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CULTURAL MADRID 09-02-2002 página 37
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CULTURAL MADRID 09-02-2002 página 37

  • EdiciónCULTURAL, MADRID
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PINTURA Afte e En el jardín de la pintura Miguel Rodríguez- Acosta Centro Conde Cultural Duque. Madrid Cf Conde Duque, 13 Comisaria: Dolores Maria Jiménez- Blanco Hasta 3 demarzo el pintura de MiguelRodríguez A Acosta (Granada, 1927) siempre ha tenido algo de misterioso. Vista es porádicamente en Madrid a partir de mediados de la década de los 80, ha es tado siempre precedida de los elogio sos comentarios de algunas de las más prestigiosas y autorizadas voces de nuestro panorama. Y así, con el tiempo, a los diferenciados entusias mos de Juan Manuel Bonet y Julián Gallego habla que sumar el de Simón Marchán. Y de este modo, a los no ¡niciados, el nombre de Rodríguez- Acosta se nos hacía cada vez más misterioso. Claro que si de por sí en sorpren dente que Rodríguez- Acosta pintara como si tuviera treinta años menos, no L regreso general a la pintura tras su perar una etapa anterior, marcada por concepciones más intelectuali zadas, sociales, o mecánicas del arte. Y es que Rodríguez- Acosta parece aprovechar esta vuelta a la pintura desde unos planteamientos de liber tad absoluta, en el gozoso ejercicio de la sintaxis, para dar salida a una sensibilidad y una visión de las co sas que con los años se ha ido refi nando muy notablemente. Las relecturas de los expresionis tas abstractos americanos, muy en boga con el regreso de José Guerrero a España, o de las últimas claves de los impresionistas permiten a Rodrí guez- Acosta adentrarse en una pin tura fundamentalmente lírica que en la puesta al día del lenguaje for mal le permite acercarnos a un mundo de pequeños milagros coti dianos, en una especie de celebra ción mágica de las cosas más próxi mas. Visióndirectadelas cosas Con el tiempo, esta pintura se ha ido haciendo más ligera, los juegos más sutiles y las referencias geome trizantes menos evidentes. También ha habido un cambio importante en los títulos menos pendientes de la propia Historia de la pintura y más próximos a la cotidianeidad y la vi sión directa de las cosas. La historia cuenta que Monet, viejo y cansado, se mandó construir un jardín fantástico. Cuando pin taba este jardín de delicadezas e hi persensibilidades, entrevió la posi Esta crisis general hace que Ro bilidad de una pintura hecha de li dríguez- Acosta abandone práctica bertad y sencillez. Años después, mente la pintura entre 1965 y 1978. unos jóvenes norteamericanos pare Pero, con el tiempo, el haber insta cieron retomar esa visión y con ella lado un taller de grabado en la Fun hicieron una pintura que se quería dación Rodríguez- Acosta le facilita sublime, llena de intensidad y tras su reencuentro con el mundo de la cendencia. Pues bien, Rodríguez creación plástica. Acosta parece cerrar el circulo, de Los cuadros de esta exposición, volviendo todo ello al mundo del jar que cuenta precisamente este re din; a la sencilla mirada directa del greso feliz a la pintura, están fecha mundo que nos rodea. dos ya a mediados de la década de los 80. Un momento precisamente de Pablo JIménez La delpintores unapuesta al día de un lenguaje permite que acercarnos un mundode a pequeñosmilagros y celebraciónmágicade las cosas máspróximas resultaba más tranquilizadorlo que tan ilustres plumas decían de él, comobien recuerda Lola Jiménez- Blanco en el texto que abre el catálogode esta exposi ción: una especie de insólito equifibrio entre lo nórdico y lo mediterráneo, la realidad observada y la abstracción, lo sensual frente a lo idea disciplinae bu provisación, y así un largo etcétera que quería enmarcar una pintura que, con todo ya pesar de todo, se imponíapor su frescura, su sentidode la elegancia y el inacabable desplieguede recursos. El propio legado de su tío y otros requerimientos personales hicieron que el joven Rodríguez- Acostano pu diera dedicarse exclusivamente a la pintura y que, entre otras cosas, malizara una importantísima labor de me cenazgo artístico al frente de la funda ción que lleva el nombre de su tío. Pero a pesar de todo ello, a fmales de los años 50, Rodriguez- Acosta es uno de los muchos pintores españoles que se han iniciado en los nuevos len guajes de la modernidad artística a través de unos modelos italianos (Campigli, Carrá, SironL. que plan tean una lectura dulcificada y decora tiva de los últimos ecos del cubismo y de un primitivismo amable. Pero a finales de los 50, con la irrupción del informalismo, la abs tracción geométrica o la pintura de marcada intencionalidad crítica y social, también se produce una de las grandes transformaciones que, en el siglo XX ha vivido el panorama español del arte. Si bien la disputa entre abstractos y figurativos fue la más virulenta (no faltó quien pro puso públicamente que el presidente del Colegio de Psiquiatría dirimiera el asunto) lo cieno es que, en muy poco tiempo, se subvirtieron todos los órdenes establecidos y se impu sieron unos nuevos lenguajes y mo dos animados por una moderniza ción general del país. SolucIón mIsterio al La gran explicación de todo este pequeño misterio, las claves de esta historia llena de pintura, de buen gusto y de sensibifidad es esta expo sición que acaba en la que se resume, en 46 cuadros, 17 palindromos o di bujos y 26 grabados, la trayectoria de 25 largos años de trabajo de uno de los pintores más personales y sor prendentes de nuestro panorama. Miguel Rodríguez- Acosta se ini cia en la pintura muy joven y con toda naturalidad: la proximidad de su tío José María Rodríguez- Acosta, (1878- 1941) uno de los nombres más destacados de nuestra pintura en las dos primeras décadas del siglo pa sado, le facilita un aprendizaje só lido y abierto a las novedades que, más adelante, completaría en la ma drileña Academia de Bellas Artes. 37 ABC Cultural 1- 2- 2002

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