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CULTURAL MADRID 22-06-2002 página 10
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  • EdiciónCULTURAL, MADRID
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NARRATIVA E león y el unicornio VAumi PUIG ginarjarnente el en Europa iba a ser oii último hombre titulo que George Or L well tenía pensado para su novela 1984, uno de los alegatos más eficaces contra la sumi Sión del individuo al Estado. En una reciente feria tecnológica, se presentaban esta se mana unos nuevos sistemas de vigilancia por cámara de alta precisión: se les conoce como Orwell 2 K, para invocar la pantalla omnipre sente y el ojo omnividente de 1981. En reali dad, Orwell se equivocó porque la tecnología que previó como instrumento del totalita rismo ha probadoser en no pocas ocasiones incentivo de libertad. Frente a la pantalla única, el zapeo nos da ocasión de ejercer como seres libres y atiborrarnos de vulgar! dad universal. Christopher Hitchens, notable incordio del periodismo anglosajón, acaba de publicar una apologíade Orwell, poco después de con denar a Henry Kissinger al fuego eterno. En Nuestro futuro posthunzano, Fukuyama rea parece con la misma energía intelectual que demostró en El final de la historia. En este caso, Orwell no queda bien parado: su 1984 pierde fuelle ante la adivinación lograda por Aldous l- luxley en Un mundo feliz. El ultimo hombre en Europa resulta así ser aquel sal vaje que quiso leer a Shakespearey conocer lo que es el dolor Misterioscotidianos Vidasminúsculas PIERRE MICI- ION Traducción Flora de Botton- Burtá Anagrama. Barcelona, 2002 204 páginas, euros 13 E Una tuerza positiva Al criticar el libro de Flitchens, Phiip French no niega que Orwell fuese misógino, homófobo y algo antisemita. En los años cua renta advierte la perversidad del antise mitismo, una propensiónconcurrente en 111 tler y Stalin. En 1921, Orwell publica El león y el unicornio pararazonar que el patriotismoy el sentido de lealtad nacional son una fuerza positiva incomparable. Venia de la guerra ci vil española y estaba vacunadopara siempre contra el bacilo totalitario. En aquellos años, un puñadode pilotos británicos defendíala li bertad ante la aviación de Hitler. En la civifi zación británica, Orwell advertía algo tan in dividual como en la de España. En el fragor del combate, Orwell ensalza una cultura do méstica de sólidos desayunos, jugadores de dardos, buzones rojos, crucigramistas, poli cías desarmados y pudin grasiento. El león ye! unicornio especificaba un pro grama político para el pueblo británico, una ambición más bien irrepetible para un ensa yista de hoy. Para Orwell, el patriotismo era el puente entre el fUturoy el pasado. No va mos a acusarle de chovinismo cuando diga que la hierba de su país es más verde que cualquier otra. Se da aquí un cierto hartazgo de cosmopolitismo liviano, a semejanza de aquellos burgueses casquivanos que en el mayo parisino de 1968 también bajaron a la calle para lanzar un adoquín contra lo esta blecido. Frente al esnobismo, Orwell todavía sirve para el aprendizajede asumir respon sabilidad moral por lo que se dice y escribe. Por suerte siempre hay un último hombre de Europa. 4 solemos es una palabra que ICCIÓN en el sentido usar de simulación, como si fuera lo opuesto a lo real. Una cosa es lo que pasa, y otra muy distinta lo que se inventa, un fruto imagina rio que carece de consistencia só lida y comprobable. establecen Se así dos polos entre los cuales se supone que Iransita la llteratura: lo que se toma dela vida, la deuda que tenemos con ella, y lo que se le añade como un caprichoso su plemento delibertad. El recuerdo de aquellosremo tos tiempos en los que las perso nas civilizadas tenían que saber un poco de latín matizaesta opo sición al hacemos caer en el ori gen del vocablo, fingir verbo que significaba modelar, dar forma. Ficción no era, pues, una mentira más o menos inspirada en la rea lidad o en sueños, da lo mismo, sino cualquieractitud, venga de donde venga, a la que se da he chura, forma expresiva. lbdo eso se piensa leyendolas Vidas minúsculas de Pierre Mi chon, con su mezclade sencifiezy fantasía, de datoy de lirismo, que subvierte las ideas heredadas acerca de lo que se escribe. He chos concretosque se reviven en todos sus detalles, y su Iransfigu ración por obrade unas palabras irreemplazables, exactas, que