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CULTURAL MADRID 06-04-2002 página 11
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  • EdiciónCULTURAL, MADRID
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NARRATIVA; 1 Silencio interrumpido; 0 Verdadescubanas La novela mi de vida LEONARDO PADURA Tusquets. Barcelona, 2002 345 páginas, 17 euros UTOR ciclo novelesco del Las cuatro estaciones, que estaba a caballo entre lo policiaco y lo social, en sentido amplio, Le onardo Padura combina en esta nueva obra, La novela mi vida, de lo histórico y lo politico. Lo histó rico estriba en la recreación de la vida de José Maria Heredia, el gran poeta romántico cubano, y lo político en la fábulación nove lesca de Fernando lrry investir gador cubano y poeta en su ju ventad, que escapó de la isla en el Mariel en 1980, acusado de ac tividades contrarias al régimen castrista; después de dieciocho años de exilio, regresa a Cuba en pos de las huellas de un miste rioso manuscrito que el poeta ro mántico compuso en sus últimos dias, donde conté la verdadera novela de su vida, destrozada por la traición, el desarraigo y el olvido (Ya tiempo de que es acabe la novela de mi vida para que empiece su realidad escri bía Heredia en mayo de 1827, abrumado con veintipocos años por el vértigo de su existencia, so metida a numerosos viajes y tras lados, que culminaron en un largo destierro causado por la de lación de un amigo. La novela cuenta, pues, con dos protagonistas, Ferry y Here dia, uno ficticio y otro histórico, pero la materia histórica está tra tada con arreglo a los módulos imaginativos de la ficción. De ma nera que tanto el Heredia que brota de estas páginas, como otros personajes reales, están re creados con suficiente libertad para no quedar subordinados a la tutela de la verdad histórica. La verdad de la novela, y de esta no vela, es de carácter poético, cate gorial. Aventura existencial Estos dos protagonistas exi gen la constitución narrativa de dos planos temporales: los prime ros años del XIXen que transcu rrió, hasta 1839,l a breve vida del poeta romántico, y la época ac tual, la de Fernando Terry que interrumpe su exilio para ras trear las huellas de aquella no vela de su vida que compuso He redia en sus últimos días y cuyo hallazgo completaria sus brillan tes trabajos críticos sobre el au tor, Ll circunstancia obliga al na rrador a indagar en los primeros años del siglo XX, tras la estela de José Jesús de Heredia, hijo del poeta, que vivió hasta los noventa años y que, masón como su pa- La izquierda humana IGNACIO SÁNCHEZ CÁMARA AS críticas 24 horas con la GaucheDivine María Moixy comentarios al libro de Ana me sugieren la idea de la posibilidad de que la izquierda intelectual de los sesenta, quizá no sólo la española, sea en parte el fruto de la mala conciencia de un grupo de privilegiados jóvenes burgueses. El libro, escrito en 1970 y no publicado hasta ahora, nació como una cró nica de un grupo de amigos barceloneses, para un libro colectivo que no llegó a nacer. Tul vez la más exacta definición la proporcionara Jaime Gil de Biedma quien contestó a la pre gunta de Ana María Moix, ¿quéeslagauchedi vine? con estas palabras: Esas gentes son, en su mayoría, de clase burguesa y gozan de una cierta independencia económica que les per mite vivir como les da la gana a partir de las ocho de la noche La izquierda divina vendría a ser un producto de la derecha. Quizá esta conservadora procedencia de la izquierda se sentaiochista española explique no pocas cla ves de nuestra extravagante reciente historia intelectual. En particular, los avatares de cierta izquierda que luchó con escasos riesgos contra un franquismo terminal y residual, mientras en general ignoraba los desmanes reales del socialismoreal, que recibía los bene ficios de la absolución sin cargos, cuando no las bendiciones de la utopia soñada. La Fi quierda divina disfrutaba, y aún disfruta, del beneficio de inventario del olvido de la existen cia de otra izquierda, humana, demasiado hu mana, la de los campos de exterminio. j Hemiplejia intelectual y moral No se trata de