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CULTURAL MADRID 21-09-2002 página 7
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CULTURAL MADRID 21-09-2002 página 7

  • EdiciónCULTURAL, MADRID
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Libros Enseñar Historia en la Universidad Ricuwo GARCÍA CÁRCEL largo de unos treinta años lo largos de profesor de Historia en la Universidad, nunca había perci bido tal sensación de cansancio, de de sánimo, de hundimiento en la autoes tima profesional de los historiadores enseñantes. Hay un consenso absoluto en la situación crítica actual de la en señanza de la Historia. Ciertamente, esa conciencia de crisis en la ense ñanza de la Historia no es nueva y está muy vinculada al propio estado de la Universidad en la que tal enseñanza se imparte. Ya a mediados del siglo XVIII se debatió en España el pro blema de la enseñanza de la Historia entre los reivindicadores de una nueva Historia crítica, los partida y rios de la vieja Historia épica de las glorias nacionales. Y, de manera mu cho más formal, a comienzosdel siglo XX se escribieron muchas páginas so bre el tema de la enseñanza de la His toria, confrontando método y doctrina al mismo tiempo que en la Universi dad se libraba la enésima batalla de la politización frente al corporativismo gremial intrauniversítario, franquismo, tuvo más éxito la alterna dos por nosotros, los profesores, ha he tiva francesa que se cubrió de un ideo cho estragos. Fantasmasmentales logismo marxista que priorizó a Marc En cualquier caso, la crisis de la El debate sobre la enseñanza de la Bloch sobre Lucien Fbvre y al Brau enseñanza de la Historia en la Univer Historia en las primeras décadas del del estructuralista sobre el Braudel sidad hoy se evidencia tanto en la siglo XX respondía a la crisis bien coyunturalista. Los historiadores de oferta como en la demanda. En la patente de la Universidad pública es mi generación consumimos en nues oferta, por el descrédito incuestiona pañola (bien reflejada en la alterna tros últimos años de carrera una his ble que sufre la Historia académica, tiva que supuso la Institución Libre de toriografla marxista de tercera (1- lar- que contrasta con la Historia pura y Enseñanza) pero también a un pro necker a la cabeza) y reprodujimos dura visible en las revistas de divulga blema de alcance general: la crisis de nuestros fantasmas mentales sobre ción, hoy absolutamente en alza. Ese mercado del viejo positivismo univer las promociones de alumnos que tuvi descrédito tiene mucho que ver con la sitario, incapaz de aportar ideas más mos en la década de los setenta y caída en picado de los modelos histo allá de los datos, estéril socialmente buena parte de los ochenta, hoy, por riográficos dominantes en el siglo XX. hablando, adscrito a la legitimidad cierto, muchos de ellos profesores de La inseguridad en los paraguas pro gremial. Diversas alternativas se es bachillerato. Historiadores como Ju tectores en los que nos habíamos con grimieron para salir de aquella crisis. lio Valdeón, de los setenta a los fiado ha generado el reino del relati Una fue la terapia alemana de buscar ochenta, se hicieron eco de los prime vismo del todo vale (estados de cues ante todo, dotar de recursos metodoló ros síntomas de esta crisis y dieron un tión farragosos que aburren al gicos a los desarmados alumnos. Esta paso adelante en defensa de la Histo estudiante porque sólo traslucen inde alternativa se ve claramente reflejada ria finición y perplejidad) el repliegue en el libro La enseñanza de la historia No soy tan masoquista pal- a creer doméstico localista de la Historia (Espasa, 1934) de Lavisse, Monod, que los problemas de la enseñanza de campanario entre el fracaso de las Hinsdale, Altamira y Cossio, que es un la Historia hoy tienen la única expli grandes expectativas metamórficas buen indicador de la ansiedad proce cación en nuestras propias deficien del mundo y la pedantería de la postdimental de toda una generación de cias como profesores. Creo, eso si, que modernidad que no es otra cosa que la profesores obsesionados por llegar a la simplificación ideológica de la His fuga solitaria hacia delante, con los la verdad más perfecta posible toria con un maniqueísmo buenos- alumnos extraños testigos de rasgadu La solución francesa, con el em malos repetido hasta la saciedad y al ras de vestiduras o caídas del caballo a blema de Annales por delante y la mismo tiempo un lenguaje abstruso lo Saulo y de lo contrario: repeticiones Apología por la historia de Marc de conceptosabstractos y mal asimila dogmáticas de lo déjá vii como si la Bloch por bandera, buscó otras sali Historia nunca evolucionara para el das: el salto cualitativo de la vieja His historiadores. ideológica cuerpo místico de losparece preocu toria humanística a la Historia inte La simplificación Nuestro gremio grada en las ciencias sociales, conec de la Historia parse más por las peripecias tribales conun tar la Historia con la nueva sociedad buenos- malos que no pordía generan unde sus clases y que dia a los resultados absentismo tecnocrática, abrir la Historia sobre maniqueísmo todo al ámbito de la función ya no pu un lenguajeabstruso ha de las aulas más que preocupante y ramente informativa o entretenedora que traslucen un problema paralelo, hechoestragos sino trascendentalista, para contri como decíamos, de demanda. Desi buir con su aprendizaje al progreso lusión, apatia, desjnformación básica, del mundo. son hoy realidades visibles en el mer En España en plena efervescencia cado estudiantil universitario. En el de la lucha en la Universidadcontra el ámbito de la Historia, me temo que tal A situación está especialmente radicali zada. A nuestros alumnos les interesa muy poco la Historia que hoy les ofer tamos. Sólo parecen vibrar cuando les aportamos un poco de morbo en el ám bito de la Historia de las mentalidades o satisfacemos curiosidades biográfi cas de tal o cual personaje. Componente ético ¿Qué se puede hacer en este con texto? La catarata de posiblesacciones es abundante. Se impone rearmar la Historia que enseñamos de compo nente ético Iras tantos años de sobresaturación política, superar la dialéc tica franquismo- antifranquismo, con ceptos que pueden considerarse ya politicamente amortizados, recuperar un lenguaje perdido entre gráficas y cuadros estadísticos, priorizar fmes sobre medios, y adentrar- se en la His toria de los hombres y mujeres de carne y hueso, enterrando estereoti pos y conceptos abstractos, hacer revi vir a nuestros alumnos el pasado con el legado de sus valores básicos, sin sectarismo ni manipulación ideoló gica. Y reformar la universidad, libe rando los balances de la enseñanza uiiiversitaria de triunfalismos estadís ticos cuantitativos para asumir el triste legado de lós resultados cualita tivos. Nada de ello es fácil. Desde luego, lo que no se puede hacer es sólo inculpar a nuestros alumnos, sin asu mir nuestras propias responsabilida des. Pero me temo que eso, precisa mente, es lo más difícil. Ricardo García Cárcel es catedrá tico de Historia Moderna en la Uni versidad Autónoma de Barcelona. 7 Blanco N gr, CulÉnral 2 1 lj 2oO2

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