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CULTURAL MADRID 24-12-1998 página 22
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CULTURAL MADRID 24-12-1998 página 22

  • EdiciónCULTURAL, MADRID
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ABC Cultural Diario Tocar lo oscuro César Simón. En nombre de nada Prólogo de Carlos Marzal. Pre- Textos. Valencia, 1998. 188 páginas, 2.200 pesetas. miento y un amor clandestino (Prometeo, Valencia, 1979) y La vida secreta (Pre- Textos, Valencia, 1994) -y de otros diarios anteriores- Siciliana (Gregal Llibres, Valencia, 1979) y Perros ahorcados (Pre- Textos, 1997) -de modo que s j escritura conocía disciplinas menos estrictas que el verso, más afines a la divagación o al relato, y que aquí están al servicio de un empeño sorprendente, que tiene mucho de suma para uso privado, de compendio casi secreto, pero que excede esa privacidad en el momento en que toma conciencia de estar afrontando un problema de todos, un problema moderno el de la muerte de Dios. Así, la declarada indiferencia de lo dicho, la fuga- del deseo hacia unos (un) sentimiento que parece querer, permanentemente, huir de su expresión, de la cárcel de unas palabras que lo empobrecen, que lo fijan, no es otra cosa entonces que la manifestación de esa perturbación en el lenguaje a la que se refería en su día Claudio Magris: La literatura del siglo XX está a menudo marcada por la conciencia de un hiato que se ha abierto entre el yo y la vida Y lo que César Simón nos propone entonces, ante ese abismo, es que creamos en nuestra desnudez, y en nuestra oscuridad que adoptemos, después de todo, aquella postura primordial del cantor de la antigüedad del que hablaba Juan Benet; pues todo aquello que creemos perdido, todo aquello que pensamos que nos falta o que nos ha sido robado (el problema moderno tal vez no eran más que trucos, desesperadas argucias, sutiles veladuras para impedirnos llegar a tocar! o oscuro, para ocultar ese enigma insufrible, quizás cruel, a veces fascinante y siempre inefable que, en el fondo, es lo único capaz de definirnos, lo único hacia lo que, verdaderamente, nos encaminamos. JUAN CARLOS SUÑÉN E N un artículo hoy poco o nada leído La deuda de la novela hacia el poema religioso de la antigüedad Juan Benet decía que se olvida que el poeta no fue profeta ni filósofo ni sociólogo ni historiador, por voluntad propia, no porque no existieran tales campos del espíritu y que igualmente, demasiado a menudo, se olvida que fue no- filósofo, no- teólogo y nosociólogo conscientemente y que, en buena medida, aquellos que vinieron después utilizando sus instrumentos y métodos al servicio de las humanidades, no hicieron sino empezar a recorrer paso a paso el espacio que él quiso cruzar de un salto Y no podía haber mejores palabras para dar cuenta de la intención con que el poeta César Simón (Valencia, 1932- 1997) parece abordar la escritura, en su momento (cuando su grave enfermedad le hacía ya, seguramente, barruntar una muerte que no tardó en llegar) de esta especie de testamento espiritual que es En nombre de nada. Una colección de reflexiones nofilosóficas, no- teológicas, no- sociológicas en las que el poeta pasa revista a sus obsesiones en torno a ese no- dios al que, como los antiguos cantores, definirá como el enigma, como el enorme misterio que alienta tras la vibración de la vida, y que se hace presente como algo infinitamente más cercano a la certeza del alma que esa armonía criminal exhibida por la naturaleza en cuanto conjunto de los vivientes. Autor de libros de poemas reconocidos tardía pero, poco a poco, mayoritariamente a partir de la aparición de Precisión de una sombra (Hiperión, Madrid, 1984) al que seguirían Quince fragmentos sobre un único tema: el tema único (Fundación Municipal de Cultura, Sagurito, 1985) Exfraw o (Hiperión, 1991) Templo sin dioses (IX Premio Loewe 1996) y El Jardín (Hiperión, 1997) César Simón persiguió siempre (y alguno de los títulos citados lo pone de hecho de manifiesto) ese enigma. En efecto, es la misma pregunta sobre la existencia, sobre el motivo de una presencia que no comprendemos, lo que alentó su obra poética de principio a fin y, también, lo que en las páginas que ahora comentamos se disfraza de reflexión para llegar a la declaración, nuevamente, de una imposibilidad que sólo el silencio es capaz de responder: Llegado aquí no me importa lo dicho, sólo mis sentimientos salvo, no mis palabras Fue autor de dos novelas- Entre un aburri- Vae g Camino de Santiago sin rozaduras ijs Luís Garanden. Ultreia Traducción de Esteve Serra. El País Aguilar. Madrid, 1998. 170 páginas, 2.400 pesetas. I alguien podía narrar las gracias y desgracias del Camino de Santiago con toda la desenvoltura y el conocimiento del santoral que tal empresa demanda, ése era sin duda Luis Carandell, y efectivamente este Ultreia que nos presenta a punto ya de entrar en san 1999- el 25 de julio próximo es domingo- responde cumplidamente a esas expectativas. Cierto es que una ruta tan antigua y tan frecuentada no sólo por peregrinos sino también por toda clase de romances, leyendas y prodigios tiene que resultar por fuerza sugerente, pero Luis Carandell consigue además que a uno le sobrevengan unos tremendos deseos de echarse al camino, si no con el bordón, sí al menos con el coche- lo que el propio escritor vino a hacer, tal como enseguida advierte S a sus lectores- para disfrutar en carne mortal de las delicias que ya gozó el espíritu gracias a este libro. Como decimos, es Carandell un viajero y no un peregrino en el Camino de Santiago, y eso se advierte en la forma de estar dispuesto el libro y, por supuesto, en las escasas líneas que dedica a las extremidades inferiores, inevitables protagonistas de cualquier relato que de su andadura nos brinde un peregrino de verdad. La de Carandell es una crónica de viajes en la que narra cómo se siente y se vive el camino en los pueblos y por la gente de los pueblos que atraviesa. Un relato del hoy ilustrado por las historias y las leyendas del ayer, esas viejas anécdotas que nuestro autor sabe contar con tanta gracia y fidelidad. Y empapado todo él de la sencillez y bondad del románico. Reyes y reinas de la Alta Edad Media, sarracenos y monjes, santos y demonios de otras épocas, se codean así en Ultreia con caritativos hospederos, con mesoneros, abades y peregrinos de ésta nuestra que- y aquí sí que se obra un milagro- continúa fascinada por el apóstol y enviando al camino a un regular caudal de sus hijos. Es ésta una fascinación que Carandell traslada a los lectores con su pluma rica, fácil y amenísima y con su característico sentido del humor, por lo que el libro resulta altamente recomendable para cualquier lector, y en especial para los que se decidan a seguir la ruta jacobea, que seguramente serán más después de leer IJItreia. ANA SALADO 24 de diciembre de 1998 22

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