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CULTURAL MADRID 09-12-2000 página 10
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CULTURAL MADRID 09-12-2000 página 10

  • EdiciónCULTURAL, MADRID
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JULIO CORTÁZAR, EPISTOLARIO DE SU VIDA vida. Vivía en una casa con su madre, en el barrio del Once en Buenos Aires. Tenía tres habitaciones prodigiosas como ejemplo de arquitectura para sostener libros: además de las paredes forradas de volúmenes, había cinco o seis columnas de libros hasta el techo. En algún caso hubo una polémica sobre poesía simbolista francesa, en Francia, y desde su habitación de Buenos Aires, con sus libros, Fassio resolvió el problema. Escribió una carta a quienes estaban discutiendo esa cuestión en apariencia irresoluble, y dijo: El problema que les preocupa es así, así y así Era un hombre muy enfermo, un diabético de fondo. Compartíamos sobre todo una común pasión por la literatura francesa. Cuando fundé Minotauro en 1955 se ocupó de las carátulas durante un tiempo. Fuimos a la casa de Fassio con Julio y Aurora y fue ima gran fiesta. Fassio había inventado la máquina para leer Rayuelo, y una máquina para leer a Roussel, y colaboraba estrechamente con el Colegio de Fatafísica. Cuando la situación en Argentina se puso realmente mal, decidió venir aquí. Vino dos o tres años después que yo, en el setenta y nueve u ochenta, bastante enfermo. Estuvo en Barcelona, no viviendo muy bien, donde murió. Con Julio creo que sólo se vieron esa vez en Buenos Aires. ¿Cortázar tuvo contacto con los patafísicos en París? -No, no creo, aunque Julio conocía muy bien la literatura patafísica. Yo entonces era socio del Colegio de Patafísica y recibía todas las publicaciones del Colegio. Había todas las jerarquías, con nombres, pero Cortázar nunca apareció ahí. Por supuesto, le interesaban la patafísica, el humor, las excentricidades literarias, como le interesaban muchas otras cosas. Miembro activo del Colegio no fue, que yo sepa. Fassio era Gran Sátrapa de las Neoaméricas, o algo parecido. -La patafísica vino por Fassio, y éste por las carátulas. En el proceso de edición, ¿Cortázar decidía la carátula? ¿Se ocupaba de ello? -No en Minotauro, pero siempre en los libros de Sudamericana. A veces la decidíamos de común acuerdo pero a veces se decidía no se sabía cómo; la de Rayuelo, por ejemplo, fue idea de él: él mismo dibujó la rayuela de la carátula. En Todos los fuegos el fuego ocurrió algo bastante curioso, que he contado alguna vez. Había que decidir la carátula y un día pensé- todavía el libro no estaba impreso, por supuesto- en ese cuento, El otro cielo en que se entra en el Pasaje Güemes y se sale en la Galería Vivienne, y entonces le escribí y le dije que me parecía que en la portada podíamos poner una fotografía de la galería de entrada, y en la contratapa la otra. Él, mientras tanto, me estaba escribiendo otra carta- se cruzaron en el aire- donde me contaba que el dibujante Julio SUva, un argentino que vive en París, le había propuesto que pusieran en la primera carátula el Pasaje Güemes y... 10 ABC CULTURAL vez que eso ocurría en la historia de la literatura argentina. -Recuerdo que hubo una entrevista con él; posiblemente tenga razón. No sé si la primera vez, porque en los sesenta Julio ya era bastante conocido en Francia. Asistí entonces a lo que se llamó el boom, que nunca me lo he explicado muy bien: un fenómeno que requeriría im estudio político- social- líterario de la entidad americana en ese momento. Lo que podemos decir francamente es que no fue obra de los editores. Los editores siguieron, continuaron- si quiere, aprovecharon- ese momento, pero nada más. Como dije, publicamos Las armas secretas pensando que quizá venderíamos mil o dos mil ejemplares. No había ningima urgencia de presentarlo como un futuro gran escritor argentino. Se publicaban las cosas porque llegaban a las manos de uno. En ese sentido, la labor de un editor, como el caso mío en la Argentina, es la de la persona que está en un sitio determinado en el momento oportuno, y nada más. Se me ha citado en la Argentina no solamente como el padre del boom TUVE muy buena relación con él, siempre. Era una- una cosa bastante excesiva- sino persona para quien la amistad era muy importante. también como descubridor de García Márquez y Cortázar- lo cual también Había entre nosotros algo bastante común entonces: es muy relativo. Cortázar empezaba a la relación de amistad entre editor y autor escribir pero ya era muy estimado, para editarlo bastaba una mirada; si esa atención no la pongo yo, la hubiera puesto otro editor tarde o temLas historias de él con los cuentos sobre todo, pues nos veíamos muy prano. -Cuando Cortázar marcha en el son también extraordinarias. Ya pu- poco. blicado Todos los fuegos el fuego, Las cartas de Julio son espléndi- año 51 a Europa hay un giro en su donde aparece Instrucciones para das. Tienen una peculiaridad poco co- literatura que se corresponde con John Howell le escribió John Ho- nocida y que era la facilidad misma un giro también personal: de well, de Nueva York, un individuo a de Jvdío. Se ponía a escribir y no pa- pronto se dedica a actividades púquien le había ocurrido el cuento: le raba hasta el final, no se detenía en blicas, políticas, asiste a congrehabían subido a un escenario y tuvo ningún momento a reflexionar o ta- sos, etc. Ese cambio