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CULTURAL MADRID 13-04-2002 página 12
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  • EdiciónCULTURAL, MADRID
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NARRATIVA La sagrada familia VALENTÍPUIG Vida a la manera negra pormemoria del padre persigue al hijo A los siglos de los siglos, en cientos de autobiografías. Ni tan siquiera Kafta pudo reducir la figura del padre a condición lite raria de apólogo. El padre ido inunda las me morias de Sartre y las novelas de Modíano, toda la literatura del mundo, como algo que precisamente por perdido y ausente colma la vida del ser más radicalmente individual. A pesar de los intereses gremiales de la anti- siquiatría, la familia aparece más que nunca en las novelas, especialmente en la li teratura norteamericana. A la familia se la impreca o se la celebra, pero nadie olvida la genealogía de sus gestos y el arraigo de sus afectos, aunque se pudran en forma de odio. De Combray a los arrabales de Berlín, las tensiones entre padres e hijos pueblan las nuevas novelas, después de una ausencia clara de novela dinástica o de sagas familia res que ftiesen más allá del documento an tropológico o de la nostalgia que azucara los recuerdos y transforma la vida de famifia en escenas a cámara lenta, desligadas de la ma teria y de la psicologia. L 2 El padre ido inunda las memorias de Sartre y las novelas de Modiano, toda la literatura del mundo 8 Después de demasiadas novelas familia res en almíbar ahora las tenemos más bien al ciente. El poeta Gabriel Ferrater decía con rmo acierto que no se pueden escribir bue nas novelas si no es sobre la base de una idea coherente y general de la sociedad: in mensos stocks de memoria objetivada, agru paciones verbales y situaciones simbólicas que constituyen el arsenal de un novelista. Marcel Proust, por medio de la observación de la vida mundana, obtiene un senti miento de las prolongaciones temporales y sociales de una sociedad para todo el ámbito de una nación Ahí están Los Buddenbrook y las minuciosas sagas de la era eduardiana en Gran Bretaña. Dado que la novela es la historia privada de las naciones, a un verdadero novelista- como decía Balzac- -le hace necesario ha se ber registrado toda la vida social. La familia siempre ha sido un buen principio y a la vez un buen fmal, dominio de las costumbres y primer territorio de la razón, de la libertad y de la predeterminación. Eso da para mucho, aunque sean familias felices, como le pasa a Tolstoi con los Rostov. Como elemento de alta resistencia, el laberinto moral y gené tico de la familia es en la novela una suerte de celebración de un vestigio humano inex tinguible. Ahora sólo falta que se pongan de nueto en boga las novelas con mucha servi dumbre. más que lacónica. Sobre ella planea la sombra de Monsieur PASCAL QUIGNARD de Saint Colombe y, en algún Traducción Encarna de Castejón momento de penumbra narra Espasa. Madrid, 2002 tiva, la música de Marais. Pon gamos, por poner, porque aquí 137 páginas, euros 11,80 se trata de palabras y sólo de las sugerencias que éstas, precisas, difíciles en su escritura, tan exactas como el trazo del buril ASCAL Quignard es un del aguafuertista, suscitan en el escritor curioso, posee lector. dor de saberes diversos- -dela En Terraza en Roma, Pascal música al latín pasando por la Quignard ha trazado la agitada historia y las artes decorati biografía de un grabador del vas- marginal en cierta ma XVII francés, Meaume, el Gra nera, por su afición a ir a con nador (Paris, 1617- Utrecht, tracorriente por los mundos 1667) un hombre desesperado, que explora, que ha ido constru habitante por tanto de los ángu yendo una obra narrativa muy los y los márgenes, condenado a seductora, pareja a su obra de la errancia después de haber pensamiento: Todas las maña sido herido de amor a muerte nas del mundo, Las escaleras d en Brujas, en el año de 1639, y Chambord, El salón de Wuriem desfigurado hasta la repulsión berg. Por citar sólo las ya tradu por un frasco de ácido que le cidas al castellano y publicadas arrojaron a la cara. Viajé hasta con su verdadero nombre y no su muerte por diferentes luga con su seudónimo. Lo demás res de Europa (poco importan son sus ensayos ifiosóficos, esté esas vagas geograflas en la na ticos, morales, sus breviarios. rración) en compañla de una Terraza en Roma (Premio de mirada femenina, de un dolor la Academia Francesa corres atroz, de un fragmento de noche pondiente al año 2000) no es una novela al uso. No es fácil; al re vés: su brevedad es engañosa Texto tan enigmático porque es extremadamente exi gente en su ejecución y me corno atractivo. temo que pone a prueba las do Misterioso. Escueto tes de sus lectores, su capacidad para situarse en los ángulos de más que lacónico la escritura, su verdadero lugaz al decir del propio Quignard. Nada convencional hay en ella, ni siquiera en su brumosa con dición de (novela histórica Eso sí, es tan enigmática en su desarrollo narrativo como atractiva. Misteriosa. Escueta Terraza Roma en P y de un bagaje de enigmas a los que dio rienda suelta con sus instrumentos de grabador, Quignard reconstruye y construye la biografía y las pe ripecias vitales de ese grabador mítico, enigmático y maldito, cuya precisión contrasta con las turbadoras escenas, algo más que eróticas, que esculpe, a base de descripciones de sus grabados (tan enigmáticos como los sueños que nos desve lan) de mínimas escenas de su vida cotidiana, y de reflexiones filosóficas que las imágenes que van poco a poco apareciendo en las planchas o en el papel le sus citan. Meaume es un hombre que habla en enigmas porque sabe que en el fondo de todas las criaturas hay una noche irre sistible, lo que le hace un explo rador de las sombras al margen siempre del color. Una curiosa biografía más llena de silencios que de abundancia de detalles. Escribir como quien graba, y a la negra manera además. La máxima capacidad de sugerir con la menor cantidad de me dios posibles, Hay fragmentos que tienen el vuelo y la precisión de las pá ginas que Quignard llama bre viarios: Les petits traités, La heme de la musique o Le nom au bout de la langue. Fragmentos cuyo valor narrativo es prácti camente nulo, que obligan al lector a un volverse hacia su propio fragmento de noche, a si tuarse en su ángulo, en su es quina del cuadro, y volverse ha cia el sentido de su existencia y de su fm cierto. Miguel Sánchez- Ostiz 12 BC uffiinl 13- 4- 2002

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