suenan a necesarias. Mayorfide lidad gracias a la revoluciónver bal, escribir lo que somos convir tiéndolo en metáfora. Nada me fascina tanto como el milagro acaba por reconocer Michon. Son ocho episodios de expe riencias modestas y cotidianas con ese doloroscuro que se lleva ocultamente y en el que nadie pa rece repararlbdo es aquí inolvi dable y a la vez diminuto, sale de la memoria y alza el vuelo sin conformarse con las apariencias realistas de lo que se deja atrás, pero buscando en ellas las claves de algo prodigioso en lo que ra dica su verdadúltima. La amne sia nos mataría, y la esclavitud de los recuerdostambién. F que adnütir ante un mundo hos til, que no sabe leer. O el cura gallardo en su trá gica arrogancia, la decepcionada Claudette en su buena voluntad ingenua y un poco torpe, la niña muerta, la pobre pequeña tu pobre hermanita como una he rida en el recuerdo. Narraciones en primerapersonaen las que lo que sólo se Insinúa o se entrevé es más reveladorque lo contado, que se agote en una explicación. El arte de evocar con respeto, de jando a salvo lo que nunca se sa brá, el misterio intimo que cada lector ha de descifrarlibremente porque también en cierto modo es el suyo. Hay en estas páginas un cres cendo de ansiedades y urgencias a medida que la voz del autor las personifica con lucidez y desga rro. Son análisis sobre la pasión de escribir como un amor con trariado y patético, una voca ción que se expresa en términos casi religiosos y que se supone ha de salvar a costa de destruir humanamente. La vida meta morfoseada en leyenda, con ejemplos y alusiones que nos trasladan a un pasadoque la glo ria ha hecho brillantísimo, como el de Rimbaudo Proust. infiernos imaginativos De estos infiernos imaginati vos parece salir el sombrioy tur bulento panoramade estas vidas truncadas que han terminado por ser literatura; sin darlesla es partes, hasta que el fingimiento, palda, rehuyendola afectadaten la inventiva, nos hace libres. tación de la pose, evocandolapro Contando míticamente lo ordi vincia francesa, áspera y como nario estos dramas terribles e inmemorial, aunque tan cercade irrisorios se convierten en poe nosotros, dramas que no se juz sía por la sensibilidad y el hu gan, que tampocose exhiben, que mor. sólo se ponen sobre el papel para Ante nosotros pasa el tiempo, ser compartidos. la vida, con sus misterios vulga El libro de Michon, que saca res y fascinantes. Historias de ocho simulacros de noveladecasi ausencias y fracasos, humifla nada, de replieguesde lo vividoo ciones y desvaríos, crueldades de lo que se ha oído contaz es in que se imponen a los demás o solentemente bueno, real, poé que se sufren, caídas y búsque tico, con una seguridadde pulso das de lo que ni se tiene ni se al narrativo que sólo tienen los es canza, de lo que no se llega a sa critores de verdad, poniendomú ber hasta expresarlocon las pa sica a palabras convincentes y su labras ineludibles de fuego y de gestivas, a esos mundos rotos e belleza. La literatura, nom inarmónicos de los que procede brando lo invisible, suple todos su relato. Una obra impresio esos miembros mutilados que nante, personalísima, muy bien echamos de menos. dominada en la tensa expresivi De la memoria- que ya no es dad de su lenguaje. la condena de lo inevitable, sino Me permito un consejo fmal: un aguijón para transformar lean a Pierre Michon. Tiene lo nos- surgen los protagonistasde que poseen los grandes escrito estas vidas ruinosas, amargas. res, esa forma- -esa ficción- -de Los que se van del terruño en contar de un modo irresistible, busca no se sabe de qué, hacia una especie de milagro, que se una utopía personal que ha de gún confiesaes a lo que aspira, en diluirse ambiguamente; los el que las tristes realidades, las abuelos y la sumisión a su des visiones y las fantasmagorías tino, esos hermanos que se cono acaban reconciiándose en un cen en un internado, el tío Fou universo propiode palabras. cault, que prefiere esperar la muerte a pie firme que tener Carlos Pujol El mito inagotable Hay que rehacerse reha ciendo este mundo campesino arcaico, cerrado por cortos hori zontes, desde el que pasamos a la aventura de la ensoñación. El mito Inagotableautentificabasu prenda limitada leemos. Éra mos prisioneros de lo que vivi mos, que nos cerca por todas lo i, flÇ Cultura! 22- 6- 2002

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