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CULTURAL MADRID 08-07-2000 página 22
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CULTURAL MADRID 08-07-2000 página 22

  • EdiciónCULTURAL, MADRID
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ENSAYO Lectura transversal ANTHONY HADEN- GUEST A ¡natura La verdadera historía del mundo del arte Traducción de Ángela Pérez. Península. Barcelona, 2000. 351 páginas, 3.500 pesetas. Se trata de hojearlo, sortear las líneas, o incluso elaborar otros libros a póutir del mismo ensamblando, al azar, frases de distintas páginas hasta completar de nuevo las 351 de las que se compone el texto. Inter- textualidad, entonces, la que conseguiría el lector, combinando las citas, los diálogos, las fechas y referencias, una intertextualidad que daría fe, incontestablemente, de aquello en lo que estamos en la actualidad cuando se trata de el mundo del arte Las líneas de Al naidea, cosas de las cuales se han enorgullecido los artistas desde el inicio de la era del espectáculo, es decir, de la obra vinculada a la mirada de un espectador Lo curioso, según el autor (y es ésta la única concesión qué le hace al pensamiento en todo el libro) es que se sigue juzgando el arte según pautas decimonónicas: La mayoría cree que el arte ha de ser beUo. Muchos creen que el arte debe ser además moral o socialmente útil. Y esto plantea un problema, porque los artistas contemporáneos no creen que haya de ser forzosamente ni lo uno ni lo otro Esto no es ninguna novedad, aunque podría haber dado lugar a ima más de las discusiones acerca de la definición del arte. Pero no le interesa al autor indagar en esas sendas. La definición está dada al natural, nos la entrega el libro mismo y, a tenor de eUo, deducimos que ha de ser, definitivamente, el conjunto de los avatares y circunstancias que rodean no ya la vida de los artistas, sino la vida del mercado, y eso, en sus anécdotas menos atractivas, las que, justamente, no dicen nada acerca del arte y mucho menos acerca de esta especial mercancía. Sin embargo, no quiero llevar a equívocos: Al natural no es un tratado de economía sino algo así como el estado de la cuestión Aunque no se evalúe y, precisamente, porque no se evalúa, Al natural es un retrato inmejorable de un tipo de sociedad muy concreta: la que arma y desarma la historia del arte contemporáneo, un negocio que, como todos los negocios, se legitiman por el movimiento monetario al que dan lugeir Pero Al natural tampoco es un estudio sociológico ni, aunque muestre, de plano y de perfil, la vida y milagros de un enjambre de personajes, ni siquiera es literatura del corazón sino un extenso panorama de los faits divers del mercado del arte. Uno puede hacerse una idea leyendo algún párrafo como si oyese la voz en off del doblaje de un documental televisivo superpuesto a la voz en versión original. Elijo al azar: Longo y Sherman consiguieron pronto una galería. La habían abierto Helene Winer, de Artists Space, y Janelle Reiging, que había trabajado tres años con Castelli. Eligieron un nombre bastante estrafalario. Metro Pictures, y ambas creían que ellas y su grupo de artistas, en el que figuraba Richard Prince, estaba al tanto de lo que pasaba. -Creíamos que neustro grupo (la evolución de ese tipo de trabjao y esas ideas) era el non plus ultra- dice Winer... Chantal Maillard A L natural no dice ser una historia del arte, dice ser la historia del mundo del arte. El mundo del arte puede entenderse de muchas maneras; por ejemplo, como el ámbito en el que se construyen las obras de arte, o como aquel en el que se mueven los artistas, o aquel, también, en el que se exponen las obras a la apreciación de los críticos y la admiración o, en su caso, lá perplejidad del espectador y, en fin, como lo que atañe en general, a la producciónartistica. Pero Al natural dice ser la verdadera historia del mvmdo del arte. Y, a mi entender, tiene razón: la verdadera historia del mundo del arte es lo que refleja este libro que elabora, al natural es decir, sin contemplaciones literarias ni filosóficas, tal cual, como la vida misma etc. una chismografía del mercado del arte en los últimos cuarenta años. Al natural no es un libro para leer sino para recorrer transversalmente. Ilustraciones: Javier Pagóla tural son pasadizos por los cuales podemos iniciarnos en el recorrido de un entramado que, por desgracia, nada tiene que ver con esa entrega a los materiales y a la captación de la Construir la Historia SANDRO BOGÓLA Barte de la modernidad. Estructura y dinámica de su evoiución de Goya a Beuys Traducción de Rosa Sala. Ediciones del Serbal. Barcelona, 1999. 