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CULTURAL MADRID 08-06-2002 página 39
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  • EdiciónCULTURAL, MADRID
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ENTREVISTA iviusica e El guerrero Bernaola J. L. GiuicL Busio DEL riótriste miércoles pasadomu LCarmelo Bernaola. Al co nocer el desenlace fatal, sin queitrio, me vinieron con claridad a la mente secuencias vividas en el caluroso julio de 1978 en la ciudad francesa de Saintes, en donde asistí a un festival que prestó ma yoritaria atención a la música es pañola. Evidentemente, el súbito recuerdo no era casual. Allí, en aquellos días con tantas horas pa ra la charla despaciosa, fue donde sentí que el maestro Bernaola me ofrecía su amistad. Una mañana volvía de la cen tral telefónica tras haber enviado la crónica de lajornada a RNE y, mientras paseaba perezosa mente, oí altas y destempladas voces que llegaban de la terraza de una cafetería; al poco, distin guí que eran en español y, fmal mente, la mirada se posó en la mesita de origen: las proferían Carmelo Bernaola y Paco Gue rrero. Los dos señalaban y hasta golpeaban una partitura. Me acerqué titubeante, pero no sólo fui aceptado, sino bienvenido e investido con los atributos de ár bitro, una vez que quedó claro que los dos me conocían, que sa bían que yo sabía solfa y que ambos iban a aceptar mi vere dicto. La discusión era la siguiente: en un pasaje de la partitura (que era de Paco Guerrero) el maestro Bernaola opinaba que una deter minada superposición de métri cas irregulares era totalmente gratuita, porque resultaba impo sible que los intérpretes la hicie ran bien y, en el hipotético caso de que así fuera, era imposible que un oyente percibiera tal suti leza. Muy en su papel, el joven maestro Guerrero opinaba que le traían sin cuidado los problemas técnicos de los intérpretes y las deficiencias perceptivas del oyente tipo. Es decir, no había contradicción, decían cosas dis tintas pero en absoluto contra puestas. Traté de que lo vieran así, pero pronto me di cuenta de lo mucho que les decepcioné: que rían seguir discutiendo. Y lo hi cieron, por supuesto. Para mí tengo, además, que el viejo Bernaola, aun sintién dose obligado a enseñar cosas del oficio al impetuoso novel, estaba encantado con su postura belige rante: de hecho, al día siguiente lo buscaba. Los dos eran grandes y doy gracias a los cielos por ha ber procurado consuelo a la consciencia de mi pequeñez po niéndome en medio de refrie gas) como ésta. Mitsuko Uchida: Soy la ovejanegra lada en en Tokio en 1948,i nsta ACIDA Europa desde su infan cia, Mitsuko Uchida se admité a sí misma como un raro espécimen de pianista. Tanto por su procedencia como por sus intereses musicales. La sacerdotisa de Mozart la schuber tiana de nuestra era tal como se la conoce, comparte la devociónpor es tos compositores con el amor por una lista de creadores que arranca en los vienesesfin de sitie parallegar a Kw tág o Boulez. Por amistad, ha hecho dos huecosen un año sabáticodel que regresa a la vida activa dirigiendo desde el piano a la Filarmónica de Berlin el próximo mes de septiembre, coincidiendo con el lanzamiento de su última entrega discográficade las So natas para piano de Schubert. -Hasta septiembre disfi- uta de un año sabático; ¿esconveniente aparcar la actividad de vez en cuando? -Naturalmente que sí. Continua mente estoy planeando el momentode hacerlo, pero lo que no tengo tan claro después es de qué modosacarle el má ximo partido, cuando tienes tiempo para viviz para estar en casa, parapo nerte enferma. -El balance final, ¿le llevará a trabajar más, una vez recargadas las pilas, o a recortar el número actuaciones? -Para nada me he propuestotraba jar menos. Quierocontinuar con esos cincuenta conciertos anuales, como en las últimas temporadas. Aunqueen algunas ocasiones me ha resultado complicado mantenerel ritmo a causa del repertorio, cuando debo interpre tar alguna música