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CULTURAL MADRID 04-05-2002 página 5
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CULTURAL MADRID 04-05-2002 página 5

  • EdiciónCULTURAL, MADRID
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Riesgos del Documental contrala NarraciónDesnuda rico del heroísmo. Ha incurrido, así, a menudo, en el mismo vicio en que a manos de sus muchos mistificado res cae una y otra vez la Historia: su plantar las realidades astrosas por bellos embustes, susceptibles de ser arrojados sobre los incautos para embaucarlos. El héroe arquetípico, el que nos muestran los cantares de gesta o los manuales de colegio, es un sujeto airoso, sin fisuras, que sa crffica su entidad individual en fa vor de un ideal de grandeza indiscu tible, y lo hace además impertérrito y cargado de convicción. De ¡as Termópilas Álamo a El Lo cierto es que, como cualquiera con un poco de sentido común in tuye fácilmente, no existe nadie que encare de ese modo su propia elimi nación, salvo que se halle pertur bado en el normal uso de sus facul tades mentales. Pensemos en cual quiera de las grandes ocasiones mitificadas a lo largo de la Historia: desde los espartanos que se inmola ron en las Termópilas a los texanos que sostuvieron El Álamo. Hicieron lo que hicieron porque no tuvieron elección (porque no pudieron huir a tiempo de la quema) pero aun si concediéramos que algunos consin tieron, lo que no cabe imaginar, salvo de aquéllos que vieran enaje nada su razón en la refriega, es que aceptaron su destino sin angustia. Y lo que ya raya en necedad alarmante es pensar que el espectáculo que en cualquiera de esos incidentes pudo verse tuvo algo de gallardo o glo rioso. La muerte es, siempre, sór dida y triste. Sin embargo, los héroes existen, y la novela histórica, aun desde una postura crítica hacia las patrañas de circulación usual, no debe ser mez quina en su reconocimiento. Los hé roes son los que afrontan el sacrifi cio, elegido o sobrevenido, desde su fragilidad de hombres. Los que caen como caen los hombres, con dolor y miedo, y nos remueven así la conciencia. Si los otros, los incons cientes, sólo sirven para alimentar vil propaganda, estos héroes trému los son, en cambio, una gran mate ria literaria: encarnan, al cabo, la lucha desventajosa que todo ser hu mano sostiene. Se observará que en todo caso ha blamos de héroes vencidos. Y es que, ya desde Jenofonte, la épica su prema es la de la derrota. Cantar al victorioso resulta ruin y de extremo mal gusto. FERNANDOMARÍAS trata de salvarse como buenamente puede, el soldado piensa: Claro! Nosotros somos lo que en la Prensa y en las escuelas llaman héroes. Mevar sesos de un compañero en la al pargata, criar piojos y beber orines, eso es ser héroes. Yo soy un héroe. ¡Un héroe! ¡Un hé- ro- e! Normalmente, sin embargo, no es así como se nos presenta a los hé roes. En la mayoría de los casos, desde tiempo inmemorial, la litera tura ha preferido, al narrar las gran Lorenzo Silva es escritor y abo des hazañas históricas, ofrecer un gado; auton entre otras obras, de El retrato estilizado y a la vez categó nombre de los nuestros RAS batalla, sobre el campo la cubierto de cadáveres, el gue rrero avanza en busca de posibles su pervivientes. Un soldado herido se arrastra, moribundo. El guerrero, inmisericorde y brutal, efectivo, lo remata a golpes de su maza de púas. Así arranca el Macbern que Roman Polanski rodó en 1972. mis ca A torce años aquella imagen me impre sioné. Luego leí que la película desa tendía la recreación histórica y, ciertamente, nadie devoraba a mor discos una pata de cordero mientras la grasa le impregnaba la barba su cia de vino: a Polanski no le intere saba el rigor documental, sino la na rración desnuda. Su elección merece nuestra mirada, y alguna reflexión transpiantable a la novela histórica. Demasiadas veces, creo, se decan tan los autores por la opción contra ria: documentación antes que narra ción. Seguramente, es el rumbo equi vocada Por supuesto, es necesario y exi gible que la documentación de una novela histórica sea rigurosa y ex haustiva- -lamentablemente, lo sé muy bien: en una novela sobre el Rif se me escapó un error de bulto desde cualquier punto de vista inadmisi ble- pero tal minuciosidad puede de vorar el objetivo principal de la na rración, A veces, como lector, he te nido la sensación de asistir a un documental sobre las costumbres de una época determinada antes que a la exposición de un relato. La novela debe crear en el lector la ansiedad por pasar la página. Una exposición reiterativa lastra ese fin, y puede T Es necesario y exigible que ladocumentación de una novelahistórica sea rigurosa y exhaustiva, pero tal minuciosidad puede devorar objetivo el principalde la narración además convertirse en el gran ene migo de la novela y del novelista cuando éste, crecido por el propio es fuerzo de investigación y orgulloso de él, olvida el punto de destino: lo grar una narración apasionante so bre un telón histórico irreprochable pero voluntariamente relegado a se gundo plano. Acceder a esta cuestión a través de Macbernno era casual. La obra de Shakespeare ilustra como pocas- y sin necesidad siquiera de ser una no vela- el sentido de la narración des nuda. Y además literalmente: ¿al guien conoce otro texto que pueda representarse, sin perder un ápice de su interés, por actores sin ropa ni maquillaje encaramados a un esce nario vado? Y por cierto: ¿no es lo que intentó Polanski? 4 Fernando Martas es escritot Co autor de Páginas ocultas de la his toria y autor de la novelas juveniles históricas El vengador del Rif y La batalla de Matxitxako 5 ABC C, drn- 4 4- 5- 2002

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