Archivo ABC
ArchivoHemeroteca
CULTURAL MADRID 26-01-2002 página 20
CULTURAL MADRID 26-01-2002 página 20
Ir a detalle de periódico

CULTURAL MADRID 26-01-2002 página 20

  • EdiciónCULTURAL, MADRID
  • Página20
Más información

Descripción

BIOGRAFÍA Libros El hennano El dictador. La historia secreta pública y de Jorge Rafael Videla Videla nes militares, los subpartidos del instituciones, a la obediencia. Todo, Partido Armado que protagonizó la si no consideramos que ella, la vida política argentina, al menos muerte, es la institución por exce desde el golpe de Estado fascistoide lencia, en particular para un gue MARÍA SEOANE y ViCENTE MULEIRO de 1930 (en el cual participó el de rrero. Sudamericana. Aires, Buenos 2001 voto padre de Videla) hasta la de y 639 páginas; euros, 21,03 3.500 pesetas rrota en la guerra de las Malvinas, Espasmo repugnancia en 1982. Es obvio que toda esta historia Quizá no por inteligencia política argentina aparece estremecida de sino por intuición conservadora, Vi patetismo. No por conocida, sobre dela guardó equidistancia ante las todo cuando se la recorre con tanta ARA quien dude acerca de facciones y cuando se comprometió conciencia documental como en este las categorías psicológicas, con alguna (el antiperonismo en libro, deja de producir espasmo y re en concreto la de personalidad au 1935, el grupo de los colorados gori pugnancia. Si hubierá qué rescatar o toritaria (tan estudiada y desple las en 1962) llegó con el suficiente re su más baja perspectiva moral, diría gada en estadísticas por Theodor W. traso como para no asumir friccio que es el momento en que Videla, a Adorno) este libro puede ser la cer nes. Y así fue subiendo, con lentitud, pesar de sus aspavientos de cre teza. Corrientemente, solemos lina seguridad y pesadez de soldado in yente, se muestra como un hipócrita gínar al dictador Videla como pare fante, hasta que el putsch de 1976 y un mentecato, que- -según dice- -cen retratarlo sus fotografías: un contra el esperpéntico y tamba nunca ordenó matar ni atormentar hombre enjuto, ascético, febril, faná leante gobierno de Chabelita Perón, a nadie, que nada sabía de campos tico, de ésos que resultan capaces de condenar a muerte, con sensata tranquilidad, a su propia madre y acompañarla piadosamente hasta el pie de la hoguera. Pues no. La minu ciosa pesquisa de Seoane y Muleiro nos traza el perfil de Don Nadie. Un hombre perfectamente austero, a quien no se le conocieron negocios turbios ni mujeres, salvo la propia, que no sabía bailar, no bebía alco hol, renunció al tabaco un Día de la Hispanidad, no era afecto a ningún juego, no iba al cine ni al teatro, no mostraba inclinación a la lectura de libros, periódicos ni revistas, ni a la escucha de mGsica. Apenas salía de su casa para ir a su trabajo de mili tar y a la misa de los domingos y fiestas respectivas, en las cuales soHa ayudar al sacerdote. En sus ar marios casi no había ropas civiles, ya que su padre, militar, lo acostum bré a imitarlo, o sea a andar por la vida de uniforme desde los tempra Masaera y Videla la derecha) en 1979 (a nos años de cadete. Sus expedientes profesionales es tán Henos de constantes y médicos lo sorprendió en el lugar jerárquico de concentración, de rapto y venta elogios y sólo registran una sanción que implicaba la dictadura, Dicho de niños, de negocios mafiosos prac por una leve falta formal. Tampoco con cifras: el protagonismo de una ficados por sus compinches y riva son ditirámbicos, Videla no escribía masacre con más de 10.000 muertos les, como el almirante Massera, su ni publicaba nada, hablaba en caste clandestinos, varios cientos de cam contrafigura: guapetón, putero, poli llano con escasas personas y farfu pos de exterminio, cientos de miles ticamente ambicioso, metido en ex llaba en inglés. Si sus vicios fueron de destierros, saqueos, torturas, cen torsiones de corte gangsteril, elo imperceptibles, sus virtudes mere suras y el final intento suicida (tema cuente y atrevido hasta el punto de cen el adjetivo de tenues. para psicoanalistas) del enfrenta reclutar asesores políticos hasta en miento con la OTAN. tre las mismas víctimas de sus se Distanciataciturna Videla llevaba el