especial o dar forma a grandes proyectos. Como en 2003, cuandotengo programados diez conciertos en el Carnegie Hall de Nueva York. Y entre otras obras, el Pierrot Lunaire, de Boulez; y también otras de cámara, como el Concierto para violiñ, piano y 13 instrumentosde cuerda, de Alban Berg. Eso, sin contar las U- esúltimas sonatas de Beethoven. Hasta un ciclo de canciones, inclu yendo Die schüne Müllerin, con Tan Bostridge. Vamos, que se me presenta un año muy complicado. Pero el nú mero de conciertos será esos cin cuenta. Una tónica en la que quiero mantenerme muchotiempo. -Su concepto de la amistad le ha llevado a hacer una trampa en su año sabático para unirse al home naje a Kurt Sanderllng en su despe dida de la Sinfónica de Berlín. -Yanteriormente a otra, cuando acepté la invitación al festival que or ganiza en Londres el compositorhún garo Gyórgy Kurtág. Me pidieronque hiciese una presentaciónpara un con cierto de los estudiantes, que les diii giese unas palabras. Necesitaban al guien con poderde convocatoriapara atraer gente. Acepté, porquesoy gran admiradora de Kurtág. Y de repente, sin estar nadaprogramado, puse a me E N D e tocar para ellos unos veinte minutos de música, que Liiienunciandopeno nalmente a los asistentes, porque no había nada previsto. Fue una sor presa. En el caso de Kurt Sanderllng ha sido distinto, porque Sanderling es alguien muy especial para mí. Tenía claro que se iba a retirarantes o des pués. Lo que equivale a decir que no va a aceptar más ofertasen su vida, en esa carreraen la que tanto he partici pado... En esas circunstancias tenía que acudir a la llamada. Del mismo modo que estaré en el homenajeque le tributará en su sede la Filarmónica de Berlín el 19 de septiembre, el mismo día en que cumplirá 00 años. -Enesa fecha, protagonizará la segunda parte del concierto diii giendo desde el teclado a la or questa dos conciertos de Mozart. ¿Puede concentrarse tanto como cuando hay otra persona en el po dio? -Todoconsiste en adoptar un es tado mental distinta Dirigir a la vez que tocas es muy hermoso. Y además, les resulta muy gratificante a los mú sicos de la orquesta, porque no se limi tan a observarte, sino que reciben las directrices más por el oído que por los ojos. En cuyo caso, nos conjuntamos mejor. Apartede que para mí también es algo distinto, y esas cosas me encan Dirigira lavez quetocas es muyhermoso. resulta Y muy gratificanteparalos músicos de la orquesta tan. Por supuesto, siempre que parta de la posibilidadde trabajarcon una buena orquesta contando con que los músicos entren al juego y estén de acuerdo contrabajar de esta manera. -CHa aprovechado estos meses para rematar sus grabaciones de Schubert? -Mi Schubert ya estaba todo termi nado y enlatado. La integral de las so natas, en sietediscos. La última sesión de grabacionesfue el verano pasado en Viena. Como soy muy maniática para mis cosas, hice llevar a esa ciu dad el mismo piano que había utili zado para todas la grabaciones ante riores: un Steinway gran cola del 62. Y una vez que concluí la integral de Schubert lo mandé a Hamburgo para que lo reparasen. El sonido del piano antes de llegar al taller era el ideal para la música de Schubert. Después de la puesta al día, ha quedado como rejuvenecido. Como otro piano más jo ven conel que grabé Debussy y para el que tengo un segundo mecanismo, porque el original también lo con servo y cada día que pasa se va dulcifi cando más. Ése es precisamente el que el voy a utilizar para la grabación de las Sonatas de Mozart, porque su so nido me parece el más adecuado. -Su colega Maria Jodo Pires es muy querida en Japón. ¿Cómose la recibe a usted en su país natal? -Aparentemente bien. A pesar de que a la audiencia japonesa le resulto muy extraña. Pero no importa. Acep témoslo. Soy extraña en todas partes; soy la oveja negra allí donde vaya. Y eso está muy bien. Juan Antonio Llorente 39 ABC CulLurfil 8- 6- 2002

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