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CULTURAL MADRID 27-11-1999 página 32
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CULTURAL MADRID 27-11-1999 página 32

  • EdiciónCULTURAL, MADRID
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ALBERTO, EL VALLECANO El sensacional retrato que Falencia le hizo a Alberto en 1932, y que se conserva en el Museo de Albacete, nos habla de la estrecha amistad que unió en su día a estos dos creadores tan distintos entre sí, especialmente en lo político, pero vinculados por el común origen manchego, por la común pasión vallecana, y también, en 1933, por la común pertenencia al efímero Grupo de Arte Constructivo de un Torres García que les contagió- sobre todo al pintor- algo de su interés por la geometría. Con el tiempo, Falencia, que en la posguerra volvería allá con sus recién adquiridos discípulos, y el propio Alberto, desde la URSS, alimentarían el mito de una Escuela de VaUecas Hoy todos preferimos rehuir, al menos a propósito de nuestra escena de los años treinta, el término Escuela y hablar en su lugar de una poética vallecana, de un camino vallecano compartido. Arrastrados por el ejemplo de Alberto y Falencia, fueron efectivamente legión- podrá comprobarse el día en que se organice una exposición en profundidad sobre el tema- los artistas que durante los años republicanos se adscribieron a aquella poética: Maruja Mallo, Luis Castellanos, Pancho Lasso, Eduardo Díaz Yepes, Caneja, Antonio Rodríguez Luna, Moreno ViUa, Timoteo Férez Rubio por espacio de sus ilustraciones para un libro de versos, y, a mayor distancia, vascos como Lekuona, Oteiza o Juan Cabanas, y valencianos como Renau- que sin embargo luego polemizaría. desde Nueva Cultura, con su compañero de militancia- Climent, Tónico Ballester, Alfons Blat, Francesc Badía o Rafael Pérez Contel... Vallecas influyó, asimismo, en arquitectos racionalistas como Luis Lacasa, Luis Felipe Vivanco, Enrique Segarra o Fernando Tudela. Resonancias, ecos de aquel clima, cabe detectar, por último, en ciertas zonas de las respectivas obras poéticas de Alberti, Herrera Petere, Miguel Hernández, Neruda o el propio Vivanco... Sin olvidar a un gran amigo de todos ellos, el argentino y comunista Estudios para remate de esculturas (1960- 62) Raúl González Tuñón, que en su libro La rosa blindada (Buenos Aires, Federación desde Moscú. For siempre vallecano, Alberto Gráfica Bonaerense, 1936) apenas encarna magistralmente la voluntad conocido aquí pese a ser enteramente español en cuanto a su temá- de enraizamiento de aquella vantica, incluye unas cuantas composi- guardia española. A Maruja Mallo, ciones de ese clima, entre ellas una según me lo contó ella misma en una dedicada a Maruja Mallo, y otra- el de las dos entrevistas que le hice, le lector de ABC la encontrará adjunta- reprochaba que le interesara más el inspirada en el universo de Alberto, Mont Blanc que el Cerro de Vallecas. al que, premonitoriamente, le pide, Los cuadros del ciclo Cloacas y camen el último verso, que le escriba panarios de la pintura gallega, sin embargo, lo mismo que su a la postre no realizada escenografía de 1936 para Clavileño de Rodolfo Halffter, son puro campo castellano. Al igual que ciertas visiones terrosas de Falencia, Rodríguez Luna, Caneja o Luis Castellanos, que el Monumento a la Internacional de Pancho Lasso, que los versos de un Herrera Petere apasionado por la geografía, que las propuestas colectivas de las Misiones Pedagógicas o de La Barraca- con esta última institución colaboraron estrechamente tanto Alberto como Falencia- que las fotografías de Ibiza de Raoul Hausmann o que ciertas arquitecturas allá alzadas por José Luis Sert o por Germán Rodríguez Arias, que r erra simpan de Luis Buñuel, que los documentales de José Suárez... son obras que se integran en la fascinante y todavía mal estudiada galaxia rural ibérica de los años treinta, que culmina con el tótem monumental de Alberto El pueblo español tiene un camino que conduce a una estrella, erigido delante del pabellón republicano de la Exposición de París de 1937, y que tanto impresionaría, según me lo confesaba hace poco en su refugio etrusco, a Roberto Matta, reciente expositor en la misma sala madrileña donde ahora es homenajeado el toledano. IÍ M ftaút 6oii2 Íiílii Allí idoniSe tin: rey; podrido áomina: im p ú l p d e i p é d r á i en Í paaa esn doríde S ffiueSi! ciaiii ada W 30- m) hM -0 í É éípsa ehilos; eanaibs campesi) el festá con; las jtigos vegetaleSí éssiá; k) Eí l s: áift 30l és: iéSos í él dirige m a d e r a s y cemeMób: y; ÍreM y arroyos jy; gusanos y fuegos d e i h o c á d o s y i h u e jjp Él, 3ii cápazde; morderüíía; rosa, pása: conun; ot) ispo- entrelóg! áientes, jHegáconpequ ñoscadáveresaeixí á. l; w Eli íñcapaz: dsmorder m pájaro, j; pasa con utí; guarfiacrvil; éñtre Ibis; ffléníÉé Nbs desnuda la vo ¿y el pensamieitp ccíüio: úri viento iimpio. -ÍLÍI DelantéídeHhay quehablár pones djfe 1 On: 3ii qtíilÍó; salécorriétídbit; grita: jAdtóá, Son Álbertol MWMW: Élíchíetuilii) iip sabe qué él: señor profesor del Instituto i B i! a i; ha; desjado atrás Mídeslamllraraiento: cubista y la: explosiM; suftealist t típ; eso que Iia: siíío ábsQjiliÍjáó; pGr u n a e i é d á d éípiieeidái; W: ÍQÍJ- Í y; iia inventauító; Íá; fc y ahora d a pórftfetí y pinta g; raii (Íe cartones G (m; eñ SiniestróáMnque 1 fis en: doatieB a élcaciqueíjéliguardiade ásaltó déyoijáh üil- áéigaíiQ c a d á r- d e ó Í S stá corií las lenguas dé aGér de íúi áseri déíM) S; i i; H; Míti h í ií ipjfeibípp; ázíii 3 é í! 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