629 páginas, 5.400 pesetas. Sandro Bocola elabora una historia del arte de la modernidad sobre tres pilares o tesis a las que presenta como preámbulo. La primera de ellas propone, a partir de un texto de Mondrian, ver el proceso artístico universal como la búsqueda de un equilibrio entre dos tendencias opuestas y fundamentales del ser humano: una que busca la plasmación de la belleza universal y, consecuentemente, la supuesta representación objetiva de la realidad) la otra, evidentemente subjetiva, que procvira la expresión de las propias vivencias. Una idea, ésta, propia del romanticismo Uusfrado que Bocola no tiene inconveniente en asimilar a la pareja de los opuestos nietzscheanos (apolíneo y dionisíaco) ni con la del ello y el super ego del psicoanálisis actualizado en la obra de Kohut, un psicoanalista norteamericano que, para eliminar el problema de la trilogía freudiana, considera la existencia de un se que reconcilia los opuestos. De esta manera, tendremos, según Bocola, un polo exhibicionista del sí mismo y un polo- idealizado del sí mismo que, a la vez que constituyen conjuntamente el núcleo del individuo, serán también las fuerzas que habrán de reconocerse en la evolución artística: Toda obra de arte vive de la tensión enfre las exigencias exhibicionistas y los requerimientos de las estructuras idealizadas que en ella se ponen de meinifiesto Unida a la idea de un franscurso cífuerza de experiencias ajenas reactualizadas en las cuales vivía como espectador comprometido. Con algunos aciertos como éste, el relato parece funcionar. Pero, a fuerza de querer aplicar universahnente una teoría, es fácü terminar esfrechíindo las cosas pcira que encajen. Así, la obra de Munch, la de Van Gogh y la de Ensor son afribuidas a la exhibición neurótica de un sí clico (segunda tesis) y a la de un intento mismo patológico y o la perturbación de superación intelectual de la realidad narcisista de estos artistas. La interiopor parte del artista que se plasma en ridad desgarrada de Munch o la crítica cuafro actitudes: la empírica o realista, acerba de Ensor son descritas como exla pictórica o estructural, la expresiva o hibiciones parciales de lo humano y, romántica y la idealista o simbólica (ter- por tanto, como deformación de la reacera tesis) este supuesto habrá de pro- lidad. curarnos la comprensión, autor por auEste individualismo exacerbado setor, época a época, del desarrollo histó- ría, ajuicio de Bocola, lo que dio lugar rico del arte del último siglo. a la decadencia posmoderna. La falta El tratamiento parece adecuado (pa- de paradigma que unifique los fragsaremos por alto la viejísima historia mentos y el desprecio del artista por- que también podría contarse -de la un canon espiritual, una escala de vaconcepción de los pares de opuestos, lores y una esfructura ordenadora intedel Ching a Heráclito pasando por Pi- grales haría de nuesfros tiempos una tágoras, de Platón a Hegel pasando por época epigonal. Schelling o del descubrimiento de la Si no fuera por esta envoltura tal electricidad a la programación de los vez demasiado tópica y refractaria a ordenadores, y también la historia de los logros y posibilidades que brinda el lo cíclico... cuando se aplica a la dife- desencanto de los símbolos mítico- relirencia enfre la obra clásica y la román- giosos integradores de todo tipo, crítica tica. Es cierto que si bien los antiguos aparte, este libro podría ser (capítulos formularon ideales propios, los román- de cultura general incluidos) un maticos, en cambio, no exhibieron su nual ameno y recomendable de histoideal sino que idealizaron su propia ria del arte moderno exhibición Al romántico no le movía su propia experiencia vital sino la Ch. Maillard 8 dejuliode 2000 S bien sabido ya que lo que llamamos Historia no se cuenta sino que se construye y que lo que hay no es La Historia sino historias que pretenden relatarnos nuestro pasado o el de cualquier invento o idea, es decir, el proceso de aquellas cosas a las que hemos otorgado entidad porque parecen prolongarse o repetirse de algún modo. Es sabido, igualmente, que nuestro miedo a la realidad es tanto que, para encontrarnos más cómodos a su lado, no renunciamos a sistematizarla cuando cualquier idea nos procura la ocasión, con mejor o peor fortuna según los casos. Añadamos a eUo la costumbre que tiene nuestra mente de universalizar tanto cuando corresponde como cuando no, nuestro gusto por disfrazar los tópicos de novedades y la supersticiosa creencia de que se es porque se dice y tendremos la clave de muchas de las nuevas propuestas teóricas que se nos ofrecen en estos tieriipos. 22 ABC CULTURAL E

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