema principal no es otro que la ambi nísimo Stuart Davis y el de las van güedad de las posturas aparentemente guardias europeas de entreguerras a más subversivas de la época. Analiza las que sirvió de vehículo. las dificultades con que se topó el ar Quizá lo mejor del libro, a fin de tista en busca de unas alternativas co cuentas, sea la seca ironía con que herentes al establlshznentque no llega desmenuza las imposturas en que rían a cuajar hasta la década si abundó el periodo: las siniestras an guiente. La verdad es que Crow (tal tropornetrias de Klein (aquellas muje vez con razón) no parece muy conven res desnudas que retozaban embadur cido de la sinceridad de todos los que nadas de pintura ante las damas ini dijeron tomar posiciones al margen pertérritas y enjoyadas que asistían a del sistema (incluyendo, como ya es sus perfbrmances) o el muestrario de casi de rigor, una aproximación mor delirios a que condujeron ciertas lógi daz y demoledora a la obra de Beuys) cas pictóricas de la negación llevadas y es de agradecer que pese a ello reco al absurdo, al tedioso callejón sin sa nozca el interés del compromiso polí lida del cuadro monocromo (o casi: tico y social del taller del Judson, con rayitas, con grumos, con capas agrupación paralela a la deprimente imperceptibles que en el caso de auto Factoiy de Warhol. res como Reinhardt rozaron el ri Aunque se notan sus esfuerzospor diculo y la autopanxlia) ampliar el panorama de artistas y na cionalidades, plantea una visión emi JavierGarcía Montes nueva muestrakw sesenta es una L esplendorde de la solvencia con que Akal responde a la necesidad de manuales dirigidos a un lector ínte tesado por el arte reciente y no nece sariamente inmerso en el mundo aca démico. Libros como éste son un pri mer paso para oxigenar un poco la enrarecida atmósfera artística con tempóranea y sus relaciones con el público. Frente a tanto intelectual en soberbecido y a tantos descubrimien tos de la pólvora anunciados a bombo y platifio se agradecen cada vez más obras de consulta que proporcionen primeras aproximaciones al arte ac tual sin caer en la superficialidad. Catedrático de Historia del Arte de la Universidad de Yale y director del prestigioso Getty Research Institute (hubiera convenido poner al dia la contracubierta de la edición espa ñola) Thomas Crow es una figura de sobra conocida en los círculos acadé micos anglosajones. Su vísión del arte E de los sesenta y sus opciones a la hora de presentarlo parecen razonables y cautas. Condensa las posturas más en boga en 1996 (fecha de publicación) y a día de hoy: esto es, la localización en esos años de la quiebra de la moderni dad, con sus vanguardias innovado ras y sus artistas heroicos. Crow toma partido en contra del formalismo de Greenberg y su cuadra expresionista. 21 Blanco y gru Culluz- al! 2 1- 2 (102

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