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CULTURAL MADRID 24-12-1998 página 11
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CULTURAL MADRID 24-12-1998 página 11

  • EdiciónCULTURAL, MADRID
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ABC Cultural La memoria es un ángel implacable Juan Gelman. Salarios del impío y otros poemas Visor. Madrid, 1998. 180 páginas, 1.400 pesetas. r- íJBIjBt SSS! I I ASTA la publicación de este liJ L J L bro, el lector ha podido tener acceso a la obra poética de Juan Geinnan (Buenos Aires, 1930) a través de dos volúmenes recopilatorios: Obra poética, editado en Argentina (Corregidor, 1975) y de palabra, que apareció en España (Visor, 1994) El primero de los tres poemarios que nos ofrece la nueva entrega de Visor, el que da título al libro, empezó a componerse, según nos indica su portadilla, en 1984, a la vez que los últimos poemarios de de palabra: las versiones de textos clásicos judíos o judeoespañoles Com posiciones (1984- 85) o Carta a mi madre (1984 y 1987) La obra de Gelman va creciendo a la vez por distintas ramas hacia el tronco compacto que ya forma y, aún más arriba, hacia las raíces que, en el libro recién editado, empujan y se abren camino dolorosa y luminosamente. El primer poema de Salarios del impío- conjunto de aforismos, frases únicas a veces sin posibilidad de antes ni despuésnos sitúa en un espacio, más que abierto, devastado, descreado, apocalíptico: ya cantes, ya te comas el libro que arde Sí: el libro que el escriba del Apocalipsis va a recoger de manos del ángel que está sobre el mar y sobre la tierra aquel ángel huraño que le espeta: Toma y cómelo Por algo la palabra más repetida en este libro es espanto Manantial de espanto es la memoria empeñada en prodigar su amargo salario al impío que inevitablemente la habita: Animal del baldío, memoria, comes pastos que no crecieron más Comer, recomer, reconcomerse: la memoria es certera y ubicua, como aquel ángel, no tiene culpa ni da tregua, pone el libro profétlco entre los dientes para alimentar a esa voz que desespera de saber y que sólo tiene el recurso de hacerse oír: nada se sabe de la luz que hay al final del libro Cuando en la tercera parte del libro, Incompletamente encontramos rota la sangre del Cordero que moja la máscara del tiempo no nos extraña: ya llevábamos la lectura configurada por el recorrido de días y noches apocalípticos, es decir, por el no salir del mismo instante obsesivo: el instante del no que cae gota a gota Sólo nos abandona el ángel severo en el delicioso intermedio titulado Dibaxu una serie de poemas escritos en sefardí, acompañados de su versión castellana actual, donde el lirismo depurado y penetrante consigue que oigamos la voz femenina de nuestras canciones populares medievales: oí tu voz en mi ventana mi ventana no da a tu voz apenas si da al mundo ¿cómo vino tu voz? Sin embargo, Dibaxu está dirigido a una ella querendona se le dice, cuando estamos juntos el fuego cae so 24 de diciembre de bre las ruinas del sol El fin del mundo, ese fracaso total que arrastra el mundo desde su origen- ¿qué hace el espanto original? sólo queda aplazado en manos del amor: lo amado crea lo que se amará con ese insólito futuro esperanzado. Pero el aplazamiento es temporal: la alegría transcurre, empieza y termina, va y viene entre la voz del hombre y la de la mujer, siendo a la vez una y otra- el amado a la amada se parece mientras que el dolor no se inmuta, es invariable, no tiene sexo, se reproduce igual con el odio que con el amor, y para que la alegría sobreviva de alguna manera no incluida en el fracaso histórico, se trasmuta en palabras; lo que me diste es palabra que tiembla en la mano del tiempo abierta para beber Pero apenas hemos oído con alivio: pondré mi espanto lejos (en futuro otra vez) cuando ya entramos en ese poema continuo y trágico que es Incompletamente Poema único que se repite sesenta y seis veces- no forcemos la simbología, pero no olvidemos que está cerca el número de la Bestia- Incompletamente es uno de los momentos clave de la obra de Gelman. Su lectura es una experiencia densísima que el lector no debe descuidar: lea un solo poema, paso a paso, y estará leyendo el conjunto; lea el conjunto y se verá llevado a un solo núcleo de humanidad doliente que, por todo oficio, talla y pule sus palabras: no hay distancia entre el doler y el hablar. La retórica está tan sumida en la emisión de voz, que apenas se aprecia la magistral composición: la estructura más citada que tomada del soneto, la transición especial que en la obra de Gelman marca la barra inclinada, la interrogación cuyo énfasis se hace curva afilada para viviseccionar las palabras que encierra; ¿cómo vive consigo la conciencia? ¿dónde estamos? ¿en qué infierno pasado o por pasar? Vivos y muertos juntos hablan por la voz de este libro. Es cierto que uno entre todos resulta más cercano que los demás, precisamente por no constar para nadie como vivo ni como muerto, sino como desaparecido (la tortura retorció el verbo desaparecer hasta hacerlo transitivo) Pero, tras detenerse en cada una de estas páginas, el lector tiene en los oídos, y más aún, en la boca, una voz humana a la vez íntima y multitudinaria, secreta en su confidencia desgarradora y expuesta en su clamor universal, la voz de los que vienen de la gran tribulación como en el texto bíblico. El visionario de Patmos, con Isaías al fondo, oyó que le decían ante aquella multitud; Dios enjugará toda lágrima de sus ojos El poeta argentino se limita a invocar la humana cosa de ser o, a lo sumo, remontando el tono, esa gloria nocturna de dar lo no tenido a todo amor pequeñas proezas de ternura que nos ayudan a arrebatarle la hora que pasa al apocalipsis nuestro de cada día. PEDRO PROVENCIO 11

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