fue bastante que escapar. char una frase. En este sentido esas mal acogido en la Argentina. -En la Argentina hubo una izEn Rayuela hay personajes que es- cartas son muestra de un escritor de quierda nacionalista que estaba siemtán escondidos. Hay una Berthe Tré- raíz profunda. pat pianista; un nombre inventado. Las cartas publicadas son, entre pre contra corriente. Por ejemplo- paYa publicada Rayuela, o por publi- otras, las que Julio me escribió a mí y samos luego a Cortázar- había una carse, en un periódico de Buenos Ai- las que escribió a otro amigo argen- denostación, un rechazo de Borges res apareció el reportaje sobre una se- tino, Fredi Guthmann, un señor muy por razones políticas. Borges entonñora que había ganado el campeonato cm- ioso, un judío alemán cortador de ces no se había comprometido polítifemenino de ajedrez. Se llamaba diamantes que había sido copropieta- camente con nada; era un conservaLaura... Colicciani... algo así, un ape- rio de ima joyería ya desaparecida de dor anarquista más o menos ineficaz llido italiano. En el reportaje hablaba la calle Florida. De Guthmann dijo que no sabía, que no tenía actividad de su vocación: Mi verdadera voca- Cioran que era la única autoridad es- política. Lo que decía politicamente ción era el piano, la música Ahora, piritual que había conocido. Era un es lo que oía alrededor; no leía los pese llamaba Laura Colicciani, pero en hombre de mundo, muy educado, que riódicos. Alguien le decía: A Fulael medio apareció Berta Trepat: en los años treinta había participado nita, que es una amiga nuestra, la Laura Berta Trepat Colicciani. El en el movimiento surrealista. Estuvo han puesto presa etcétera, etcétera. Berta Trepat estaba escondido ahí, y en la India y ahí le ocurrió algo, tuvo Luego Borges reconoce todo eso y se era la pianista que aparece en Ra- una suerte de visión, conoció lo que replantea el sentido de la política. yuela. algunos llaman Bramah, la concien- Parte de la izquierda argentina de los Tuve muy buena relación con él, cia cósmica. Entonces cambió, se re- cincuenta vivía a la sombra de Sartre. siempre. Era una persona- muy ar- tiró de su vida pública. Era un indivi- La gran sorpresa fue cuando, allá por gentino también es eso- para quien la duo muy sagaz, muy inteligente y el año cincuenta y pico, en Les Temps amistad era muy importante. Para muy amigo de Julio en la época en Modernes, la revista de Sartre, aparemuchos escritores, después de tener que Julio era un escritor desconocido cen unos textos de Borges. Entonces im cierto éxito de público y de crítica, que había publicado Los reyes y nada la izquierda dice: ¿Cómo? Nuestra el editor se convierte en una figura más. Fredi le había conseguido tra- biblia mensual acepta un escritor que para nosotros es ejemplo de... casi molesta, xm hombre sentado que bajo como traductor público. está esperando un manuscrito. Por Con Cortázar ocurrió lo mismo. Se- José Blanco Amor escribió otra parte, es cierto que el editor antes de 1969 que el editor de publicaron una cantidad de artículos tiene siempre una posición de media- Cortázíir- debía ser usted- le mos- de tipo político con temas con los que nía, no es mucho más que un inter- tró en su despacho un panel lleno él no tenía ninguna relación. Hay una mediario entre autores y público. de telegramas de todo el mundo cosa interesante ahí. Como ha dicho, -Parece que usted fue algo más. pidiendo los derechos para tradu- yo veo también dos Cortázar aparenCortázar le tenía una gran con- cir la obra, y que era la primera tes. Uno, que es una persona que coetcétera. Absolutamente lo mismo. -Una casualidad muy cortazariana. -Una casualidad del azar seguro en que vivía, un mundo donde los azares y las coincidencias eran siempre extraordinarios y a la vez comunes. La presencia del azar en la vida de Julio era cotidiana. Todos los días había una señal. Cuando estas señales, o signos, o epifanías, comenzaban a repetirse, parecían formar constelaciones, que él Uamaba figuras En una ocasión subió a un taxi en París y se puso a hablar con el chauffeur. Hablaron sobre el azar Terminó el viaje y después de esa amable conversación se presentaron mutuamente. El chófer dijo: Je suis Jules Corta El otro dijo: Je suis Jules Corta- azar Cuando vino a España de Sudamérica o de no sé dónde, le estaban esperando dos escritores españoles. Uno era Rafael Conté; el otro, Félix Grande. Y Julio venía en el Conté Grande. fianza e incluso cuando iba a editar Rayuela le pregimtó... -Había entre nosotros algo que era bastante común entonces y que quizá aún no ha desaparecido del todo, la relación de amistad entre editor y autor. En otro tiempo el editor era un hombre que no tenía mucho que hacer, y la edición era a gentleman s occupation, una ocupación de caballeros. En apariencia, no hacía más que publicar a im autor pero casi siempre esa publicación estaba acompañada por una amistad, por una relación privada. Eso está perdiéndose, evidentemente. Hoy las editoriales tienen una relación impersonal con los autores, que son un producto más, el fabricante de un producto. Con Julio hubo una relación de otro tipo. Para mí- porque fue casi cuando empecé a trabajar en Sudamericana- fue la primera relación con un autor que resultó una relación verdaderamente de editor- autor, de auténtica amistad, aunque epistolar 9 de diciembre de 2000

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