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CULTURAL MADRID 09-02-2002 página 14
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  • EdiciónCULTURAL, MADRID
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Silencio interrumpido; 0 NARRATIVA Ciencia y sentido lavida de IGNACIO SÁNCHEZ CÁrvi. wk Del jardín de la memoria doscultura no incomunicadosescindida en A ámbitos puede quedar ni hostiles: la ciencia y las humanidades. Sin la ciencia, la cultura queda privada de un miembro vi tal y por tanto, moribunda. La ignorancia de la ciencia testimon. ia en contra de la cultura de un hombre. En un artículo publicado en el último número de Revista de Occidente, Antonio Fernández- Rañada afirma, con toda razón, que la ciencia es influida por la cultura pero también influye sobre ella, y enuncia afirmaciones objetivas, es decii su praculturales y universales. La valoración de la ciencia debe; sino estoy equivocado, huir de dos tesis contrapuestas, ambas inadecuadas. Ni cabe asumir el relati vismo escéptico posmoderno que niega la pre tensión de objetividad, dejándola reducida a mera visión particular del mundo, sin valor universal, ni es correcto asumir la tesis de que pueda agotar el conocimiento de toda la reali dad y la solución de todos los problemas, de manera que fuera de elia sólo quede abierto el ámbito del prejuicio o de la arbitrariedad. L MItología La ciencia no puede fundamentar la reali dad espiritual y el ámbito de lo trascendente, ni, por lo tanto, las creencias religiosas, pero tampoco puede refutarlos. Sencillamente no se ocupa de ellos. Consiste en el conocimiento de un tipo de realidades, mediante un deter minado método, no el único, Muchos de los más grandes científicos han justificado la rea lidad espiritual o incluso han adoptado una posición abiertamente mística. Erwin Schró dinger escribió: Por lo general, la ciencia se proclama atea. Lo cual no resulta asombroso después de todo lo que hemos dicho. Si su imagen del mundo no contiene siquiera a lo azul, lo amarillo, lo amargo, lo dulce, ni la be lleza, el placer o la pena, si la personalidad queda convencionalmente excluida de ella, ¿cómo podría contener la idea más sublime que puede concebir la mente humana? Bien es verdad que de esta amputación de lo tras cendente no incumbe la responsabilidad tanto a los grandes científicos como a los pe queños filósofos. Si la vida del espíritu se le escapa a la ciencia no es como consecuencia deninguna deficiencia suya. No se puede en contrar lo que no se busca- Nada de esto inipide afirmar la contribución de la ciencia al humanismo, ni significa la adopción de nin guna forma de irracionalismo. También la ciencia puede convertirse en una mitología. Lo que más importa rebasa su ámbito propio. Por ello no es razonable esperar de ella la solución del problema del sentido de la vida. Hacia el final del Tracta tus escribió Wittgenstein: Sentimos que aun cuando todas las posibles cuestiones científicas hayan recibido respuesta, nues tros problemas vitales todavía no se han ro zado en lo más mínimo. Por supuesto que en tonces ya no queda pregunta alguna; y esto es precisamente la respuesta La verdad del primer párrafo no depende de la improbable validez del segundo. sobre los verdaderos pájaros echados a volar en las páginas de ORHAN PAMUK los periódicos y sobre sus lecto Traducción Rafael de Carpintero res, sobre esa sutil red que se teje AIfauara. Madrid, 2001 día a día- CélaLun personaje le gendario que se esconde hasta de 584 páginas 18,83 euros, pesetas sí mismo, memorioso desmemo 3.099 riado, hacedor de la ciudad y del. presente, de los sueños y las ilu siones de sus habitantes, una pa labra detrás de otra: nada puede medida que camina- ser tan sorprendente como la mes se abren las ca vida, excepto la escritura, el azo lles oscuras y se apartan las casas gue de todos los espejos. terribles que penden sobre nues tras cabezas, a medida que cami namos las aceras y las tiendas co Espejismos, y juegosde bran sentido escribe Orhan espejos, de rostrosy Pamuk sobre el andar errático, disfraces, historias alucinado, del protagonista na rrador de El libro negro por las lejanas hechaspresente calles oscuras, abigarradas, pero y también blancas y silenciosas y viceVersa, búsqueda después de una persistente ne de la propiaidentidad vada, de Estambul. No se me ocu rre mejor símil que esa cita para referirme a la extraña fasci nación de lector que se aventura El lector llegará a ver a Rüya por las apretadas páginas de esta como una sombra precisa que sorprendente novela. cruza los espejos, mejor que si la Un joven abogado, Galip, se tuviera delante, descrita en un lanza a las calles de Estambul en violento primer plano, algo que busca de su mujer, su prima tiene que ver con la pintura zen y Rüya, de quien está enamorado también con un formidable cua desde la infancia, y que ha desa dro de la ciudad que se encon parecido sin dejar otro rastro que haba en un casino- burdel y en el una breve carta de despedida, que está pintado, qué casualidad, pongamos que cifrada, y en pos un libro negro. Aviso de cami de un pariente demasiado cer nantes: El libro negro exige una cano, Celál Bey, famoso colum lectura atenta y juguetona, un nista de Prensa- qué hermosas aceptar las reglas del juego, el reflexiones contiene El libro ne pacto que establece Pamuk. Espejismo, y juegos de espe Rro sobre la escritura de Prensa, El libronegro jos, de rostros, máscaras y disfra ces- -secreto llama en turco al se azogue de los espejos- pesquisa por la propia memoria y por la memoria de la ciudad- insistirá mucho Orhan Pamulc en el cul tivo yen la floración del jardín de la memoria- historias lejanas hechas presente y viceversa, y so bre todo, sobretodo, búsqueda de la propia y verdadera identidad, de una identidad que sólo se cifra en que uno sólo puede ser él mismo contando historias Jeroglífico descifrable El libro negro es para el lector como la ciudad, como esa Estam bul tan abigarrada como fantas mal lo es para Galip Celál Bey, el perseguidor de su propia sombra. El libro negro está tan Reno de historias (algunas prodigiosas de fantasía, como la del capítulo tihilado Cuandolas aguas del Bós foro se retiren como de posi bles recorridos; es fácil perderse en ella, o eso al menos es lo que nos parece a los lectores, pero se guimos caminando, fascinados, como el mismo narrador, cuando nos dice cómo la ciudad se abre y despliega en múltiples sugeren cias, porque justamente uno de los encantos irrenunciables del errar por las ciudades es per derse en ellas, dejarse seducir por su magia, perderse en lo que tie nen de laberinto y asombrarse ante lo que tienen de jeroglífico descifrable. Miguel Sánchez- Ostiz 14 ABC Cultural l- 2- 2Ol1 f 1

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