juzgar a sus integrantes, ni dudar de su buena fe, sino de diagnosticar los síntomas de una hemiplejia intelectual y mo ral cuyos efectos aún se dejan sentir, aunque no tengan que imputarse necesariamente en la cuenta de unos jóvenes inocentes y felices. Quizá no convenga olvidar la enseñanza de que los males de una sociedad pueden comba tirse en nombro de unos principios y valores aún peores que los que se combaten. Una buena causa puede servirse con las peores ar mas. Al parecer entre la ribera izquierda del Sena y la noche barcelonesa existían puentes fraternos. A nadie se le puede arrebatar el pa trimonio de sus ensoñaciones juveniles. Otra cosa es que estemos obligados a compartirlo. Puestos a buscar ejemplos de literatura testi monial, cabe encontrarlos en escritores que, como, por citar sólo ejemplos franceses, Camus o Aron, no se dejaron subyugar por los inexistentes encantos del comunismo sovié tico o chino. Cada quien es hijo de su circuns tancia, mas no es forzoso constreñir su ám bito hasta ignorar lo que sucede más allá de la propia aldea, por cosmopolita que ésta pre tenda set No es obligatorio ejercer la virtud de la responsabilidad intelectual, pero si se aspira a asumirla es preciso despojarse de los prejuicios y arriesgarse a contemplar la reali dad sin deformaciones ni olvidos. La iz quierda divina, y la barcelonesa es sólo nos tálgico y amable pretexto, nos recuerda a la otra, a la humana, demasiado humana. A L dre, confió el original de La no vela de mi vida a la misma logia masónica a la que había pertene cido aquél. Pasado y presente se imbrican en la aventura existen cial de Fernando Trry, que a la vez que busca el manuscrito per sigue también saber quién lo de lató como anticastrista años atrás e hizo de él un proscrito. Los paralelismos y simetrías saltan a la vista: la Cuba de Fer nando Ferry reproduce en cierta medida la de José María Heredia, Las delaciones y las traiciones son flores comunes a ambas épo cas: Terry es escritor, poeta, como Heredia, o lo fue al menos en su juventud y, como él, es un desa rraigado, un desterrado político por causas similares a las que de bió padecer el lírico. La búsqueda del legendario manuscrito re sulta al cabo infructuosa, pero en el ínterin asistimos a la recons trucción novelesca de la vida de Heredia, de su novela bastante fiel al espíritu de lo que sabemos del grande y desdichado poeta ro mántico. Un espíritu rebelde, consecuente, que buscó la felici dad y la verdad por encima de los tabúes de todo tipo. De ahí su des garrador testimonio final, que la novela cuenta, testimonio más turbador que el de la verdad ofi cial. La reconstrucción de Padura se extiende a la Cuba ro mántica, que es tratada con deta lles vences, sin idealizaciones ni mistificaciones fraudulentas. Vidas paralelas Esta alternancia de planos y el juego de las simetrías, que des ciende a pormenores muy preci sos, revela la complejidad cons tructiva de la novela, muy rigu rosa en su lealtad a ese principio constructivo de la alternancia, Dos vidas paralelas pues, las que hasta cierto punto se mues tran en este fresco narrativo- fresco, pues es obra de vastos pa noramas- artificio mediante el cual Padura suscribe la visión del eterno retorno y, en todo caso, se presenta como un debelador de dos discursos políticos: el caudi llista y colonialista de la América de ayer, y el del castrismo de hoy, por más que la crítica política se lleva a cabosobre todo por alusio nes, y se evita la confrontación di recta. Artificio el empleado por Padura de resultados potentes, que rinde homenaje a una de las vo ces líricas más puras de América y Cuba, por cuya emancipación luchó con fiel honndez, y se arti cula como discurso iluminador de las contradicciones de la más reciente realidad cubana. Una novela la última de Padura que, confirma, en fin, el papel de por tavoz esencial de la sociedad que la novela sigue cumpliendo hoy en la América latina. La verdadde la novela, y de esta novela, es de carácter poético, categorial Miguol García- Posada u ABC Cultural 6- 4- 2002

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