nombre de dos cuestros. Quizá la más eficaz de ellas sea muertos desde el bautizo: Jorge y Los autores han acumulado y cla su astuta distancia taciturna. La personalidad autoritaria, frágil y hueca de base, busca el apoyo en la Videla se muestra como un hipócrita que- según diceortodoxia de las instituciones. Vi nunca ordenómatar ni atormentara nadie, que nadasabía déla lo hallé en las dos por antono de masia: la institución de la eternidad de camposde concentración, rapto y ventade niños (la Iglesia) y la institución de la vio lencia (el ejército) Soy Nadie, pa rece confesar el autoritario, pero soy a la vez, la Iglesia y el ejército. Rafael, dos mellizos que habían te sificado incontable número de docu Venceré siempre, no moriré nunca. nido sus padres, fallecidos en la mentos y, lo que es más importante, La astucia eficaz de nuestro per tierna infancia. Eran a su vez hijos han recogido testimonios (algunos sonaje, como acredita esta cumplida de huérfanos, como huérfana re del propio biografiado) que el biografía, consistió en apuntarse a sultó su mujer. La muerte, con su se tiempo y el silencio habrían des una impersonal profesionalidad en cuela de distancia y soledad, tan pa truido con facilidad. Merecen la los ramos del Colegio Militar y el recida al poder, lo rodeaba por todas aprobación de cualquier lector, aun arma de infantería, manteniéndose partes y lo empujaba desde su hueco de aquellos que, como el suscrito, no a prudente distancia de las faccio a la seguridad institucional y las compartimos su perspectiva popu DL P STAMOS habituados a co nocer las penumbras de los di rigentes democráticos. Los si gue el periodismo, a veces con un punto de antropofagia. Los eléjiinos, los queremos, los aborrecemos, se nos parecen. Roosevelt era cojo; Churchill, un borrachín; De Gaulle, un megalómano; Kennedy y Clin ton, unos salidos; Ford trope zaba con las alfombras y Bush Jr. se atraganta con prétzel En cambio, tendemos a con siderar extraordinarios a los dictadores, No nos convienen sus vicios y crímenes, los po nemos de lado como si no per tenecieran a nuestra raza. Luego resulta que Mussolini se divertía con sus niños paseándolos en moto por la ca rretera de Civitavecchia; liitler se enternecía ante un pas telito de crema, una maqueta de escayola o un perro domés tico; Trotski cazaba mariposas mexicanas; Franco era un pa ciente pescador de truchas y un pintor de inocuos bodego nes. Por eso resultan saludables los libros donde los dicta dores aparecen confundidos con cualquiera de nosotros, porque la semejanza es la que los vuelve definitivamente te mibles. -O.I t. E lista de la historia. Tan impredeci ble como el destino de Videla es el recuento de cualquier sucedido. La dictadura argentina, que tantos ro ces tuvo con el gobierno de Carter y las democracias mal llamadas for males por quienes las desprecian, que estuvo a punto de lidiar con Pi nochet e hizo la guerra a la baronesa Thatcher, mantuvo idílicas relacio nes con la Unión Soviética, fue reci bida con honores imperiales en Pe 1 cm y hasta invitada por Fidel Cas tro a la conferencia de los No Alineados presidida por el mariscal Tito en La Habana. El padre Ernesto Cardenal llegó a bendecirla por su cruzada antiimperialista en el Cono Sur. Goethe se consideró capaz de cualquier crimen. Thomas Mann llamó (hermano) a Adolf Hitler, que lo helaba con su mirada de basilisco. En cualquier esquina podemos tro pezarnos con algún Videla que ha salido a comprar el pan y lleva del brazo, invisible y fatal, a nuestra propia muerte. Blas Matamoro 20 ABC Cultural 26- 1- 2002

Te puede interesar

Copyright (c) DIARIO ABC S.L, Madrid, 2009. Queda prohibida la reproducción, distribución, puesta a disposición, comunicación pública y utilización, total o parcial, de los contenidos de esta web, en cualquier forma o modalidad, sin previa, expresa y escrita autorización, incluyendo, en particular, su mera reproducción y/o puesta a disposición como resúmenes, reseñas o revistas de prensa con fines comerciales o directa o indirectamente lucrativos, a la que se manifiesta oposición expresa, a salvo del uso de los productos que se contrate de acuerdo con las condiciones existentes.